La inocencia de las creencias

El sendero era una imprecisa franja de tupida y aplastada hierba en aquel mundo pintarrajeado por los restos de nubarrones amenazantes. Recuerdan al pasar: Aquí fuimos niños. Ojala supiéramos sobre todo esto tantas cosas como sabíamos entonces.  Todo es extraño como una inocencia.  El azul del cielo no es más que el vaho de una bocanada de viento, pensaron. Uno dijo: Todo esto es tan increíble como el truco de un mago, El otro: y tan maravilloso. Se preguntan: ¿por qué abandonar las creencias de la infancia, aunque hayan dejado de ser ciertas? Cada uno pensó sin decirle nada al otro: Si nos aferramos a ellas volverán a ser ciertas.

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