¿Por qué Francisco ‘bendice’ la nota doctrinal de Doctrina de la Fe? Ni zancadilla de Ladaria al Papa ni tiro al pie de Francisco
¿Es casual que el ‘no’ a las bendiciones homosexuales coincida con la visita canónica al dicasterio que presidió el cardenal Sarah o a la prohibición de misas por el rito extraordinario en la basílica de San Pedro?
La apertura de la Iglesia a los homosexuales no tiene marcha atrás. Lo dijo el propio Francisco: “No hay que tener miedo a las reformas, incluso si exigen sacrificios y no pocas veces un cambio de mentalidad”
Quienes criticaron ‘Amoris laetitia’ están detrás de las presiones que forzaron la nota, pero cinco años después, sin cambiar la doctrina, la exhortación postsinodal ha revolucionado la pastoral familiar
Quienes criticaron ‘Amoris laetitia’ están detrás de las presiones que forzaron la nota, pero cinco años después, sin cambiar la doctrina, la exhortación postsinodal ha revolucionado la pastoral familiar
Aunque fuese cierta la humorada de que en la Iglesia nadie sabe el número exacto de congregaciones femeninas, cuánto dinero tienen los salesianos o lo que piensa un jesuita, no puedo creerme que el jesuita Luis Fernando Ladaria pergeñase una nota como la que dice ‘no’ a las bendiciones homosexuales sin que lo supiese su superior, el también jesuita Jorge Mario Bergoglio.
Y mucho menos que un jesuita y prefecto de Doctrina de la Fe, con su cuarto voto de obediencia, no le consultase al Papa una cosa así, teniendo además en cuenta que la nota fue firmada un 22 de febrero, día de la Cátedra de San Pedro por más señas.
Ni Ladaria, presionado por los sectores más ultras –y temeroso del rumbo del Camino Sinodal alemán con respecto a este tipo de bendiciones, entre otras cuestiones–, le ha puesto con la nota doctrinal una zancadilla a Francisco ni este se ha disparado en el pie dando su aprobación explícita al responsum ad dubium.
Freno de mano puesto
Tampoco parece creíble que Ladaria y Francisco ignorasen la decepción que esta nota iba a causar en todos aquellos que valoran los gestos dados en estos ocho años de pontificado en favor de los homosexuales, y en una Iglesia que, sin embargo, sigue con el freno de mano puesto y sin asimilar siquiera Amoris laetitia, hasta el punto de que se ha tenido que decretar el Año de la Familia que estamos celebrando desde el 19 de marzo…
En ese entramado que apenas puede ocultar el malestar reinante en algunas logias y episcopados habría que buscar las causas de la nota doctrinal y el ‘hágase’ de Bergoglio a la misma. Una nota que, observemos, se hace pública a mediados de marzo, coincidiendo casualmente, con la noticia de que Francisco impulsa una visita canónica a la Congregación para el Culto Divino unos días después de aceptar la renuncia del su prefecto, el cardenal Robert Sarah, uno de sus mayores críticos; y cuando también se informa de la prohibición de las misas individuales en la basílica de San Pedro, que no es otra cosa que una manera ‘estilo’ Secretaría de Estado de sacar de allí las misas por el rito extraordinario.
Gestionar el tiempo, abrir procesos
Más gestos que no todos acaban de entender y que tienen que ver con la gestión de los tiempos y los procesos, teoría a la que Francisco está abonado. Sabe Bergoglio que no le toca a él dar el paso para bendecir como si fuese un enlace sacramental a las parejas homosexuales, pero también es sabedor de que él ha abierto el proceso para que un día se acabe haciendo así.
Teniendo en cuenta que no hay ninguna otra institución que sepa manejar la elasticidad del tiempo como lo hace la Iglesia, quizás sea demasiado pedirle a Bergoglio que quien se preguntó “quién soy yo para juzgar” a los gais y reclamó beneficios legales civiles para las uniones de estas personas, que ahora les dé la bendición sacramental…
"No hay que tener miedo a las reformas"
Pero él ha dejado la puerta entreabierta y la de esta reforma no se cerrará ya. Porque los cristianos, y no solo los homosexuales, no lo permitirían porque saben, como el propio Papa dijo el pasado 8 de febrero en su discurso al Cuerpo Diplomático, que “no hay que tener miedo a las reformas, incluso si exigen sacrificios y no pocas veces un cambio de mentalidad”.
“Me acusan de herejías, pero hay riesgos que debo tomar”, dijo Francisco a la vuelta de su histórico viaje a Irak. Se refería a quienes critican su empeño en favor del diálogo y la fraternidad interreligiosa. Pero lo criticaron también cuando, hace ahora cinco años, firmó Amoris laetitia, que no cambió la doctrina, a pesar de las acusaciones, pero su simple formulación revolucionó la pastoral familiar.
Un Papa que arriesga
Como también sus palabras de afecto a los gais han cambiado definitivamente la manera en que una parte muy importante de la Iglesia se acerca ahora a ellos e incluso se deja bendecir por su presencia, como también se deja bendecir por los divorciados vueltos a casar y no les pide certificado alguno cuando se acercan a comulgar...
Francisco sigue arriesgando, aunque la nota doctrinal de Ladaria dé a entender que no es así. Amante de la literatura, probablemente Bergoglio no ignora la advertencia que dejó escrita su compatriota Borges en uno de los cuentos –Los teólogos– que componen El Aleph: “Las herejías que debemos temer son las que pueden confundirse con la ortodoxia”. Y desmontarlas lleva su tiempo. Tienen un proceso. Y contrarios a ellas, claro.
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