VIVIR Y CREER EN LA FRONTERA

VERDAD, BIEN Y PAZ
(Palabras del autor en la presentación del libro “Vivir en la frontera”, ed. Nueva utopía).

誠 (Makoto: Verdad, Autenticidad)

雪・月・華 (Setsu-Getsu-Ka: Nieve, luna, flores; naturaleza, belleza)

和 (Wa: Paz)
eST SD AC-P


Al presentar el libro “Vivir en la frontera”, escrito “entre Oriente y Occidente”, en el que convive la búsqueda de la armonía oriental con la denuncia de la anómala situación eclesial en la actualidad de su país, recuerda el autor anécdotas de su estancia en un contexto cultural que obliga a “cambiar el chip” para vivir y pensar las creencias y revisar las teologías ante el reto de lo diferente.

“Tu clase, demasiado clara para ser verdad”, dijo el alumnado de filosofía en Tokyo. “Tu explicación, demasiado dogmática para ser espiritual. Tu moral, demasiado imperativa para ser buena”, dijo el alumnado japonés de teología. “Tu estilo caligráfico, demasiado simétrico para ser bello”... y así hasta ciento.

El reto oriental desmonta, descoloca, despoja, desengaña y, sobre todo, desata

El evangelizador, evangelizado. aprende a “vivir en la frontera”. Sin compartimentos estancos para verdad y belleza, libertad, paz y justicia. Tender puentes, idas y vueltas de complementaridad...

Pasan los años y regresa el autor a su país. Lo encuentra muy cambiado. Pasó la primera transición (democracia); la segunda transición (alternancia en el gobierno); la tercera transición (sana laicidad, pluralismo y convivencia)... Pero la transición cultural parece asignatura pendiente..

Desconcierto del autor por la pervivencia en el estado español de los dualismos denunciados por Machado y Unamuno: blanco y negro, rojo y azul, odio teológico y odio antiteológico, quema de herejes o quema de conventos, siempre una de las dos partes nos traspasa el corazón... Incapacidad de este país para jugar a las siete y media sin quedarse corto ni pasarse.

Visita el autor al maestro del Zen y le pide: “Dibújeme, por favor, unos ideogramas para que agradezca con un obsequio simbólico la amabilidad de las tres personas que hacen la presentación del libro”. “Dime algún rasgo suyo”, interroga el maestro. “Presenta un pensador, comenta un poeta y pone el colofón un político”. Tras un largo silencio, el maestro dibujó en tres cuadritos los caracteres siguientes:

La Verdad, para que el pensamiento no cese de buscarla, sin creer que ya la tiene.

La Naturaleza (nieve, luna, flores), para que la poesía se identifique con ella,

La Paz, para que la política armonice los conflictos y construya la convivencia.

“Y para mí, ¿qué me dibuja?”, pregunta el autor. Sonríe el maestro y entrega una cartulina en blanco: “Vacíate. Piérdete para encontrarte”.
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