El sistema clerical está caducado, ¿tenemos otro?
En los primeros siglos de la Iglesia, los obispos y presbíteros eran realmente "pastores al servicio de su rebaño". Los sacerdotes eran líderes espirituales y morales de su comunidad. Las ovejas se identificaban con su pastor. Los pastores ejercían influencia en las vidas del pueblo de Dios a ellos encomendado. Es interesante destacar que la elección de los pastores, en los primeros siglos de la Iglesia, estaba reservada a la comunidad y los obispos de las respectivas diócesis decidían sobre la regularidad de la elección y los consagraban.¡Tanta era la comunión entre las ovejas y los pastores!...
Con el paso de los siglos, los pastores se fueron "clericalizando", dejaron de ser "pastores" y se convirtieron en "clérigos", en una casta, una clase social de espaldas al pueblo, preocupados más por la institución que por las ovejas. Al fin y al cabo, dentro de los "estados de perfección", los laicos ocupaban el último lugar...
Podemos ver, de esta forma, que así como el "pastor" se debe y se orienta a sus ovejas, el "clérigo" se debe y se orienta a la institución que lo sostiene y tiene la posibilidad de promocionarlo. El sistema de sacerdotes-pastores está volcado hacia afuera, hacia las ovejas, es un sistema "exogámico" y por tanto, potencialmente evangelizador. El sistema clerical, en cambio, es un sistema "endogámico", mira hacia adentro, mira a la institución a la que sirve y a la que se debe, e inevitablemente busca la pervivencia y el desarrollo de ésta. No puede ser evangelizador aunque quiera. El orden clerical buscará, como todo organismo vivo, su supervivencia y crecimiento. Se forman afinidades clericales, influencias, descréditos calculados a los clérigos que nos pueden hacer sombra... La elección final será entre los clérigos afines dentro del sistema clerical. Y de espaldas al pueblo de Dios...
Esto, la buena gente creyente y santa ni se lo imagina. Sobre todo aquellos que tienen una mentalidad jerárquica ingenua y acrítica, aquellos que tienen la "obediencia" como el primer mandamiento de sus vidas sin ejercer en absoluto su capacidad de discernimineto crítico, y piensan que el orden clerical que sufrimos es "palabra de Dios" y por tanto, es inmutable, e imaginan este orden clerical como "el mejor de los órdenes posible", como una especie de edén paradisíaco formado por adánes (sin evas por ahora, si Dios no lo remedia), puros y fraternales y amorosos los unos con los otros...
Pero algunos ya van tomando conciencia de la realidad. El que más o el que menos, conoce a ese pequeño sacerdote solo, sin ningún apoyo de nadie en la tierra, abandonado, quizás sufriendo de alcoholismo o de alguna otra adicción, llevando una vida de frustración y desencanto... Unos 100.000 sacerdotes "han tenido" que dejar el ministerio desde los años 70 hasta el día de hoy... y muchos más los seguirían, ¡si tuvieran cómo sobrevivir! Y nadie mueve una pestaña al respecto en el sistema clerical imperante. Al fin y al cabo, ya pediremos para que el Señor siga mandando más "siervos (para ellos) a su mies"... Y así sucesivamente...
Yo creo que los laicos tienen un papel fundamental hoy dentro de la Iglesia a este respecto. Y no me refiero a que se metan en las sacristías (que parece que es en eso en lo que muchos piensan) para competir con los clérigos en las potestades ritualistas: a ver quién hace "más cosas" durante los ritos y a ver quién sale el primero en la procesión de entrada, o mejor el último, "que es el que manda más"...
Los laicos tienen que presionar en el sistema clerical, para hacer que los clérigos se conviertan nuevamente en "pastores al servicio de su rebaño". Pero no con admoniciones moralistas, o con rogativas del tipo "pidamos por la santidad de los sacerdotes"... Hacen falta medidas institucionales que apuntalen y defiendan el desarrollo del ministerio sacerdotal en plenitud, como Dios quiere y la Iglesia lo declara en sus hermosos documentos sobre el sacerdocio y el ministerio sacerdotal, es decir, pastores al servicio de su rebaño, desarrollando un "ministerio de realización" personal, espiritual, pastoral, intelectual y en todos los demás órdenes de la vida y la persona del sacerdote.
Cuando los sacerdotes, especialmente los pequeños sacerdotes, puedan desarrollar este "ministerio de realización", y no un "ministerio de frustración", como hasta ahora, cuando esto suceda y sea percibido por toda la Iglesia como una realidad implantada, las vocaciones aumentarán, los seminarios se llenarán y la Iglesia comenzará de verdad a evangelizar... y habremos empezado así una nueva era en la Iglesia!
El sistema clerical está caducado, ¿tenemos otro?