Sindicalistas cristianos se reúnen bajo el nombre del que fuera obispo de Teruel y de Ciudad Real Reivindicación de Antonio Algora, el obispo ‘rojo’ y ninguneado de la Pastoral Obrera
“Sin que suene a querer sacarse espinas el que esto escribe, sí tengo que anotar el consabido poco aprecio que han tenido los movimientos apostólicos y en especial los obreros en nuestra Iglesia”, señaló Algora en 2007.
“Hubo ocasiones en que, obligado a pasar sus escritos emanados como responsable del departamento de la Pastoral Obrera a la supervisión de la Secretaría General, nunca le eran devueltos. ‘Me los dejaban en un cajón’”…
“También es ofrenda sacerdotal vivir circunstancias y momentos que te hacen ‘amarillo’ para algunos y ‘comunista’ para otros”, escribió en el prólogo del libro sobre Abundio García Román, fundador de las Hermandades del Trabajo.
“También es ofrenda sacerdotal vivir circunstancias y momentos que te hacen ‘amarillo’ para algunos y ‘comunista’ para otros”, escribió en el prólogo del libro sobre Abundio García Román, fundador de las Hermandades del Trabajo.
Fueron años aciagos para la Pastoral Obrera (hoy Pastoral del Trabajo) y para quien fue su obispo responsable durante casi tres décadas en la Conferencia Episcopal Española (CEE), Antonio Algora Hernando. Si esta pastoral no desapareció de facto fue por su insistencia aragonesa, pues en pocas ocasiones encontró respaldo en otros prelados.
Eran los tiempos de una Asamblea Plenaria presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y los textos que Algora escribía con motivo de las celebraciones del Primero de Mayo, festividad de San José Obrero, o por cuestiones puntuales relativas a la situación del mundo del trabajo, siempre en precario, chocaban con la indiferencia de unos tiempos donde primaba lo moral sobre los social, por más que Juan Pablo II hubiese dejado una encíclica como Laborem exercens en el 90º aniversario de la Rerum novarum…
“Dejaban mis escritos en un cajón”
Hubo ocasiones en que, obligado a pasar esos escritos emanados desde su departamento (adscrito a la Comisión de Apostolado Seglar) a la supervisión de la Secretaría General, nunca le eran devueltos. “Me los dejaban en un cajón”, me confesó en una ocasión, con aquel punto de fina ironía con la que disimulaba también la decepción y la resignación.
“Sin que suene a querer sacarse espinas el que esto escribe, sí tengo que anotar en este punto el consabido poco aprecio que han tenido los movimientos apostólicos y en especial los obreros en nuestra Iglesia. También es ofrenda sacerdotal vivir circunstancias y momentos que te hacen ‘amarillo’ para algunos y ‘comunista’ para otros”, dejó escrito en 2007, en el prólogo del libro sobre Abundio García Román, fundador de las Hermandades del Trabajo, movimiento apostólico del que el propio Algora tomó las riendas en 1978 tras las retirada del sacerdote extremeño, al que regresó ya como emérito de Ciudad Real, y en donde siempre se sintió en casa, hasta su fallecimiento a causa del covid en octubre de 2020.
Una pastoral estigmatizada
La presencia de la pastoral obrera en la Iglesia en España de las últimas décadas ha sido prácticamente inexistente, conscientemente orillada, ninguneada y sus laicos comprometidos, estigmatizado siempre con la sombra de la duda de que su apostolado era más político que evangélico y de que su mirada volaba demasiado a ras de suelo.
De ello saben mucho los curas y seglares de la HOAC, pues pese a su papel en el advenimiento de la democracia, aquellas décadas de los 80 y 90, de importantes transformaciones sociales, económicas y laborales en la España que salía de la dictadura, la pastoral obrera era prácticamente algo exótico, ajeno a la realidad el tejido eclesial de la época.
1999, un Congreso Nacional con sordina
Ejemplo paradigmático de ese desinterés fue el escaso compromiso y prácticamente nulo eco del importante y necesario Congreso Nacional de Pastoral Obrera celebrado en 1999 con el lema Ante el siglo XXI. Evangelización y mundo obrero. El tiempo dejó clara constatación de que, a pesar de las ricas reflexiones salidas de él, la pastoral obrera no acabó de cuajar y lograr un sitio con entidad propia, libre de suspicacias, en el conjunto de la pastoral de toda la Iglesia. Tampoco hay que negar la desconfianza, cuando no el resabio, de la clase obrera contra la Iglesia, que se fue cociendo a fuego lento desde el siglo XIX…
Y, salvo con algunos matices, ciertos brotes verdes y la inequívoca simpatía del papa Francisco por los movimientos populares, el diagnóstico sigue sirviendo para hoy día, lo que no quita para que el testimonio y el compromiso de los militantes y simpatizantes de la HOAC, la JOC o también las Hermandades del Trabajo, siga siendo igual de luminoso e indispensable. Y hay que agradecerles la esperanza y la perseverancia.
Una "convocatoria sin precedentes"
Por ejemplo, ante la iniciativa luminosa, bendecida por la propia CEE a través de su renombrado departamento de Pastoral del Trabajo, de celebrar, el sábado 14 de mayo, el I Seminario Antonio Algora, “una convocatoria sin precedentes” en la que militantes cristianos de distintos sindicatos debatirán y reflexionarán en lo que se pretende “un primer paso para caminar juntos, Iglesia y militantes en estas realidades”.
Ya sólo falta que, además del actual obispo responsable de la Pastoral del Trabajo, Abilio Martínez, que inaugurará el encuentro, otros pastores fomenten este apostolado en sus diócesis. Muy lejos queda en la memoria aquella VI Asamblea de la HOAC de 1983 en donde -en pleno agosto porque había que esperar a las vacaciones para que los obreros pudieran reunirse-, nada menos que 14 obispos acompañaron a los 850 militantes congregados, entre ellos los añorados Javier Osés o Alberto Iniesta, que mostraba sin reparos su admiración “por el trabajo de perseverancia de la HOAC, la sabiduría, la pedagogía y la sana estrategia del movimiento, que nos está dando una buena lección a todos”.