"He obedecido siempre y en todo lo que me mandó el obispo" José Ramón Pérez: "Es necesario que el obispo vaya a Friol y hable con la gente...Yo puedo ir con él"
(José Manuel Vidal).- Es un cura de pueblo entregado. Quiere a su gente y la gente le quiere tanto, que lleva meses maniféstandose para que el obispo de Lugo se lo devuelva a las parroquias de Friol y Guitiriz que regentaba. José Ramón Pérez cuenta su vida, su forma de ejercer el sacerdocio y suspira por volver a encontrar la paz perdia. Tanto para él, como para sus vecinos. Para ello, está incluso dispuesto a acompañar a monseñor Carrasco Rouco a sus antiguas parroquias, para que hable con los vecinos y se solucione, por fin, el problema.
Parece que tus feligreses te adoran: llevan meses manifestándose, para exigir que vuelvas a las parroquias que has regentado en la zona de Friol y de Guitiriz en la provincia de Lugo, diócesis de Lugo también. ¿Quién es José Ramón Pérez? ¿Cómo te defines a ti mismo?
Como un cura que intenta ser buena persona, buen cura y hacer las cosas lo mejor posible.
¿Cuántos años llevas ordenado?
Veinte años.
¿Quién te ordenó?
Fray José Gómez, obispo de Lugo, franciscano, muy afable y muy cordial.
¿Cuándo entraste en el seminario?
Yo vivía en Suiza, como hijo de emigrantes que era. Tenía la opción de estudiar allí o de venirme aquí. Un cura de Palencia me animaba a quedarme allí. Un catalán me animaba para que fuera a Pamplona. Y, en unas vacaciones en Galicia, había un vecino que era sacerdote y estaba de formador en el seminario. Él me llevó al seminario de Lugo.
¿Viviste mucho tiempo en Suiza?
Hasta los veinte años. Hice BUP, COU y Selectividad por la UNED en Berna.
Vocación tardía, que decíamos antes. ¿Tuviste novia?
Novia, novia...Alguna amiga, cuando estaba en Suiza.
La vocación ¿te vino así, de golpe y porrazo?
Yo era un chaval que iba siempre a misa. Mi familia es toda muy religiosa, y era la costumbre. Cuando trabajaba, incluso iba a la misa portuguesa o a la misa francesa. Y también daba catequesis. Además, colaboraba en una guardería que tenían las Hijas de la Caridad. Ellas me daban libros de san Vicente de Paul y los Evangelios. Entonces, me gustaban las misiones y sentía esa llamada.
Al final, te hiciste cura, y estudiaste teología.
Estudié teología en Lugo y después en Santiago, que era donde había que hacer los últimos cursos.
¿En qué año te ordenaste?
En el 95. Estuve bastante tiempo de diácono, y después tuve que hacer la mili, cuando estaba en la mitad de los estudios. Todo ello retrasó mi ordenación.
Te ordenas y te mandan a tu primer destino.
Me mandaron a la parroquia en la que me bautizaron, al sur de Lugo, en Pantón.
¿Ferreira de Pantón?
Sí. Una parroquia al lado del río Miño, de unas 600 personas. Allí, con los jóvenes hacíamos un festivalde teatro, algo de música. Allí me ordenaron sacerdote y celebramos mi primera misa con una comida al aire libre, en una carballeira. Después, estuve de cura en Lugo ciudad, durante dos años, en la parroquia de Ángel Lorenzo, un cura muy querido, que fue rector del seminario y murió joven.
¿Cuál fue tu primera parroquia como párroco?
Estuve en Samos-Sarria, un parroquia atendida por un equipo de religiosas y otro cura, con el que compartía las parroquias. Compartimos las parroquias durante unos años. Y después, se añadieron otras cuatro parroquias, en la zona de Samos, que llevaba yo solo.
Después de Samos-Sarria, ¿te mandan a Friol?
Sí, me envían a Friol.
Y allí, encontraste tu sitio.
El cura que mandaban no quiso ir y me tocó a mí, de carambola. He estado allí trece años. Nunca había estado más de seis años en ningún sitio.
¿Por opción o porque te cambiaban?
Por las cosas de la vida. Como era hijo de emigrantes, a los seis años me dejaron con mis tíos y luego con mis abuelos. Después fui a la EGB, después al BUP, después a Suiza, después a Lugo al seminario, después a Lugo, a Samos, a Friol...
¿Por qué en Friol te quedas más tiempo?
Porque no me cambiaron.
¿No porque tú quisieses quedarte?
Por las dos cosas; estaba contento y tampoco me cambiaban. Cuando llegué, me preguntaron cuánto tiempo me iba a quedar, porque la media de estancia de los curas allí era de tres años. Conocí a los diez curas anteriores a mí. Estaban todos vivos. Habían tenido diez curas en treinta años. En las parroquias de al lado, del mismo municipio, los curas estuvieron hasta que se murieron. Pero allí, en la zona norte, cerca de Parga, se marchaban.
¿Por qué?
Allí la gente tiene una idiosincrasia propia, característica. Es una zona ferviente religiosamente, no como en otras zonas de la diócesis. Pero la gente, cuando la vas conociendo, es muy cordial. La comprendes.
Y en Friol, se altera tu dinámica vital de cambio.
Cuando ya has pasado doce años, piensas que es para siempre. Aunque no sea así, porque un cura siempre está al servicio, para ir a donde le envíen. Pero sí, estaba contento y con la necesidad de que tenía que servir allí más tiempo.
¿Qué tipo de cura eres, para que la gente nos entienda? Me han dicho que no cobras las misas, que te dedicas a la gente, que echas una mano en lo que haga falta. Es decir, un cura 'encarnado'.
Cuando hay que cobrar los derechos de Iglesia, las misas u otras cosas que son personales, la parte que me correspondería por un funeral o un aniversario, esa parte no la cobro.
La labor que desempeña un párroco, va más allá del tema económico, debemos de estar al servicio de la gente y los fieles.
¿Te criticaban por eso los compañeros?
No. Algunos también lo hacen por un amigo o por alguien cercano. Para mí, en Friol son todos iguales. No tengo que hacer distinciones.
¿Eso rompe la dinámica habitual entre el clero de la diócesis?
Pero al lado tengo la diócesis de Mondoñedo, donde también hay sacerdotes que lo hacen.
¿Tu relación con los curas de la zona ha sido buena durante estos años?
Sí, siempre me he llevado bien con todos. Nunca tuve problemas. Hemos compartido retiros, reuniones de arciprestazgo. Todo muy bien.
¿Cómo han reaccionado tus compañeros, después de todo lo sucedido en Friol?
Pues uno me ha llamado hace un rato, para saber cómo estoy. Hacía años que no hablaba con él. Me ha dado ánimos, me ha dicho que me cuide y que rezará por mí. Algunas llamadas, sí las echo de menos. Llamadas de los que pensaba que eran más compañeros y que no han aparecido. Otros, en cambio, sí me han llamado. Unos, para darme consejos, otros para animarme.
¿Esperabas que tus compañeros saliesen públicamente a defenderte?
Yo no pido a nadie que me defienda, porque los que me conocen saben cómo soy y los que no, pues no me van a conocer por esto.
¿Por qué te costó dejar Friol y Guitiriz?
Cuando me anunciaron que me iba de Friol, me marché con disgusto. Y fui para Quiroga y Ribas de Sil. Como estaba enfermo - llevaba seis meses con dolor fuerte de cabeza tres veces al día -, me mandaron a Pamplona. Y fui a Pamplona. Ahora me mandan de ejercicios a Manresa, e iré a Manresa. Me dijeron que dejara la rectoral, y la dejé. Yo siempre he obedecido.
Entonces, no es verdad que seas un cura rebelde ni que hayas desobedecido a nada de lo que hasta ahora te han mandado el obispo.
He obedecido siempre y en todo lo que me mandó el obispo.
Ahora también.
Sí, me estoy alejando de Friol, porque algunos creen que mi presencia allí anima a la gente a rebelarse, a protestar para que vuelva. A mí me gusta la paz. Y eso es lo que deseamos todos. Este conflicto ya está durando demasiado tiempo, y que no se haya solucionado es triste para todos.
¿Qué es lo que más te ha dolido durante el conflicto?
A mí, lo que me duele es que la gente sufra. Y encima, que sea por una buena causa.
Te refieres a la gente de tus pueblos, a tu gente.
Claro. Esa gente que conoces y a la que quieres.
Bueno, no parece que sufran tanto. Están movilizados, eso sí. Parece que te quieren y que están dispuestos a dar la cara por ti.
Pero están sufriendo, porque no tienen eucaristía y ven que el cura que piden no se les concede.
Nunca nadie había protestado tanto tiempo para que no se marche un cura, o para que vuelva el cura de su parroquia. ¿No te sientes orgulloso de esa Iglesia laical y comprometida?
Es una sorpresa. No me lo esperaba. Que protestaran o que dijeran algo, sí. En Samos hicieron una protesta, cogieron firmas y un día salió en los periódicos. Y se terminó. Pero, en Friol y Guitiriz, llevan cinco meses movilizándose. Verdaderamente ha sido algo inesperado e inexplicable.
¿Habría que tener en cuenta este signo de madurez del laicado de tus parroquias?
Yo creo que habría que contar más con la gente. Se les debería escuchar un poco más. Se les debería escuchar, cuando hablan. Porque hablan por ellos mismos. El pueblo tiene voz propia. Ellos no hablan por mi boca. Dicen lo que piensan, lo que sienten.
Al fin y al cabo, también ellos son Iglesia, ¿no?
El Espíritu Santo sopla donde quiere y cuando quiere. Hay muchos signos de los tiempos que aparecen así, por sorpresa, y algo querrá decir. Algo tendrá de bueno, también para la Iglesia.
En cambio, las lecturas que se están haciendo desde el ámbito clerical son muy negativas.
No creo que todo sea tan negativo. Habrá que sacar conclusiones. Esta gente se siente Iglesia y dentro de la Iglesia. Y se sienten scatólicos. Unos más comprometidos y otros, menos. Buena gente: familias, jóvenes, ancianos, niños...
¿Luchan por un tipo de Iglesia y por un tipo de cura, que has encarnado tú allí, que es el de un cura cercano, que vive con ellos, como ellos y para ellos?
Claro. El cura también marca mucho el tipo de Iglesia. Y la gente hace al cura. Hay una interacción. Un cura llega a una parroquia, a un lugar, y construye Iglesia y la gente lo construye a él. Porque hay al menos dos tipos de Iglesia: Una que es conciliar, más cercana al Evangelio y otra más funcionarial
Tu depresión, ¿es consecuencia de todo el conflicto?
Tener ese estrés, todas estas tensiones y preocupaciones han hecho que tenga que tomar pastillas por la mañana y por la noche.
¿Antes, nunca tuviste ningún tipo de depresión ni tomabas nada?
No. Nunca tomé nada.
¿El obispo sabe cómo estás? ¿Cuántas veces te has visto con él?
Muchas. He perdido la cuenta. Seis o siete veces. O más.
¿Cuál es la actitud del obispo contigo?
Conmigo es muy cordial. Y yo siempre estoy dispuesto a obedecerlo. Siempre he manifestado que, si obedezco al obispo, nunca me equivoco.
¿Monseñor Carrasco Rouco escucha tus razones?
Me gustaría que escuchara un poco más lo que pienso y lo que propongo.
¿El obispo está decidido -como decimos en Galicia- a escarmentar a la diócesis en tu cabeza? Porque, si os deja salir con la vuestra, se crearía un precedente.
Precedentes ya hay muchos por toda España.
¿Sí?
En Pamplona, en Pontevedra, en Mondoñedo.
Pero precedentes de protesta, no de que se consiga algo con ella.
Sí, también hay casos en los que los obispos atendieron a las protestas de los fieles.
¿Crees que tu obispo también ha recibido presiones?
Sí, presiones de obispos y de clérigos.
El obispo te ha pedido que retires tus cosas de Friol.
Sí, la semana pasada. Solo tengo que ir a recoger las cosas. Hace un mes que ya no estoy allí, solo de paso. No sé si es que va a ir alguien a vivir allí y la necesita, o va a ir otro cura, o molesta que tenga allí mis cosas.
¿Y adónde las llevas?
Pues para muchos sitios, porque tengo la ropa en cuatro casas de familiares y de amigos. Unas las llevaré a un lado, otras a otro, otras las regalaré y de otras me desharé.
O sea, que te quedas absolutamente a la intemperie.
Bueno, teniendo familiares y amigos, siempre puedes acudir a ellos. Y el futuro nadie lo puede predecir.
¿Qué te han ofrecido en concreto? He leído que el obispo te ha ofrecido que te vayas a Suiza.
Sí. Es una posibilidad, porque están pidiendo curas para relevar a los capellanes en vacaciones durante un mes. Todo depende como evolucione esto.
Pero, eso sólo sería una salida provisional.
Sí, sólo un mes. Luego, habría que pensar lo que viene después. Es imprevisible.
Da la sensación de que lo quieren, en este momento, es sacarte de Friol y de Guitiriz y mandarte lejos.
Sí, claro. Aunque de los amigos nunca estás lejos; los tienes siempre contigo. No sé si la distancia física puede cortar esos lazos..., no creo.
¿Vas a aceptar alguna de esas propuestas?
Lo veré sobre la marcha.
Vas a ir decidiendo poco a poco, según te vayan proponiendo.
Sí.
¿Has pensado alguna vez en tirar la toalla?
En Friol, me ofrecieron casa y trabajo. De esto ya hace meses. Me invitaron a quedarme allí y a darme trabajo en el caso de que renunciase al sacerdocio. Pero yo me siento cura, y para mí ésta es una situación muy difícil.
¿Estás teniendo ayuda espiritual y presbiteral?
Sí, y me ofrecen casa, me ayudan y me animan.
Digo de cara al discernimiento.
Esto es algo muy personal. Es una decisión en conciencia. Y tampoco sé si es un buen momento para tomar decisiones. Un momento en el que no sabes si los problemas te dejarán elegir bien. No sé. Está todo un poco confuso.
¿Te han ofrecido o has pedido un año sabático para retirarte al monasterio de Samos o a otro?
No, pero es una posibilidad también.
¿Hay alguna otra posibilidad abierta para ti? El que te vayas a otra parroquia, por ejemplo. ¿O eso no te lo ofrecen ya?
De momento, no hay esa posibilidad, ni la contemplo.
¿La entrevista en La Voz de Galicia, rompió tu consenso con el obispo?
No. En algunas cosas, me siento muy bien reflejado en ella. Pero no me siento capaz de juzgar al obispo. Muchas cosas reflejan un poco la historia de lo que ha pasado. Todo el tiempo que ha pasado, todas las manifestaciones. Y no me refiero a las de las pancartas, sino a las que se han expresado por muchos medios de prensa radio y televisión, por comunicados... Hay un poco de popurrí en esa entrevista.
¿Te duele?
Sí, pero refleja un poco todo lo que pasó y el tótum revolútum que hay entre la gente, los curas, los obispos, los medios...
¿Te duele especialmente que te tachen, desde algunas instancias eclesiásticas, de rebelde y de desobediente?
Sí, eso me duele.
Porque no es tu caso.
No. Yo siempre he obedecido. Cada cosa que me ha pedido el señor obispo, la he ido haciendo.
¿Tu vida se ha quebrado, de alguna manera, con esta situación?
Hay cosas que no van a ser lo mismo. Cosas que te marcan. Unas, de las que aprenderé, y otras que quizás conseguiré olvidar.
¿Algún obispo español te ha llamado para ofrecerte ayuda, para hablar contigo?
Ninguno.
¿Rouco Varela, tampoco?
No. Ningún obispo.
¿Qué deseas y qué esperas?
Lo que más deseo es la paz y que la gente deje de sufrir.
Si te quitas de en medio físicamente, ¿crees que tu gente va a encontrar la paz o que van seguir en la lucha?
Eso, no lo sé. Físicamente, hace ya un mes que no estoy y nada ha cambiado en la relación de Obispo y fieles, todo lo contrario, cada vez es más tensa dicha relación.Lo que va a hacer la gente no lo sé. No lo puedo prever. Y no sé si alguna medida puede traer la paz, solucionar y calmar las cosas.
Si te lo pide el obispo, tú estarías dispuesto a hablar con tu gente y decirle: "Esto se ha terminado. Os agradezco mucho lo que habéis hecho por mí. Habéis dado un ejemplo a toda la ciudadanía y a toda la Iglesia española. Pero yo me voy y otro vendrá. La Iglesia es así".
Sí. Aunque ya me fui como cura y vino otro. Éso, ya sucedió. Lo que pasa es que el otro cura que vino también se marchó. ¿Agradecer? Me han dicho que no tengo nada que agradecer. Que no tengo que darles las gracias, porque no están haciendo nada por mí. Que lo hacen por ellos, porque me lo he ganado, porque, de alguna forma, me lo merezco.
¿Necesitas un tiempo para serenarte y ver las cosas de otra manera, para salir de la depresión?
Parece que todo el problema está en mí, que la culpa es toda mía. Pero el diálogo está entre el obispo y los feligreses.
Pero tú sabes que el sistema clerical funciona así y te señala a ti.
Cuando llegó el sacerdote que me relevó, les dije: "Es una batalla perdida, no la empecéis porque no vale de nada". Después, les animé a que parasen. Y la gente sigue. No sé qué más decir.
¿Sigues rezando?
Sí, como siempre. A mi manera.
¿Te cuesta más que antes?
Sí. A veces, te interpela más. O te hace plantear interrogantes, incluso en cuanto al ministerio. Igual que rezar te puede plantear interrogantes para ser cura, también te los hace para ver qué tipo de cura vas a ser.
Estás rezando, en este momento, desde el dolor, desde el sufrimiento. Es, un poco, tu Getsemaní.
Es la forma de rezar de mucha gente, todos los días. Porque el sufrimiento está en muchas vidas de mucha gente.
Si tuvieses que confesarte, ¿reconocerías algún pecado? En este proceso, por ejemplo, ¿te arrepientes de algo que hayas hecho?
Pues, justo, me confesé ayer. Quizás, si hubiera sabido que iba a pasar esto, cuando el obispo me dijo que me trasladaba para otro sitio, hubiera tenido que plantarme y decirle: "De aquí no me muevo. De aquí no me saca ni Dios". Porque sería la única solución para quedarme. Pero ya no hay vuelta atrás.
Entonces, en aquel momento no te plantaste y ahora piensas que hubiera sido mejor hacerlo. ¿Crees que si lo hubieras hecho, el obispo hubiera cedido?
Sí. Pero obedeces y pierdes la providencia. Estás allí encariñado, y sabes que hay unas cuantas razones por las que no deberían trasladarte. Me sentí poco escuchado. Con el obispo tuve una entrevista de cinco minutos. Cuando te plantean cambiar de sitio y llevas tantos años, creo que quizás debería hacerse de una manera más dialogada, más comentada y más reflexionada. En medio del curso, no sé si es el momento más adecuado. Quizás habría que decirlo con antelación y plantearlo para el próximo año, o el próximo curso. Y vas explicando, vas avisando y van asumiendo. Habrá que aprender.
Se escucha poco en la Iglesia, normalmente. Incluso a veces, los curas escucháis poco. Y no digamos los obispos.
Sí. Reconozco que somos egoístas y envidiosos, nunca pensé que fuesen tanto, pero me ha sorprendido que el tema llegase hasta este punto.
¿Por qué tenían tanta prisa de sacarte a ti de Friol y de Guitiriz?
Pues no sé si estorbaba a alguien o si había una urgencia, como parece que había. No me dieron ninguna razón de por qué me cambiaban. Tampoco tienen por qué dármela.
¿Hubo quejas contra ti?
Pues no lo sé. No sé si hubo quejas de feligreses o de curas.
¿Qué fue lo último que te dijo el obispo?
Que retirarse las cosas de la casa de Friol y me fuese con familiares o amigos. También me ofreció rectorales de la diócesis, que hay muchas vacías.
Tienes que dejar la rectoral de Friol, pero te puedes ir a otra. ¿Te ofreció alguna en concreto?
Sí, al sur de la provincia o en el centro.
En resumen: lejos.
Sí. Debía pensar que, si tenía las cosas allí e iba a por ellas, iba a animar las protestas de la gente.
¿Crees que van a parar cuando te vayas?
A mí me gustaría que hubiera paz. De párroco de Friol, ya me marché. De vivir, de alguna forma también. Ahora estoy más lejos. Y no veo que las cosas caminen hacia más paz. Porque los problemas de los vecinos tampoco están resueltos. Están muy indignados porque se sienten castigados; no tienen cura de referencia, no tienen misas... y no son escuchados.
¿Alguien del obispado se acercó a Friol, para hablar con los vecinos?
Allí no se acercó ningún vicario. Podría ir el vicario general, hablar con la gente y explicarles el tema. Pero, por lo que veo por la tele y en la prensa, da la sensación de que las puertas del obispado están cerradas.
Si el obispo se decidiese a ir a Friol, reunir a la gente y hablarle a corazón abierto, ¿crees que la gente depondría su actitud y dejaría de movilizarse?
Pues no sé. Depende del diálogo, porque el diálogo es el diálogo: uno no puede ir con cosas pre-decididas.
Pero, el gesto por parte del obispo, ¿podría ser un gesto positivo? Un gesto que, hasta ahora, no ha tenido.
Creo que, incluso, es necesario.
¿Le invitarías a que fuese allí, hablase con la gente y que se explicase con naturalidad?
Sí, desde luego. Creo que es necesario. Y mejor que lo haga el obispo que los vicarios.
La cosa llega aquí porque hay equivocaciones. Pero no se puede equivocar tanta gente durante tanto tiempo. Es posible que haya equivocaciones por parte de todos. Las responsabilidades son de todos. No se puede culpar solo a las personas, al cura o a la plataforma.
¿Tienes esperanza de que, al final, terminen entendiéndose todas las partes implicadas?
Estamos obligados a entendernos, a perdonarnos, y a ayudarnos. Y creo que deberíamos sacar una lección, o algo positivo de todo esto, para todos. Que esta situación, que algunos califican de triste, debería, de alguna forma, terminar en una alegría.
¿Tú, estarías dispuesto a acompañar al obispo en esta reunión en el pueblo con tu gente, y facilitar esa labor de puente?
Le acompañaría sin problema ninguno.
Al final, ¿has pagado tú el pato de todo esto?
No, yo creo que lo pagamos todos. El obispo, el cura y la gente, entre la que hay, por ejemplo, niños, que tienen que hacer la primera comunión y no saben qué va a pasar.
Reformulo la pregunta: ¿al final, el que más ha pagado has sido tú, que te ha afectado físicamente?.
Físicamente, sí que me ha afectado.
¿Necesitas descanso, paz? ¿En un momento determinado, retirarte un poco?
Pues no sabría decir. A veces, pararte no es bueno. Es mejor hacer cosas.
No tienes claro todavía qué es lo mejor para ti en este momento.
No. No lo tengo claro.
Pues que Dios te ayude, hermano.
Muchas gracias.