Juventud Estudiante Católica (JEC)

“CREAMOS EN LO QUE CREEMOS”

Se ha celebrado la comisión general del movimiento de la Juventud Estudiante Católica en la ciudad de Salamanca, los días 20,21 y 22 de Septiembre en la parroquia de Fátima. Han participado militantes de las distintas diócesis y han trabajado sobre el momento actual del movimiento en España, programando temática y reflexiones para el año asambleario que preparará la asamblea trianual a celebrar el próximo verano. También han programado objetivos y acciones a nivel estatal para el curso presente. Os relato el encuentro:

Volver con ellos a programar un curso, en una comisión general de la Juventud Estudiante Católica, siendo consiliario es como bautizarte en una esperanza que se estrena. Salimos el Viernes apenas almorzamos; en la parroquia de Guadalupe me estaban esperando, resguardándose a la sombra de los árboles, Cintia que acaba de ultimar sus estudios de comunicación audiovisual, Isidro matriculado en su Máster con el sueño de ser profesor, con su grado de ingeniería química, Ana que se lanza a su quinto curso de medicina con una ilusión y unas ganas tremendas, y Guimaly que ya se ha estrenado en lecturas para su proyecto de fin de grado en Ingeniería de electricidad.

Álvaro y Carmen, pianista y psicopedagoga, habían salido por la mañana en el autobús pesado que lento avanza por la ruta de la plata, Marra llegará mañana desde la Fuente. En Salamanca, en las dependencias de una parroquia sencilla de barrio –de Fátima-, que nos acoge siempre con gratuidad y alegría, nos encontramos con jóvenes estudiantes católicos –universidad y bachillerato- de otras diócesis: Bilbao, Salamanca, Madrid, Valladolid, Cáceres, Plasencia, Palencia (Pablo, Carlos, Cristina, Ale, Néstor, Fabio, María, Teresa, Ana, Gamarra, Miguel, Maite, Maitane, César, Andrés, Fernando, Carmen, Sergio, Jesús).

Son jóvenes tocados por el espíritu que se hacen cargo de sus vidas y de la realidad que les rodea, lo hacen poco a poco, conscientes de que son lo que hacen, pero que pueden hacerlo desde un proyecto de vida y verdad que les llene en lo profundo, y que responda con generosidad a lo que este mundo necesita. Por eso, siguiendo a Cristo, cada año se preguntan cómo pueden seguirle más y mejor, para servir más y a más gente.

Las grandes preocupaciones que les embargan en este momento de sus vidas y de la sociedad respecto a lo que viven y al movimiento que forman son claras : quieren llegar a los demás porque sienten en sus entrañas el impulso de la misión y saben que no se pueden guardar este tesoro que llevan en vasijas de barro que ilumina y llena sus vidas, son muchos los que lo necesitan y están en búsqueda; pero son conscientes de que no pueden llegar si el Espíritu no campea a sus anchas dentro de ellos y quieren profundizar en su espiritualidad, necesitan más autenticidad y coherencia, están dispuestos a seguir caminando y avanzando en la revisión de vida, en la oración evangélica y en la acción para conquistarlas; y saben que esta sociedad necesita liderazgos de esta autenticidad que clama por la justicia y denuncia la pobreza, el dolor y la injusticia, líderes al estilo de Jesús.

Es lo que les duele y lo que quieren ganar, por eso de cara al año asambleario en el que se encuentran se plantean profundizar en estos aspectos, ser creativos para vivir el credo de la verdad, la vida y la luz que les inquieta y que están descubriendo en el Reino de Jesús. Cómo avanzar en la construcción de esta utopía que les quema el corazón. Hasta el lema quiere ser dinámico, creativo y vivo: “Creamos en lo que creemos”. Volver a las propias fuentes con creatividad y frescura para que el evangelio llegue curando, animando, alegrando, construyendo.

En las manos tres elementos simbólicos, recién publicados, de lo que traemos entre manos en la comisión general: la agenda del curso, de septiembre a septiembre, abierta y luminosa para rellenarla de calendarios de formación, encuentros, acción, temas, fiestas…; la publicación de la acción común de los graduados del curso anterior sobre el liderazgo en nuestra sociedad a la luz del Evangelio; y el tesoro heredado del buen hermano José Ángel Fuerte, consiliario de Zaragoza, que murió hace un año, que nos habla desde la vida del movimiento y la experiencia de los militantes – síntesis de su trabajo de licenciatura en teología espiritual- de lo que es el proceso de espiritualidad de la JEC, y todas sus herramientas. En medio de todo esto, vuelvo a creer y arraigarme en ese evangelio de la vida, que sigue proclamando y creyendo lo que se va creando en la iglesia y en el medio estudiantil: la sal, el grano de mostaza, la levadura, el grano de trigo… y se hace evidente que no podemos servir a Dios y al dinero, y ellos lo prefieren a El.

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