«Gracias por vuestra presencia en este primer día de curso», expresó el arzobispo al inicio de su meditación, centrada en la «radicalidad» en el seguimiento de Jesucristo, que no significa renuncia. Más bien, Cristo invita «no a dejar algo», sino a «encontrarnos con Él». Este seguimiento no es sentir, no es «euforia»; «exige escuchar la voz interior».
El purpurado aseguró que, aunque en la vida «se nos ofrecen muchas cosas», «sigue teniendo una fuerza especial la belleza del Evangelio». Ante esto, surge la pregunta: «¿qué es un cristiano?». Es aquel, respondió, «que se ha dejado seducir por la belleza de Jesús y por la fuerza liberadora del Evangelio». Y la belleza —el mismo Cristo—, «salvará el mundo», afirmó el cardenal Osoro usando palabras de Dostoyevski en El idiota.
Las noticias que todos los días aparecen en los periódicos, dijo, llevan a la necesidad de «poner los ojos en alguien que nos asombre, que nos haga salir de la mediocridad» del hombre «cuando no tiene sentido su vida». Porque «la referencia última de la existencia humana es Jesús», declaró. El arzobispo de Madrid concluyó pidiendo a Dios, en las oraciones finales, valentía para «que logremos hacer una camino de liberación total, de disponibilidad, de libertad interior».
La vigilia terminó con la convocatoria a Madrid Live Meeting, el encuentro de inicio de curso que la Delegación de Jóvenes ha organizado para el próximo 8 de octubre. Una velada en la que habrá música, testimonio y «muchas sorpresas», aseguró el director del Secretariado de Infancia y Juventud.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME