Las excavaciones arqueológicas no los encuentran en Valencia Los restos de san Vicente mártir fueron llevados a Francia y desaparecieron durante la Guerra de Religión
Vicente, asistente del obispo Valerio de Zaragoza, fue detenido con el prelado por Daciano –enviado para arrasar con todo vestigio material y humano cristiano-
Dos teorías sitúan sus restos fuera de España: una en Lisboa (Portugal), en cuyo Museo de la Catedral hay un cofre que dice contener huesos del santo, y otra en Castres (Francia)
El traslado se hizo durante la dominación islámica y fueron sepultados y venerados en la catedral de Castres
Los tapices flamencos del siglo XV del Museo de Historia de Berna (Suiza), cuya Catedral protestante está advocada a san Vicente mártir, en sus inscripciones latinas explican que está en Castres
El traslado se hizo durante la dominación islámica y fueron sepultados y venerados en la catedral de Castres
Los tapices flamencos del siglo XV del Museo de Historia de Berna (Suiza), cuya Catedral protestante está advocada a san Vicente mártir, en sus inscripciones latinas explican que está en Castres
| Baltasar Bueno corresponsal en Valencia
Las excavaciones arqueológicas que el Ayuntamiento de Valencia está realizando en el Monasterio de La Roqueta no han dado, de momento, por mucho que se están esforzando, con el lugar de enterramiento de los restos del joven diácono Vicentius, cuyo martirio, pasión y muerte, -en una de las persecuciones contra los cristianos bajo el dominio del emperador romano Diocleciano- fue tan horrendo que pronto se hizo famoso en la Iglesia Universal primitiva, siendo éste uno de los primeros mártires más renombrados y venerados del cristianismo.
Paralelamente, no se está investigando a fondo las distintas teorías de donde pudieran estar, según las distintas teorías surgidas a lo largo de la historia, como es el caso de Lisboa (Portugal) o Castres (Francia), por ir descartando y no dando palos de ciego en su búsqueda. Lo único claro que se tiene es que fue enterrado en La Roqueta y que en el Museo de Bellas Artes se encuentra, con un alto grado de probabilidad, el que fuera su sepulcro, que llegó a servir de abrevadero de la caballería de los Artilleros que demolieron el ábside del templo de la Roqueta.
Vicente, asistente del obispo Valerio de Zaragoza, fue detenido con el prelado por Daciano –enviado para arrasar con todo vestigio material y humano cristiano- dentro de la campaña de arrasamiento del incipiente cristianismo y trasladados ambos a Valencia para ser sometidos a proceso de abjurar de su fe y adorar a las divinidades romanas, o en caso contrario al judicial, alejándolos de la ciudad aragonesa donde contaban con simpatías y apoyos y por ser residencia de Daciano, quien detentaba el poder extraordinario de enjuiciamiento criminal.
Muerto (año 303) fue enterrado en La Roqueta, donde fue construida sobre su tumba una pequeña iglesia, y junto a ella un monasterio, edificios que irían siendo transformados con el paso del tiempo. Durante la larga dominación islámica de la ciudad, el lugar sería respetado por los valenciano - musulmanes, por ser basílica sepulcral de un santón y el Papa Gregorio IX lo tomaría bajo su protección en 1240.
Siempre se tuvo por seguro que allí estaba enterrado san Vicente mártir. No obstante, ahora no se sabe si lo sigue estando. Dos teorías sitúan sus restos fuera de España: una en Lisboa (Portugal), en cuyo Museo de la Catedral hay un cofre que dice contener huesos del santo, y otra en Castres (Francia), a donde serían llevados para salvarlos de las violentas oleadas iconoclastas de los últimos tiempos de la dominación hegemónica muslimes. Ambas tesis fueron calificadas por el historiador y canónigo Vicente Castell Maiques como leyendas, defendiendo que seguía enterrado en La Roqueta.
Ante los fallidos resultados en este sentido de las excavaciones en el recinto de su basílica sepulcral, cabe retomar las investigaciones de lo que pudo haber ocurrido con los restos mortales del joven diácono.
La teoría de que están en Lisboa más bien parece una leyenda, cuya veracidad histórica no deben tenerla claro pues de estimarlos ciertos los pocos que conservan, no estarían en un Museo, sino a veneración pública dentro de la Catedral lisboeta, la que, por otra parte, sufrió incendio y destrucción. Otro asunto sería que en algún momento se diera algunos de los huesos del santo como reliquias a aquella ciudad.
La tesis de que pudieron ser llevados a Castres (Francia) respondería a que cuando la invasión islámica en el siglo VIII, huyeron de Valencia muchos cristianos y se llevarían los restos de san Vicente mártir con ellos, dejando el sepulcro vacío. Como una de las órdenes ocupantes de La Roqueta fueron los benedictinos, se los llevarían a la abadía benedictina de Castres. Otra versión habla de que acabaron en el convento de los Dominicos. De no hallarse sus restos en La Roqueta, tal y como parece va a ocurrir, lo más probable es que sea cierta la teoría de que fueran llevadas a Castres, a no ser que dicho traslado fuera una maniobra de distracción para que no se buscara aquí su cuerpo por los iconoclastas.
Hay un dato documentado y es que cuando san Vicente Ferrer recorría el hoy sur de Francia predicando por aquellos lugares, entre ellos Toulouse, se acercó al convento de Dominicos de Castres “donde estaba enterrado san Vicente mártir”. Cuentan sus biógrafos que allí oró con singular devoción. Los tapices flamencos del siglo XV del Museo de Historia de Berna (Suiza), cuya Catedral protestante está advocada a san Vicente mártir, en sus inscripciones latinas explican que está en Castres. “Suscipit hunc castris thesaurum grex benedicti Sarcophago decoratum impensis helionordis”, dice el texto bordado en el tapiz.
Existe una fuerte tradición en Castres de que fue así, de que allí llegaron los restos portados en una caja de madera, y fueron enterrados en la iglesia de la abadía benedictina, que luego acabaría siendo catedral, al ser la ciudad sede episcopal en aquella época. El hecho de estar enterrado allí san Vicente atrajo numerosos peregrinos, que hacían el Camino de Santiago y de otras regiones. Los restos mortales del mártir desaparecieron cuando la Guerra de Religión. Los protestantes estaban en contra de las reliquias.
Una última teoría defiende que cuando la construcción del Metro, una de las líneas pasa justo por debajo del templo de la Roqueta, de manera que su suelo cimbrea a cada convoy en curso, y que todo lo que hubiera en su subsuelo desaparecería arrasado por el topo que operó en el subsuelo.
De momento, sólo se tiene la certeza de que aquí fue sepultado y casi con toda seguridad es el del Museo de Bellas Artes de Valencia el sepulcro donde fue enterrado el mártir. Se trata de un sepulcro de mármol itálico, estatuario y lanco. Una caja rectangular sin tapa, cuyo frontis está esculpido con un relieve decorativo, donde aparece una corona de laurel, las letras XP, una cruz latina, dos palomas, un cordero y un ciervo. Su forma es la de un sarcófago cristiano, de estilo ornamental romano, y pudo servir de primer altar de la primitiva Iglesia de la Roqueta. Está datada su labra a mitad del siglo IV.
Este sepulcro –no se sabe si con restos o sin ellos- hasta 1837 estuvo en la Iglesia de la Roqueta, cuando el Ayuntamiento (17 de abril) acordó el derribo del ábside –donde está el altar mayor- de dicho templo, a petición militar, porque estorbaba a la línea de tiro de la artillería que defendía la ciudad en esta parte, demolición que llevaron a cabo los del Regimiento de Ingenieros. Los artilleros sacaron de entre los escombros el sepulcro y vieron que les venía bien para abrevadero de su caballería y se lo llevaron a la Ciudadela, de donde, en 1865, algún militar culto se percató de su importancia y logró que fuera trasladado al Museo Arqueológico acabando en el Museo de Bellas Artes.
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