Obra maestra del barroco valenciano, del turolense Juan Bautista Pérez Castiel Una Iglesia Monumento Nacional, diez años protegida por mallas para evitar desprendimientos sobre los fieles
La petición de su restauración dormita en algún cajón del Ministerio de Cultura, sin que se le haga caso.
Los vecinos poco a poco van atendiendo con el dinero de su bolsillo los daños más urgentes.
Una ayuda de la Diputación de Valencia les ha permitido restaurar la fachada, pero no les ha llegado para el campanario.
Una ayuda de la Diputación de Valencia les ha permitido restaurar la fachada, pero no les ha llegado para el campanario.
La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles de Tuéjar, obra maestra del barroco valenciano y claro exponente de la renovación de las técnicas constructivas en la arquitectura valenciana, se encuentra entelada desde hace diez años por una malla de redes de protección en evitación de derrumbes, dado lo deteriorados que están los elementos decorativos obrantes en su sus bóvedas y cúpulas, sin que los Gobiernos central y autonómico hagan nada por resolver la situación.
Desde hace muchos años, los vecinos y el Ayuntamiento, con gran esfuerzo y sacrificio contribuyen con su dinero a ir paliando los problemas más urgentes. Últimamente, la Diputación de Valencia les ha dado una subvención que apenas les ha llegado para restaurar la fachada principal del templo, que es Monumento Nacional Histórico-Artístico desde 1983 y Bien de Interés Cultural desde 2005.
Su arquitecto fue el turolense Juan Bautista Pérez Castiel, quien aprendió el oficioen Roma. A su regreso, desembarcó en Valencia, donde trabajó y formó familia. Fue el arquitecto de moda del siglo XVII en Valencia, en cuyo territorio trabajó en las principales iglesias y en la misma catedral.
Tuéjar, en la comarca de Los Serranos, requirió sus servicios para hacer una iglesia de nueva planta. Éste eligió el lugar, en la ladera de un cerro, asentando la cabeza del edificio sobre la excavación de la roca. La construcción del templo se desarrolló entre 1677 y 1692. En la iglesia también trabajaron el escultor Domingo Cuevas, quien realizó el retablo, destruido por el fuego en la pasada guerra civil, cuando quemaron la iglesia, y José Mínguez, éste autor del campanario ya en el siglo XVIII.
Pérez Castiel hizo una obra singular, característica de su estilo, considerada obra maestra de la primera arquitectura barroca valenciana. La iglesia posee una abundantísima decoración aplicada en yeso de potente volumetría, cuyos temas decorativos son característicos de Pérez Castiel. La iglesia de Tuéjar es uno de los más claros exponentes de la renovación no solo formal, sino de técnicas constructivas, que se produce en la arquitectura valenciana a partir del último tercio del siglo XVII, época en la que se adopta con carácter generalizado la bóveda tabicada para la cubrición de naves, abandonando las bóvedas de crucería y fábricas de tapial.
La cornisa que corre a todo lo largo del templo está sostenida por una serie de angelitos, que en total suman treinta y cuatro, colocados de espaldas en actitud de sostenerla, que, unidos a otros adornos y molduras, resaltan su belleza. La luz se recibe por dos series de ventanales, nueve en la nave y ocho en el ábside, adornados con columnitas salomónicas, hojas de vid y otros motivos.
Se cubre con bóveda tabicada de cañón con lunetos en la nave principal, y cúpula sobre pechinas y tambor en el crucero. La fachada es un paramento plano rematado por la cornisa y espadaña en el centro. La portada es de piedra caliza y se compone de unas pilastras laterales que soportan un entablamento sobre el que se sitúan pináculos piramidales con bolas y un edículo con frontón curvo con venera en su interior.
Nuevas técnicas constructivas
Para M. García Lisón y A. Zaragozá, este templo “es uno de los más claros exponentes de la renovación, no sólo formal, sino de técnicas constructivas, que se produce en la arquitectura valenciana a partir del último tercio del siglo XVII, época en que se adopta con carácter generalizado la bóveda tabicada para cubrición de naves y un mayor uso del ladrillo en fábricas, tradiciones constructivas que llegaran hasta la introducción del hormigón y del hierro, y que supone el abandono de las bóvedas de crucería y fábricas de tapial, todavía usadas a comienzos de dicho siglo… En el interior se desarrolla una abundante decoración aplicada de yeso de potente volumetría y que provoca juegos de luces y sombras en los paramentos… El programa simbólico original ha quedado trastocado al perderse el retablo y toda la riqueza mueble en el incendio de 1936, quedando reducido a los símbolos marianos (Turris Davídica, Outeus acquarum vitae, Fons signata, Plantatio rosa in hierico) dispuestos sobre escudos soportados por ángeles, y a tros nunmeroos ángeles que harían referencia a la titular”.
Trabajo por hacer
El P. Onofre Gabaldó, cura párroco de Tuéjar, prosigue la importante labor realizada por los anteriores párrocos de velar por la Iglesia y su recuperación codo a codo con el Ayuntamiento y los vecinos. Los vecinos colaboran mucho. Sienten la Iglesia como suya, algo muy entrañable para el pueblo.
En 1983, hubo que realizar obras de emergencia, encargadas por el Ministerio de Cultura y dirigidas por el arquitecto Arturo Zaragozá, para subsanar una serie de grietas que ponían en riesgo la estabilidad estructural del edificio. En 2010 se puso una malla de redes que cubrió todo el interior del templo como protección ante cualquier posible desprendimiento y allí continua.
Los estudios hechos por expertos de la Universidad Politécnica urgen la limpieza y restauración del templo, sobre todo del tambor de la cúpula, los muros y revestimientos exteriores, cohesionar los revoques, recuperar la pintura, limpiar los elementos decorativos, consolidarlos, rellenar grietas, eliminar filtraciones y humedades, y a restaurar el cromatismo.
Recientemente, y gracias a una ayuda de la Diputación, se ha podido restaurar la fachada principal del templo, aunque a medias, pues en pleno trabajo las lluvias acaecidas hizo aparecer humedades procedentes de las filtraciones del campanario, que hubo que reparar, desviándose del presupuesto, no pudiéndose reparar la torre. Aún así, ha quedado una fachada esplendorosa, recuperada, maquillada, pero lo más valioso del templo, la belleza de su interior, sigue deteriorándose e invisible. Se calcula en unos dos millones de euros la cantidad que haría falta para acabar de recuperar el edificio.
Una de las anécdotas que produjo este hecho fue que en ese tiempo Pérez Castiel tuvo un contencioso con la Catedral y al perderlo pudo pagarlo gracias al dinero que cobraba de su trabajo en Tuéjar. En otra ocasión, para hacer la torre campanario el Ayuntamiento tuvo que empeñar la Dehesa de la Salzadilla. En junio de1883, cayó sobre el tejado un aerolito, parte del cual fue recogido y remitido al Obispado de Segorbe, donde se guardó en el seminario. Tuéjar pertenecía por entonces a la Diócesis de Segorbe y Arzobispado de Zaragoza.
Este viernes 24, a las 18,30 horas, en la propia Iglesia, los técncios que han intervenido en la restauración de la fachada van a explicar a todo el pueblo la obra realizada y lo que queda por acometer.
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