Los derechos humanos en clave creyente

En nuestro mundo hay mucha gente a la que se niega el derecho al trabajo, la salud, la vivienda o la educación, se le pagan sueldos de miserias, se practica con ellos la usura o se las maltrata física, sicológica o sexualmente.

En nuestro mundo hay muchas y muy variadas formas de no respetar los derechos de los hombres. Los Derechos Humanos.

Muchos dirán que son asuntos que no van con ellos; que nada de eso les incumbe; que de nada de eso se les puede acusar. Pero si todos los hombres somos iguales a los ojos de Dios el ser fieles a nuestra fe ¿no debería comprometernos a respetar y hacer respetar esos derechos?

Aunque no seamos directamente responsables de esas situaciones está el pecado de omisión. Es aquel que tiene que ver con el silencio cómplice ante los abusos anteriores; es la desidia ante la discriminación; es el hacer la vista gorda ante los abusos de diversa índole.

¿No es una falta contra el Padre no hacer nada por evitar el sufrimiento de sus hijos?

Al cristiano le corresponde no solo exigir el respeto de los derechos humanos sino que además debe trabajar por ellos. No puede ser tibio, ni ambiguo ante la injusticia. Y, desde unos principios éticos que arrancan de las enseñanzas de Jesús, debe implicarse en la lucha por la paz, la justicia, la solidaridad y el amor entre los hombres.
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