Ante esta definición, la revista Sal Terrae se ha ido adaptando para sobrevivir al paso del tiempo. Ha escuchado las necesidades de cada tiempo, «presentando una pastoral donde el fondo y el estilo sean oferta de diálogo, acogida y búsqueda de nuevos horizontes desde un sentido evangélico que busca a los alejados y trata de verter su mensaje en los odres de la cultura de hoy». Ese es el horizonte que se dibuja para el nuevo director.
-Quizás sería interesante conocer cómo afrontas la dirección de Sal Terrae, revista en la que también has firmado artículos en diversas ocasiones.
-Afronto la dirección de Sal Terrae como un servicio que me pide la Compañía de Jesús, y lo hago agradecido por la confianza que se deposita en mí. De alguna manera, puedo decirte que me siento en casa puesto que se trata de una revista con la que he crecido, que me ha ayudado mucho en mi camino profesional, vocacional y personal (en la medida en que puedan separarse estos tres ámbitos). Ha alimentado mi vida interior, me ha ayudado a mirar el mundo, la iglesia, la familia, etc.
Como dices, he escrito varios artículos en la revista, casi siempre en el ámbito de la pastoral aplicada, principalmente con el tema de la familia y de la pareja.
Asumo la dirección con tranquilidad puesto que el trabajo de los equipos anteriores ha dejado una revista consolidada, de calidad, con prestigio y con vocación de futuro. Cuento con un excelente consejo de redacción que asegura tanto la continuidad en la tradición recibida como la adaptabilidad a los nuevos tiempos y desafíos.
-Como director, cuáles son para ti los principales retos a los que te enfrentas en esta tarea. Y ¿cuáles son los retos de la propia revista?
-El reto fundamental es continuar respondiendo a la vocación de nuestra revista, que siga siendo una buena revista de Teología pastoral. Es decir, una revista que sea torre de observación, laboratorio de análisis, aula de debate y casa de acogida. Y dentro de esta vocación, valorar y promover la pluralidad en la iglesia.
Un reto que también tiene una importancia sustantiva, es el de acercarnos a las situaciones difíciles y dolorosas de nuestros contemporáneos y ser capaces de tener una palabra evangélica, es decir de comprensión, acogida, ternura y respeto.
Otros retos serían: mantener y aumentar el número de suscriptores, dar a conocer la revista a nuevos públicos, mejorar nuestra presencia en las redes, etc.
-La iglesia «sufre» de déficit de vocaciones jóvenes y de compromiso creyente… me figuro que influye de alguna manera a la revista, ¿de qué manera? ¿Menos autores, menos lectores, menos interrogantes?
-Parece que la “palabra escrita” tiene más dificultades de llegar hoy a las nuevas generaciones. Leer artículos de 10-12 páginas para más de uno de nuestros contemporáneos parece una tarea difícil. Nuestra revista ha tenido siempre una vocación de lo que podríamos llamar “alta divulgación”, es decir, en ser capaces de traducir, en clave evangélica, para el “gran público” las grandes preguntas del ser humano en el mundo en el que nos toca vivir.
Evidentemente, si queremos captar a un público más joven debemos estar atentos a nuevos lenguajes, a nuevas preguntas, a nuevas sensibilidades…
Respecto a nuestros autores, creo que tenemos el privilegio de contar en nuestro país y en Latinoamérica con toda una red de universidades jesuitas que nos proporcionan un repertorio de autores de gran calidad, de orientaciones plurales, con los pies en el suelo, y de reconocido amor concreto y real a la iglesia. Junto a estas universidades, también contamos con profesionales de otras instituciones tanto eclesiales como civiles que colaboran con nosotros. Creo que la diversidad y la pluralidad son también reconocidas características de nuestra revista.
-Sal Terrae una revista centenaria para el siglo XXI. ¿cómo trazar ese camino para jóvenes, hombres y mujeres, laicos y religiosos, encuentren su sitio en ella?
-Este camino creo que lo está marcando el papa Francisco. Los grandes temas los ha ido señalando desde su exhortación apostólica programática Evangelii Gaudium. La conversión pastoral, la iglesia en salida han de ser guías para ese camino sobre el que me preguntas.
Estoy convencido que, si nos centramos en familia, jóvenes, cuidado de la creación, modo de ser sinodal de la iglesia y diálogo auténtico con nuestros contemporáneos y el mundo real, jóvenes, hombres y mujeres, laicos y religiosos, encontrarán su sitio en Sal Terrae.