Mud, para los que creen que el amor imposible es posible, a duras penas
Interesante propuesta este “Mud” de Jeff Nichols, un relato de iniciación que tiene aire de clásico y que se mueve entre el thiller y el drama rural incluso con cierto influjo del western. Extremo en el enfoque, cuenta con un guion excelente para ofrecer una reflexión sobre cómo la inocencia original se enfrenta a la violencia y al mal para comprender, apenas, el significado del amor.
Dos muchachos Ellis (estupendo Tye Sheridan) y Neck (Jacob Lofland) descubren en una isla solitaria en medio del río una barca colgada de un árbol. Y allí conocen a su único habitante Mud (genial Matthew McConaughey), un tipo duro pero aparentemente sincero que espera a la que dice ser su novia Juniper (bien, por fin, Reese Whiterspoon). Su nuevo amigo resulta un fugitivo al que deciden ayudar en su empeño. Mientras Ellis se enfrenta al proceso de separación de sus padres y a los primeros escarceos en el amor, el huérfano Neck está al cuidado de su tío que busca tesoros en el fondo de la desembocadura del río, que es el escenario del drama. Los acontecimientos terminan por desencadenarse cuando irrumpe la sed de venganza mientras desde lejos todo es contemplado por el viejo Tom Blankenship (en su línea Sam Shepard).
El cine independiente americano, que encandila a la crítica pero que no atrae a los públicos, sigue haciendo de las suyas. En este caso una película sórdida y esperanzada, cerrada como la vida dura en una naturaleza exigente, pero luminosa como los cielos entre los que se distrae la cámara. El mundo rural americano, marcado por la violencia de las armas siempre a punto, está habitado por sujetos que incomprensiblemente siguen buscando en amor. Los dos adolescentes representan esa inocencia luchadora que mezcla una bondad ilusa con el deseo no colmado de plenitud. A su lado Mud se va erigiendo en un eterno adolescente, solitario y enamorado, heredero de los viejos cowboys, que lucha por mantener a flote su vida.
Aparecen todos los registros de un amor tan deseado como imposible: el viejo solitario que vive de amores pasados, la pareja que se han querido pero ya no tienen futuro, el joven que sigue cantando al amor y buscando con su escafandra, los adolescentes que quieren pero no pueden y los violentos que convierten su amor en venganza. Un universo extremo en el que se va imprimiendo un mapa de las dificultades de la relación donde el ser humano se queda al borde de la soledad, aislado en el río de la vida.
Mud, más que un relato de iniciación para jóvenes es una fábula para viejos, de variadas edades, sobre la vida como búsqueda de un amor mayor, de un horizonte más amplio. El desarrollo no escatima todo tipo de traspiés, desde la venganza ciega hasta el realismo donde no bastan los sentimientos, desde la amargura por lo perdido a la incapacidad de estabilidad emotiva y de decisiones maduras. Pero a pesar de todo, qué sería de ser humano sin este deseo insaciable. Probablemente con los límites que se describen resulta casi imposible pero esta nostalgia de ser queridos y querer invita a seguir navegando e incluso a mirar de vez en cuando al cielo. Quizás allí esté la respuesta.