¿Querrán los obispos españoles apoyar, por fin, al Papa Francisco? 2024: el año del cambio (o no) en la Conferencia Episcopal
Más allá de los nombres, que son importantes y definen actitudes (no es lo mismo Cobo que Argüello, o que una tercera vía que bien podría estar capitaneada por Saiz Meneses o Gil Tamayo), lo realmente relevante será comprobar si, para variar, el episcopado de nuestro país decide ponerse a trabajar con Pedro o, por contra, continúa erigiéndose como una de las iglesias (jerárquicas) menos permeables al cambio
Afortunadamente, son muchos más los que defienden una Iglesia samaritana y abierta al mundo, mal que le pese a los violentos defensores de la mal llamada Tradición y que, hasta hace poco, consideraban que disentir de cualquier cosa del Papa reinante (no digo ya insultar, desear su muerte o, incluso, dudar de su condición de pontífice) era motivo de anatema, excomunión y expulsión definitiva de cualquier ámbito eclesial
El ninguneo de los supervivientes de la pederastia clerical, apoyando más o menos crípticamente las tesis de las 'denuncias falsas' y ocultando los datos a conveniencia, no son buena tarjeta de presentación para el futuro. Un futuro que necesita como el comer un nuevo responsable de comunicación en la Casa de la Iglesia
En Religión Digital nos encargaremos de contarlo. Con la libertad que nos caracteriza, y sin miedo a meternos en todos los charcos posibles, sabedores de que, en mitad del fango, siempre están los que más sufren. Los preferidos de Jesús. Con una mirada puesta en los que se nos fueron en 2023 (Aradillas, Castillo...) y con la intención, insobornable, de seguir mirando hacia el horizonte. Mal que les pese a unos cuantos
El ninguneo de los supervivientes de la pederastia clerical, apoyando más o menos crípticamente las tesis de las 'denuncias falsas' y ocultando los datos a conveniencia, no son buena tarjeta de presentación para el futuro. Un futuro que necesita como el comer un nuevo responsable de comunicación en la Casa de la Iglesia
En Religión Digital nos encargaremos de contarlo. Con la libertad que nos caracteriza, y sin miedo a meternos en todos los charcos posibles, sabedores de que, en mitad del fango, siempre están los que más sufren. Los preferidos de Jesús. Con una mirada puesta en los que se nos fueron en 2023 (Aradillas, Castillo...) y con la intención, insobornable, de seguir mirando hacia el horizonte. Mal que les pese a unos cuantos
Arranca un año intenso. En el mundo, en España y, por supuesto, en la Iglesia. Un año apasionante desde el punto de vista informativo, y que, en nuestro caso, traerá momentos decisivos para el futuro de las reformas que el Papa Francisco está implementando. Un Papa frágil de salud pero sumamente lúcido, que tiene 2024 como el año en el que (ya arrancó en 2023) pisará el acelerador.
La segunda fase del Sínodo y más decisiones de apertura a las periferias, que veremos, y pronto, apuntarán el legado de un pontífice que tiene la mirada puesta en 2025 y el aniversario del Concilio de Nicea, y cuyos enemigos, desde hace un año, pero con inusitada fiereza tras la publicación de 'Fiducia supplicans', ya no se esconden y se lanzan, con todo, a acabar con este pontificado.
Afortunadamente, son muchos más los que defienden una Iglesia samaritana y abierta al mundo, mal que le pese a los violentos defensores de la mal llamada Tradición y que, hasta hace poco, consideraban que disentir de cualquier cosa del Papa reinante (no digo ya insultar, desear su muerte o, incluso, dudar de su condición de pontífice) era motivo de anatema, excomunión y expulsión definitiva de cualquier ámbito eclesial.
En España, todas las miradas están puestas en marzo, cuando los obispos habrán de elegir nueva cúpula para la Conferencia Episcopal. Más allá de los nombres, que son importantes y definen actitudes (no es lo mismo Cobo que Argüello, o que una tercera vía que bien podría estar capitaneada por Saiz Meneses o Gil Tamayo), lo realmente relevante será comprobar si, para variar, el episcopado de nuestro país decide ponerse a trabajar con Pedro o, por contra, continúa erigiéndose como una de las iglesias (jerárquicas) menos permeables al cambio.
No sería la primera vez que los obispos españoles se oponen a las reformas. Por desgracia, los mimbres, todavía, no son mayoritariamente proclives a Bergoglio. Una tarea, otra más, que tendrán los españoles presentes en el Dicasterio para los Obispos. En un momento, además, que parece que el Nuncio Auza está de retirada definitiva.
Las víctimas de abusos, que ya no esperan nada de la institución, sí observarán con atención este y otros procesos. No es lo mismo que el elegido sea alguien que, desde el primer momento, les ha atendido y acogido, tanto en público como en privado, que quien se empeñó hasta la saciedad en reducir los casos a "muy pocos o ninguno". El ninguneo de los supervivientes de la pederastia clerical, apoyando más o menos crípticamente las tesis de las 'denuncias falsas' y ocultando los datos a conveniencia, no son buena tarjeta de presentación para el futuro. Un futuro que necesita como el comer un nuevo responsable de comunicación en la Casa de la Iglesia.
También será el año de las congregaciones religiosas, que han de asumir su papel de motor en la construcción de una Iglesia más cercana, menos huraña y oscura, y hacerlo también a través de los medios de comunicación. El momento es acuciante, y las ganas (nos consta) son muchas. Otras realidades eclesiales, como el Opus Dei, tendrán en breve un definitivo tour de force para definir (más bien, para que les definan) cuál es su lugar dentro de la Iglesia. De ellos dependerá si quieren, o no, aceptarlo.
Sea como fuera, en Religión Digital nos encargaremos de contarlo. Con la libertad que nos caracteriza, y sin miedo a meternos en todos los charcos posibles, sabedores de que, en mitad del fango, siempre están los que más sufren. Los preferidos de Jesús. Con una mirada puesta en los que se nos fueron en 2023 (Aradillas, Castillo...) y con la intención, insobornable, de seguir mirando hacia el horizonte. Mal que les pese a unos cuantos.