Un obispo desautorizado
Acerca de Vox casi lo único que dijo fue que “Vox no es de extrema derecha, sino de extrema necesidad”. Todo el resto de la entrevista estuvo dedicada a la relación personal que le ligaba a Abascal y a su opinión de él como persona.
Sin ni siquiera hablar con Alfonso (que es como se llama el sacerdote mencionado) el obispo publicó una nota de prensa afirmando que, “ningún sacerdote puede presentarse ante la opinión pública manifestando su apoyo a una opción política determinada“.
Esto ocurre al mismo tiempo que desde el Vaticano se está reconociendo (con razón) la labor de unos sacerdotes que en su día habían sido marginados por defender determinadas posturas políticas, desde la denominada teología de la liberación. Y al mismo tiempo que se permite (de forma poco o nada comprensible) que algunos sacerdotes y obispos catalanes apoyen la causa de personas que están encarceladas por atentar contra la Constitución española.
En las circunstancias anteriores no puedo comprender que el obispo de mi diócesis soriana saliera inmediatamente a desmentir al párroco de mi pueblo.
¿Buscaba el obispo un protagonismo mediático que le ayudara a hacer carrera eclesiástica y así salir de una diócesis que le sabía a poco? Es la única interpretación que se me ocurre.
Si esta interpretación es cierta creo que le salió el tiro por la culata, porque a lo que ha contribuido es a echar más leña al fuego de una Iglesia española dividida. Y echarla sin necesidad, porque lo que ha hecho no une sino que divide.
Don Alfonso es párroco de mi pueblo y de otros 13 más y ha entregado sus 26 últimos años a ir de pueblo en pueblo a llevar un poco de alimento espiritual a las pocas gentes que allí quedan.
A nivel personal, señor obispo, lo que Alfonso necesita es el reconocimiento por esa labor tan poco agradecida que realiza. Y a nivel pastoral lo que necesita es un obispo que ejerza de Pastor de Pastores. Que le explique, en privado, que los populismos, ya sean de izquierdas o de derechas, no surgieron fruto de la casualidad. Que el caldo de cultivo que los alimentó estuvo relacionado con la ausencia de liderazgo moral de unas personas que habían perdido el respeto y la credibilidad de la ciudadanía. Porque ante los problemas surgidos habían mirado para otro lado y habían dejado que los problemas se pudrieran, generando males mayores. El resultado fue que las elecciones políticas se convirtieron en ocasión para votar en clave de castigo y para apoyar no a propuestas sino a protestas. Fue así como surgieron los populismos tanto de Podemos como de Vox.
En los últimos años se ha producido un resurgimiento de ideas que explotan el rechazo al extranjero, argumentando que quitan puestos de trabajo a la población local, colapsan los servicios sanitarios, absorben las ayudas sociales y aumentan la delincuencia. El resultado es que se han exacerbado sentimientos nacionalistas excluyentes.
Ese discurso basado en fomentar el odio es claramente contrario a la fuente bíblica de la que se nutre una persona creyente: “Al forastero que reside junto a vosotros, lo miraréis como a uno de vuestro pueblo; y lo amarás como a ti mismo; pues forasteros fuisteis vosotros”. Es lo que el obispo de Soria debería explicar a su fiel párroco.
Sabiendo de la buena relación del sacerdote con el líder de Vox lo que su obispo debería haber hecho es aprovechar esa posible influencia para hacer ver al líder de Vox que un político que se considera cristiano no puede basar su razonamiento en un discurso racista y xenófobo; para hacerle ver que los inmigrantes no son invasores, sino personas desesperadas que huyen del hambre y de la violencia; que debe analizar las causas por las que tantos inmigrantes huyen de sus países; que no desprecie y manipule al pobre porque también éste es hijo de Dios.
Ante lo ocurrido Don Alfonso merece mi respeto y consideración, aunque nuestras ideas políticas sean muy diferentes. Pero su obispo, para mí, ha quedado desautorizado.