La sal de la tierra. La belleza del dolor en favor de la humanidad
Dos maestros se dan cita. El fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado y el cineasta alemán Wim Wenders. El documental, de nombre bíblico, trata sobre el itinerario de denuncia fotográfica y la trayectoria vital de Salgado. Ayudando al cineasta el propio hijo del fotógrafo, Juliano Salgado, que ha recopilado muchas imágenes de su padre sobre el terreno del dolor, donde ha plasmado sus imágenes. Wenders, por su parte, las ha dotado de dramática y autenticidad, buscando la intimidad del testigo, como ya hizo en sus otros documentales “Pina” (2011) o en “Buena Vista Social Club” (1999).
El título nos señala al evangelio de Mateo “vosotros sois la sal de la tierra” (5,13), como ya lo hizo otra impresionante película homónima de Herbert J. Biberman. La cuestión es si la sal de la tierra es una bendición o una maldición. Y este es el centro del drama en que se convierte la biografía de Salgado. Un recogido por la tierra buscando los rastros y rostros de la injusticia. Le acompañaremos, junto con su cámara, a Etiopía, Congo o Ruanda donde descubriremos de devastación del hambre y la sequía, de la muerte y la barbarie. Trabajaremos en las minas de oro de Sierra Pelada Brasil. Seremos testigos de las consecuencias de la guerra del Golfo o acompañaremos a los refugiados del planeta en Mozambique, Sudán, Vietnam o la ex Yugoslavia. Y poco a como se adentrará África en el corazón del fotógrafo, sus gentes y su dolor se convierten en icono de la humanidad sufriente. Las fotografías-testimonio son acompañadas por la filmación de Salgado-hijo conviviendo con las comunidades que fotografía su padre y con las entrevistas de Wenders, donde ambos llegan a fotografiarse/confesarse mutuamente.
El blanco y negro de las fotografías pone la belleza de la imagen al servicio de la denuncia de la injusticia y de la dignidad de las víctimas. No parece que como acusó Susan Sontag estemos ante un esteticismo publicitario del dolor, sino ante la verdad del hombre cuya sal arrasa la humanidad. La belleza de la fealdad está puesta como expresión de la verdad desenmascarada así como de “la imagen y semejanza” que todo ser humano conserva. Sin embargo, en este duro itinerario del alma que baja a estos infiernos, el blanco va perdiendo su brillo, hasta que el negro parece dominar. “El hombre es un animal feroz. Somos un animal terrible, nosotros los humanos. Nuestra historia es la historia de la guerra y es una historia sin fin. Una historia desquiciada”, confesará agotado de tristeza.
Pero hay un renacimiento verde, en nuevo Génesis, que no desvelaremos, en su nuevo trabajo que ya no solo será iconográfico, sino real y significativo. El verde emergerá del dolor como si la sal fuera germen y fermento. El blanco irisado de verde vuelve a tomar forma y con ello se abre el itinerario de Salgado, hecho en común con su esposa Leila y su hijo también protagonista tras la cámara de la película.
Celebrada en Cannes con el Premio Especial del Jurado ("Un Certain Regard") y en este año en San Sebastián con el Premio del Público por aclamación se trata de uno de los mejores documentales de este año. Denuncia trasparente, convierte la imagen en sagrada como testigo del dolor y portadora de una tenue esperanza. Somos una sal ambigua y doliente. Pero que en medio del desastre Salgado plasma la belleza, como Andrei Rublev que en la destrucción pintó sus iconos, estos nuevos iconos saben a verdad con un doble filo, doloroso y luminoso, auténtico en definitiva.