Salió el sembrador a sembrar... La parábola del voluntario... en tiempos de dificultad
Me llega un vídeo de mi amigo Paco, apóstol de niños y de compromiso cristiano en el ámbito del voluntariado. De una forma muy sencilla nos habla de la mayor tentación que tenemos en este mundo y más en este tiempo de pandemia: acedia le llama el papa. Pero para entendernos con su explicación, la tentación a dormirnos, acomodarnos, a entrar en la indiferencia y ser cristianos "nini". Pero si la sal se vuelve sosa, si nos dormimos...entonces seremos con las jóvenes necias... pero eso es otra párabola. Oigamos a este amigo y su confesión vital de sembrador.
| Francisco Manuel Cobo Serrano
A SEMBRAR… no te duermas¡¡¡
Al intentar responder a esta pregunta surgieron otros pasajes del Evangelio, “Lo que hicisteis con estos … conmigo lo hicisteis”, “Dadles vosotros de comer…”, “Bienaventurados…”, ¡Son tantas las llamadas que descubrimos al compromiso, a la generosidad, la misericordia, la entrega,…!
También una respuesta más simple, al estilo de Pablo Milanés… “Te quiero porque te quiero”, es que no me sale otra cosa, es lo que llevo en las entrañas. A sabiendas de que retorcía un poco el mensaje original de esta parábola de “El Sembrador”, me pareció muy gráfica para expresar una parte de lo que siento para meterme “en faena”:
Por una parte, RESPONSABILIDAD, tenemos que hacer lo que nos toca hacer, no se vale quedarse en la cama, pasar de todo, que no me importe la vida de los demás, del mundo, de los pobres, del planeta…
Por otra, la CONFIANZA, no todo depende de mí, no puedo asegurar el fruto, ni siquiera esta tarea es mía, toda mía, sólo mía, … Confío y me apoyo en la acción de tant@s otros, creyentes o no, que enriquecen, complementan o, incluso, reparan lo que yo pueda hacer; confío y me apoyo en que la tarea es de Dios, y Él hace grande lo pequeño, se vale de lo imperfecto; vivimos la entrega y el servicio con humidad: “Pobres siervos somos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.
Y la ESPERANZA que, a decir verdad, pasados tantos años, no es ciega; aunque dejamos en manos de Dios nuestra siembra, sin esperar frutos, la experiencia nos ha mostrado cómo nuestras pequeñas semillas han dado fruto, en personas, pueblos, barrios, … en la mentalidad de la sociedad, y también en el transcurso de nuestra historia.
Faltó, en la exposición, un aspecto muy importante (que me subrayó con mucha razón Serafina, ya tarde). Nuestro compromiso, nuestra tarea en favor de otros, nuestra tarea educativa y evangelizadora… también nos cambia a nosotr@s, nos educa, nos evangeliza, nos hace crecer y nos hace mejores personas.
Recibimos, muy a menudo, mucho más de lo que damos. Así es que, arriba, salid de la cama, despertad, … y ¡A SEMBRAR! que hay mucha mies, pero también much@s brazos generosos construyendo un mundo mejor, el Reino.
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