Durante el último año, la delegación diocesana del cuidado de la Creación de Toledo ha recorrido el itinerario que una la capital manchega con el Monasterio extremeño, a través del conocido como Camino de Guadalupe por los Montes de Toledo. Una iniciativa que se enmarca dentro del Tiempo de la Creación y que conmemora la celebración de este año jubilar concedido por la Santa Sede.

La última etapa de la peregrinación se realizó el pasado 11 de septiembre, con la etapa que une Alía y Guadalupe. Además contó con la presencia del Arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro, que acogió al grupo a las puertas del templo y los invitó a ganar el jubileo.

Durante la homilía el prelado hizo referencia a los ejes primordiales sobre los que debe girar la vida cristiana, en primer lugar destacó la figura de Jesús junto con sus enseñanza. Y por otro lado los dos pulmones sobre los que debemos respirar, la espiritualidad, con una reflexión y un crecimiento interior que permita profundizar en la experiencia de Cristo. Y en segundo lugar, el pulmón del servicio, una invitación a salir de uno mismo y trabajar por los demás, para no quedarnos con los brazos  cruzados.

Teniendo estas referencias, incidió en la idea de no ser vagabundos, ni turistas, sino peregrinos, que tienen un objetivo que alcanzar.  Y que en este caso, a los pies de la Virgen de Guadalupe se encomiendan para continuar trabajando por el cuidado de nuestra casa común y construir un verdadero espíritu de fraternidad, para seguir hacia delante.

La Eucaristía final conto con la presencia de miembros de la comisión de Ecología Integral de la Diócesis de Córdoba y el Movimiento Laudato Si´. Quisieron compartir el final de esta peregrinación, que ha desarrollado la delegación toledana del cuidado de la creación junto con la de espiritualidad durante su primer año de andadura.