Meter los dedos en las llagas
Ya ha pasado entre quienes defendían lo indefendible (Maciel y la postura condescendiente de muchos obispos en Irlanda, Estados Unidos y tantos otros rincones ante los casos de abusos son sólo algunos de los ejemplos), y volverá a ocurrir. Lamentablemente, ya no llegarán a tiempo para ver cómo muchos han visto su vida destrozada, y otros se apartan silenciosamente de una institución en quien ya no confían. Tenemos que volver a creer con esperanza en el Resucitado. Y para eso no sirven el silencio, el ocultamiento ni la persecución a quienes se atreven a denunciar. Sólo abrir los ojos y contemplar la realidad.
Mientras tanto, la culpa siempre será de otros... Flaco favor le hacen al Papa (parece que les molesta que el Pontífice esté cumpliendo su misión, y alentando a la denuncia y a la asunción de responsabilidades) y a la Iglesia del Resucitado quienes creen que ésta simplemente es una institución intocable, donde unos son más importantes que otros, y donde se utilizan muy distintas varas de medir. Con algunas de esas varas, convenientemente afiladas, seguramente hoy volverían a traspasar el costado que Santo Tomás tuvo tan cerca.
baronrampante@hotmail.es