Demetrio, Mansur Escudero y la mezquita-catedral de Córdoba

Debo comenzar -nobleza obliga- por decir que tengo una buena opinión de Demetrio Fernández. A nadie se le escapa que nuestras visiones de Iglesia difieren en algunos puntos, pero he de decir que en aquellas ocasiones en las que ha tenido algo que decirme, alguna puntualización que llevar a cabo y demás, lo ha hecho con extremada educación y sin esa sensación de imposición con las que desgraciadamente algunos prelados se dirigen a los laicos -estén o no bajo su jurisdicción eclesiástica, que no es el caso-. Dejando esto claro, creo que Demetrio vuelve a equivocarse con un tema excesivamente recurrente, y donde ya su antecesor Asenjo metió la pata en ocasiones anteriores: la cuestión de la mezquita-catedral de Córdoba.

Demetrio ha hecho dos cosas mal en este tiempo: la primera -y ojalá me corrija esta vez, pues me encantaría no haber sabido buscar bien en este caso- ha sido la de no mostrar su pésame público por la muerte de Mansur Escudero, algo que sí han hecho desde los Reyes al Gobierno, pasando por todas las instituciones cordobesas. La segunda, pocos días después, exigir que el nombre de un monumento Patrimonio de la Humanidad sólo tenga en cuenta la catolicidad del templo que se incluye en su interior.

La mezquita-catedral de Córdoba es mucho más que un templo católico: es uno de los mayores símbolos de nuestra historia, y un motor turístico, económico y de convivencia para los cordobeses y para toda la Humanidad. Se puede entender -aunque no lo comparto- que el obispo no quiera ceder un lugar para que los musulmanes puedan rezar -todavía recuerdo las imágenes reivindicativas, y un tanto efectistas, de Mansur rezando a las puertas de la mezquita-catedral. Lo que no es de recibo es pretender eliminar de un plumazo una parte importante de nuestra historia. Salvando las distancias, sería como si las autoridades israelíes quisieran eliminar la iglesia de la Natividad en Belén aduciendo que está en territorio judío, o afirmando que el mismo Jesús nació y murió siendo judío.

Hay problemas mucho más importantes a solucionar en Córdoba, en el diálogo interreligioso y en la dicotomía fe-razón, Iglesia-sociedad, que el de la denominación de un rincón sin parangón en nuestra historia como la mezquita (sí, la mezquita)-catedral de Córdoba. Y Demetrio Fernández bien haría en darse cuenta. Siendo como es una persona inteligente, seguro que al menos lo pensará.

baronrampante@hotmail.es
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