La encíclica a ras de suelo

Ante la crisis que nos rodea son muchas las voces que reclaman otro modelo socioeconómico. ¡Qué gran satisfacción que nuestro Papa se haya unido a ese movimiento y, en muchos aspectos, no limitándose a sobrevolarlo sino mojándose!

Redactada en el contexto de la crisis económica mundial contribuye a analizar las causas de lo ocurrido y, en ese contexto, denuncia la corrupción y la ilegalidad, y cuestiona el capitalismo sin alma.

Nuestro Papa sostiene que la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento, y no de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona. Y si alguno todavía no lo entiende eso, a ras de suelo, significa que la ética personal y la ética empresarial no pueden ser dos mundos disjuntos.

Sin dar soluciones técnicas a la crisis sí que ofrece referentes claros y principios de actuación: reivindicar una sociedad a la medida del hombre, de su dignidad y de su vocación, apelando a la responsabilidad de las empresas y de las personas.
¡Qué gran regalo y qué espaldarazo para quienes creemos y queremos redefinir el modelo socioeconómico desde la Responsabilidad Social Corporativa! Porque leyéndola con detenimiento y meditando cada expresión podemos ir incorporándola a nuestra existencia, tal y como recomienda Osoro.
¡Qué gran documento para escribir sobre él largo y tendido, para que sea como el chirimiri que día a día va impregnado el trabajo por forjar un desarrollo basado en hombres rectos, en operadores económicos y agentes políticos que sienten en su conciencia la llamada al bien común.
A ras de suelo, y en términos de responsabilidad empresarial, de la encíclica deduzco que el empresario y el directivo cristiano deben ser transparentes en su gestión; deben rechazar la manipulación de las pruebas de calidad de los productos o servicios con los que operan, las faltas de garantía de los mismos, el incumplimiento de plazos o la publicidad engañosa; deben huir de la tentación de la facturación indebida, las comisiones no contractuales o la manipulación de los estados financieros; deben renunciar al aprovechamiento de su posición en la empresa y de los abusos de autoridad; deben evitar las discriminaciones por razón de sexo, raza, o clase social y el incumplimiento de las normas de seguridad e higiene en el trabajo; deben velar por minimizar el impacto medioambiental de la actividad de su empresa, por el vertido de residuos y por la ecoeficiencia en el consumo de recursos no renovables; deben contribuir al desarrollo del entorno socioeconómico en el que actúan.
Y si a las empresas les reclama una mayor responsabilidad social a los hombres y mujeres nos interpela a comportarnos como personas creyentes y responsables, que piensan y actúan en términos tanto de derechos como de deberes y que participan activamente en los asuntos públicos, como ciudadanos concienciados y consumidores exigentes.
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