La patológica obsesión de la ultraderecha eclesial contra el Papa y contra RD 'Ea, ea, la fachosfera se cabrea'
Mal que les pese a la fachosfera eclesial (no solo clerical), tenemos el Papa que tenemos. Un hombre afable, cabal, abierto a las sorpresas del Espíritu, que no tiene miedo a pronunciarse aunque duela, y no un ser cuadriculado, lleno de complejos, absurdamente autoproclamado como salvador de patrias, que igual insulta a Francisco, que reza un Rosario en Ferraz, da vivas a Franco o vota a partidos que creen que los inmigrantes son salvajes y delincuentes a los que expulsar sin miramientos. Tenemos un Papa que escucha a todos. Y no sólo a ellos. ¡Mala suerte!
Su obsesión con RD y con Francisco, o con sor Lucía, o con el padre Ángel, o con los teólogos libres, o con... solo se entiende desde el odio y el resentimiento, desde un alma lamentablemente podrida que se atreve a rezar por la muerte del propio Vciario de Cristo. O desde lo patológico, aspecto que no habría que descartar
o han podido frenar la audiencia, ni sembrar el campo de minas como suelen, ni apelar al miedo de los buenos, que todavía -y lamentablemente- existe en nuestra Iglesia y que les permite campar a sus anchas, como el señorito a sus jornaleros. Como si la Iglesia fuera el cortijo y nosotros, Los Santos Inocentes de Delibes
o han podido frenar la audiencia, ni sembrar el campo de minas como suelen, ni apelar al miedo de los buenos, que todavía -y lamentablemente- existe en nuestra Iglesia y que les permite campar a sus anchas, como el señorito a sus jornaleros. Como si la Iglesia fuera el cortijo y nosotros, Los Santos Inocentes de Delibes
Podíamos haber titulado también 'Chincha rabiña, el Papa te da tiña', o 'Toma jeroma pastillas de goma', o 'Rebota, rebota y en tu c... explota' .. por tomárnoslo a broma. O por no poner de manifiesto la rabia, la obsesión, el descaro y la falta de humildad de algunos que, desde sus supuestas atalayas de verdad, pureza y absoluta catolicidad (de esa en la que solo caben ellos), se autoerigen en defensores de la sana doctina y la verdadera Iglesia. Ya se dejan en evidencia ellos solitos, que a nosotros nos está dando mucho la risa.
Lo cierto es que, mal que les pese a la fachosfera eclesial (no solo clerical), tenemos el Papa que tenemos. Un hombre afable, cabal, abierto a las sorpresas del Espíritu, que no tiene miedo a pronunciarse aunque duela, y no un ser cuadriculado, lleno de complejos, absurdamente autoproclamado como salvador de patrias, que igual insulta a Francisco, que reza un Rosario en Ferraz, da vivas a Franco o vota a partidos que creen que los inmigrantes son salvajes y delincuentes a los que expulsar sin miramientos. Tenemos un Papa que escucha a todos. Y no sólo a ellos. ¡Mala suerte!
Porque solo desde la obsesión, rayana en la enfermedad, se puede entender la catarata de malas caras, rabietas más propias de un bebé (o de quien ya no hace más que chochear) o señalamientos que se han sucedido después de la histórica audiencia que el Papa concedió a RD, sor Lucía Caram y el padre Ángel. Y, con ellos, a decenas de miles de fieles que, ya sea con su firma, con artículos, grabaciones, dibujos o compartiendo la campaña se han sumado a la cadena de apoyos a Francisco.
Porque, en el fondo, lo que importa es recordarle al Papa cuál es la verdadera iglesia. La suya. Como los grupos mafiosos, se unen en comandita para arremeter, muy organizadamente, contra todo lo que se mueve. La pena (para ellos) es que, en esta ocasión, ha sido a posteriori. No han podido frenar la audiencia, ni sembrar el campo de minas como suelen, ni apelar al miedo de los buenos, que todavía -y lamentablemente- existe en nuestra Iglesia y que les permite campar a sus anchas, como el señorito a sus jornaleros. Como si la Iglesia fuera el cortijo y nosotros, Los Santos Inocentes de Delibes.
Pero ni para eso dan el nivel. No saben juntar dos letras más que para insultar, mentir (o contar medias verdades, que son la peor de las mentiras) y tratar de destruir. Porque están en guerra contra el Papa y contra la Iglesia de la misericordia. Porque su obsesión con RD y con Francisco, o con sor Lucía, o con el padre Ángel, o con los teólogos libres, o con... solo se entiende desde el odio y el resentimiento, desde un alma lamentablemente podrida que se atreve a rezar por la muerte del propio Vciario de Cristo. O desde lo patológico, aspecto que no habría que descartar.
Algunos, que se quejan de ser incluidos en la 'fachosfera', aplauden al unísono, y se organizan, para escribir y compartir pellizcos de monja que son doblemente graves en el caso de un sacerdote, que además ejerce como director de comunicación de una diócesis (con su obispo callado, como siempre, escondido detrás del miedo), y al que al menos con este encuentro ha logrado resucitar un blog que llevaba muerto casi un año. Se ve que tuvo tiempo después de hacer una defensa pública de las terapias de conversión. Por cierto, que este personaje -y el resto, entre ellos varios supuestos medios de comunicación- debería saber que las fotos tienen copyright, y al menos habría que pedir permiso para publicarlas. Ya no entramos en las mentiras, ni en los cafés pendientes de algunos de sus amigos: si quieren podemos hablar del fondo de las informaciones, y no de las comas.
Otros, que se dedican a lanzar sus soflamas desde el paraguas (y el dinero) de organizaciones secretas, prohibidas por la propia Iglesia (no se pierdan el podcast sobre el Yunque de la cadena Ser), o desde las mismas estructuras que financian el odio en Estados Unidos, Brasil, Polonia, Hungría..., y que se ríen a carcajada limpia con la muerte de cada 'progresaurio' sin caer en la cuenta de la fecha de su propio DNI, o hacen chanza de la vestimenta de cada cual sin ver lo desnudamente sucia que está su alma. Con su pan se lo coman, benditas obsesiones. O las de los que pontifican desde su atalaya de cuatro ancianas (benditas ellas, que siguen manteniendo la fe pese a estos clérigos), pensando que, realmente, a alguien en el mundo real le importa lo que digan. Porque el mundo no sabe quiénes son. Ni falta que le hace, por fortuna.
Los mismos que se escandalizan por el hecho de que el Papa nos reciba, ven magnífico defender al Caudillo que salvó a la Iglesia de su desaparición, abogan por poner una bomba en el Vaticano, tienen a sus mujeres como espías en sedes episcopales, babean detrás de quien pueda reconocerles una mínima relevancia pública, o reivindican su condición de 'eméritos' para no admitir que, en realidad, se trata de 'inéditos', con demasiado tiempo libre como para no perder ocasión de sacar a pasear su rabia.
Todos ellos (por cierto, casi siempre ellos, muy pocas 'ellas' en esta fachosfera eclesial. ¿Casualidad?), rabiando al unísono, lanzando espumarajos digitales, rezumando odio y rencor a manos llenas. "No es gente mala, es gente triste. Con una tristeza de corazón, les tengo lástima", nos dijo el Papa. Nosotros también. Aunque, y de esto habrá que confesarse, también estamos gozándola un poquito. "Ea, ea, ea, la fachosfera se cabrea".
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