Fallecido en el atentado de las Torres Gemelas, fue de los primeros religiosos en atender a enfermos de sida Fray Michael Judge OFM, in memoriam
Poco antes de las 10 de la mañana de aquel día, a fray Michael se le vio bendiciendo los cadáveres de quienes se arrojaron desde las ventanas del World Trade Center y administrando los sacramentos a quienes agonizaban en los alrededores de la zona
Fue así, en la entrega de la propia vida, como se encontró con su Creador. Su cuerpo fue sepultado cuando colapsó la torre sur. Fue el primero en ser reconocido
Nunca habló en público del tema, pero a sus allegados les confesó que erahomosexual. Vivió contento con la disciplina de la castidad, que abrazó consciente, y nunca tuvo conflictos con asumirse como lo que fue: un hombre íntegro que abrazó la espiritualidad de san Francisco para encontrarse con Dios en los cuerpos de sus hermanos excluidos
Hubo quienes comenzaron a promover a la causa del capellán de los bomberos de Nueva York. Pero, por el nulo apoyo que la Orden de Frailes Menores ha dado a la postulación y por conocerse su homosexualidad, aun siendo casto, resulta muy improbable que veamos a fray Michael Judge en los altares
Nunca habló en público del tema, pero a sus allegados les confesó que erahomosexual. Vivió contento con la disciplina de la castidad, que abrazó consciente, y nunca tuvo conflictos con asumirse como lo que fue: un hombre íntegro que abrazó la espiritualidad de san Francisco para encontrarse con Dios en los cuerpos de sus hermanos excluidos
Hubo quienes comenzaron a promover a la causa del capellán de los bomberos de Nueva York. Pero, por el nulo apoyo que la Orden de Frailes Menores ha dado a la postulación y por conocerse su homosexualidad, aun siendo casto, resulta muy improbable que veamos a fray Michael Judge en los altares
No pasó mucho tiempo después del estruendo cuando el Cuerpo de Bomberos de la zona de Manhattan ya se encontraba en camino hacia una de las torres del World Trade Center aquella fatídica mañana del 11 de septiembre de 2001. Entre ellos se encontraba su capellán, un fraile franciscano de 68 años, Michael Judge, que los atendía pastoralmente desde 1992.
Llegados a la zona, los bomberos comenzaron a rescatar a las víctimas del incendio de la torre sur. Le pidieron a fray Michael que se retirara porque su vida corría peligro, pero el franciscano hizo lo que acostumbró durante toda su vida: auxiliar a quienes veía más indefensos.
El ministerio pastoral de fray Michael fue fecundísimo, fruto de dos grandes crisis que superó gracias a la vivencia de su espiritualidad franciscana: su experiencia con el alcoholismo y su trato con pacientes seropositivos en etapa terminal. Su paso por Alcohólicos Anónimos en la década de 1970 lo hizo muy sensible en el acompañamiento de personas con problemas de adicción, a quienes asistía con su oración, con los sacramentos, y no pocas veces con algo de dinero.
A ejemplo de san Francisco de Asís, quien atendía y besaba cariñosamente a sus “hermanos leprosos” en el siglo XIII, fray Michael fue de los primeros sacerdotes en cuidar a pacientes en etapa terminal durante el inicio de la pandemia de VIH en Nueva York, en los ochenta. Los testimonios de enfermeras lo retratan vestido con su hábito marrón en los pasillos de los hospitales curando las llagas de los enfermos, masajeando sus pies, y abrazando a quienes estaban en su lecho de muerte mientras murmuraba la absolución de sus pecados. Fray Michael vio en sus hermanos seropositivos a los mismos leprosos que su fundador tuvo como imágenes vivas del Cristo sufriente.
Nunca habló en público del tema, pero a sus allegados les confesó que era homosexual. Vivió contento con la disciplina de la castidad, que abrazó consciente, y nunca tuvo conflictos con asumirse como lo que fue: un hombre íntegro que abrazó la espiritualidad de san Francisco para encontrarse con Dios en los cuerpos de sus hermanos excluidos
Nunca habló en público del tema, pero a sus allegados les confesó que era
homosexual. Vivió contento con la disciplina de la castidad, que abrazó consciente, y nunca tuvo conflictos con asumirse como lo que fue: un hombre íntegro que abrazó la espiritualidad de san Francisco para encontrarse con Dios en los cuerpos de sus hermanos excluidos.
Poco antes de las 10 de la mañana de aquel día, a fray Michael se le vio bendiciendo los cadáveres de quienes se arrojaron desde las ventanas del World Trade Center y administrando los sacramentos a quienes agonizaban en los alrededores de la zona. Fue así, en la entrega de la propia vida, como se encontró con su Creador. Su cuerpo fue sepultado cuando colapsó la torre sur. Fue el primero en ser reconocido. Cerca de 3 mil personas acudieron a sus funerales en la parroquia de san Francisco de Asís, en Nueva York, el 15 de septiembre.
Cuando el papa Francisco publicó en 2017 el motu proprio Maiorem hacdilectionem, incorporando “el ofrecimiento de la vida” como criterio para declarar santa a una persona, hubo quienes comenzaron a promover a la causa del capellánde los bomberos de Nueva York. Pero, por el nulo apoyo que la Orden de Frailes Menores ha dado a la postulación y por conocerse su homosexualidad, aun siendo casto, resulta muy improbable que veamos a fray Michael Judge en los altares.
Enésimo ejemplo de que en la Iglesia pesa más la homofobia hecha institución que los frutos que el Espíritu Santo produce en quienes habita.
Que ruegue por nosotros.