036. Reina de los cielos (5): María.
La tradición antigua de una reina del cielo, con poder sobre fenómenos atmosféricos y los astros, puede observarse en la figura de María, Virgen y madre de dios. Sin hablar de conexión directa, se puede, no obstante, intuir que ésta última sustituyó paulatinamente a las antiguas diosas mediterráneas.
| Eugenio Gómez Segura
Virgen de la Soterraña de Olmedo. Foto tomada de
https://imagenes.forociudad.com/fotos/159128-virgen-de-la-soterrana.jpg
En el último tercio del siglo IV de nuestra era, Epifanio de Salamina escribió un tratado sobre las diferentes herejías que él conocía, el Panarion, también llamado Adversus Haereses (contra los herejes). Autor cristiano de la máxima ortodoxia, este obispo de raigambre palestina y políglota decidió redactar su obra para exponer los errores de 80 puntos de vista heréticos, entre los cuales algunos sólo nos son conocidos por él.
Uno de ellos es el de los coliridianos. La importancia para nosotros de este grupo menor no radica en su extensión sino en la información que Epifanio nos transmite sobre ellos. Su nombre derivaría de las palabras griegas kollýris / kollýra, ambas referidas a una forma de bollo redondo de pan o pastel horneado sin levadura, quizá de cebada (de esta palabra proviene kollýrion, un emplasto medicinal que ha terminado por nombrar a nuestro líquido colirio).
El caso es que Epifanio criticó a los coliridianos porque, en su opinión, sus mujeres veneraban a la Virgen María con ofrendas de esos pasteles tal como se veneraba a las antiguas diosas,la antiquísima Astarté, por ejemplo. Concretamente dijo:
“Coliridianos, que ofrecen una oblación en honor de María cierto día del año; Aunque María es la más bella y santa, y digna de alabanza, no le debemos adoración… Sí, sin duda el cuerpo de María era santo, pero no era una diosa. Sí, la Virgen fue verdaderamente virgen y fue honrada como tal, pero no nos fue concedida para adorarla… (Panarion, 79).
La ofrenda de panes que tanto llamó la atención a Epifanio ha recordado a algunos investigadores lo que pudimos leer unas semanas atrás en Jeremías 44, 19: «Pues y cuando nosotras quemábamos incienso a la Reina de los Cielos y nos dedicábamos a hacerle libaciones, ¿acaso sin contar con nuestros maridos le hacíamos pasteles con su efigie derramando libaciones?» Parece claro que la tradición del Mediterráneo oriental se había perpetuado con diferentes diosas y que era reconocible para este obispo.
Ahora bien, las tradiciones antiguas parecen haber permeado de otras maneras en el culto dedicado a la Virgen María. Si en una ocasión anterior pudimos sorprendernos con la relación entre la Virgen de la Esperanza y la gran diosa de la maternidad y la agricultura, no es menos atractiva la idea de que el culto a esa diosa universal relacionada con los fenómenos atmosféricos y los astros en general se perpetuara encarnada en la Virgen María.
Prueba de ello podría ser la insistente relación entre la solución a los problemas de sequía que suelen afectar a la vida de las poblaciones agrícolas y las famosas invocaciones marianas para solucionar ese dramático problema para una sociedad de corte agrícola.
Un ejemplo de esta costumbre puede ser el que aparece en una recopilación de oraciones a la Virgen de Soterraña de Olmedo (Valladolid) publicada tiempo atrás. El siguiente canto sirve para comprender la profunda coincidencia entre el “uso” dado a esas diosas del cielo y las peticiones a la Virgen María (tomado de http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/rogativas-a-la-virgen-de-la-soterrana/html/)
Cantó Tere Molpeceres:
Buenas noches Soterraña.
Buenas noches nos dé Dios.
A pedirte agua venimos
concédenosla por Dios.
La cebada se nos seca
el trigo se nos marchita;
danos el agua señora,
que el campo la necesita.
Virgen de la Soterraña
ruega por los labradores;
que se ahogan en el polvo
que sale de los terrones.
Danos el agua señora
aunque no la merezcamos;
que tampoco merecemos
la tierra donde pisamos.
Virgen de la Soterraña
todo lo puedes hacer;
quitar esos aires cierzos
poner nubes a llover.
Virgen de la Soterraña
chiquitita y milagrosa;
que en la cruz de tu Rosario
se posó una mariposa.
Estribillo: Agua te pedimos
amorosa madre
para que los trigos
lleguen a granarse.
Saludos cordiales.