De la confesión neurótica al sacramento de paz
"Adiós al confesionario y bienvenida al pacificatorio". Con este lema se abre una serie de posts sobre la reconversión del sacramento de la paz, lamentablemente reducido a la confesión rutinaria, a veces neurotizante. El papable cardenal Martini coincide con los últimos papas en revalorizar el sacramento de la conversión y reconciliación. Pero su preocupación no es que disminuya el número de penitentes ni la frecuencia con que lo practican, sino recuperar la riqueza pacificadora y terapéutica del “confiteor”.
Confiteor significa “yo confieso”. Pero, ¿Qué confesamos cuando confesamos? No sólo confesamos el pecado, dice el cardenal Martini. Confiteor significa alabar, reconocer y manifestar.
Confesamos la alabanza y gratitud. Confesamos la manifestación de la vida con sus luces y sombras, reconociendo ambas. Y confesamos la fe. Confiteor significa “yo alabo, yo reconozco y yo creo”.
Confesor y penitente se ayudan mutuamente a reconocerse pecadores perdonados, a agradecer el perdón y a confesar la fe orando juntos. La palabra de reconocimiento de quien se confiesa y la palabra de absolución de quien ratifica de parte de Dios el perdón son sacramento de la transformación pacificadora y terapéutica operada por el Espíritu, que hace crecer frutos de gracia donde se habían sembrado semillas de culpa.
En sus Meditaciones de Ejercicios, al hilo del evangelio, comenta el exegeta Martini: “La confesión de alabanza repite la experiencia de Pedro en Lc 5. Comienza el coloquio penitencial recordando el itinerario de la propia vida; ¿Qué tengo que agradecer desde la última confesión?”
Al comienzo de este Año del Ministerio, es oportuno recomendar tres lecturas que ayuden a cambiar el confesionario por el pacificatorio:
1. Vicente Gómez Mier, Adiós al confesionario, Ed. Nueva Utopía, 2000
2. Domiciano Fernández, Dios ama y perdona sin condiciones, 1989 (Ver nueva edición de 1999 en: http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/teologica/CelebracionPenitencia.zip
http://personal.auna.com/rubio/confe0.htm
3. Conferencia episcopal española, Dejaos reconciliar con Dios, 1989
Confiteor significa “yo confieso”. Pero, ¿Qué confesamos cuando confesamos? No sólo confesamos el pecado, dice el cardenal Martini. Confiteor significa alabar, reconocer y manifestar.
Confesamos la alabanza y gratitud. Confesamos la manifestación de la vida con sus luces y sombras, reconociendo ambas. Y confesamos la fe. Confiteor significa “yo alabo, yo reconozco y yo creo”.
Confesor y penitente se ayudan mutuamente a reconocerse pecadores perdonados, a agradecer el perdón y a confesar la fe orando juntos. La palabra de reconocimiento de quien se confiesa y la palabra de absolución de quien ratifica de parte de Dios el perdón son sacramento de la transformación pacificadora y terapéutica operada por el Espíritu, que hace crecer frutos de gracia donde se habían sembrado semillas de culpa.
En sus Meditaciones de Ejercicios, al hilo del evangelio, comenta el exegeta Martini: “La confesión de alabanza repite la experiencia de Pedro en Lc 5. Comienza el coloquio penitencial recordando el itinerario de la propia vida; ¿Qué tengo que agradecer desde la última confesión?”
Al comienzo de este Año del Ministerio, es oportuno recomendar tres lecturas que ayuden a cambiar el confesionario por el pacificatorio:
1. Vicente Gómez Mier, Adiós al confesionario, Ed. Nueva Utopía, 2000
2. Domiciano Fernández, Dios ama y perdona sin condiciones, 1989 (Ver nueva edición de 1999 en: http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/teologica/CelebracionPenitencia.zip
http://personal.auna.com/rubio/confe0.htm
3. Conferencia episcopal española, Dejaos reconciliar con Dios, 1989