Las dos genealogías de Jesús, muy diferentes, en los evangelios de Mateo y de Lucas
Escribe Antonio Piñero
El Evangelio de Mateo se inicia con una genealogía de Jesús que el desconocido autor titula como “Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán”. En un evangelio judeocristiano o que primero que destaca en este capítulo es la genealogía del mesías. Es hijo de David, según a carne, como dice Pablo de Tarso al comienzo de Romanos “Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne –es decir, es un hombre normal–, y solo es declarado “Hijo de Dios” (en sentido pleno, de una esencia “parecida”, así en la época de Pablo, pero subordinada al Padre monarca supremo) por un acto de poder debido al Espíritu Santo (es decir, Dios actuando como Espíritu), solo tras su resurrección de entre los muertos y elevación al cielo. Esto hace de Jesús algo más que un simple mortal. Jesús se convierte en nuestro Señor Jesucristo.
Tanto Mateo como Lucas utilizan el sistema de presentar al lector listas genealógicas para explicar cuáles son los antepasados de Jesús. Sabemos por testimonios de la época que ciertas familias sacerdotales de Israel guardaban celosamente las listas de sus antepasados, según un modelo que puede verse en la Biblia hebrea: en el Libro de las Crónicas, por ejemplo, se ofrecen genealogías de los reyes de Israel. Así que presentar una genealogía era algo común para probar los antecedentes familiares de personajes ilustres. Al parecer, los revolucionario del los primeros momentos de la Primera Gran Guerra judía contra Roma (66-70) quemaron los archivos familiares de las familias que se guardaban en el Templo y junto con ellos los archivos de deudas, de modo que ya no se pudiese exigir a los pobres la devolución del dinero recibido en préstamo.
La lista de Mateo (Mt) se halla al principio mismo de su evangelio (1,1-17) y la de Lucas, al comienzo del capítulo 3. En estos lugares fueron insertadas estas listas genealógicas por los desconocidos Pseudo Mateo y Pseudo Lucas a principios del siglo II, como hemos argumentado. Ruego a los lectores que tengan a mano sus evangelios de modo que no tengamos que repetir estas genealogías aquí.
Una vez leídas, el lector podrá observar fácilmente que la lista del Pseudo Mateo procede desde Abrahán hasta Jesús en sentido descendente, y que por el contrario el Pseudo Lucas presenta una genealogía en sentido ascendente desde Jesús hasta Adán y luego Dios.
Estas dos genealogías son muy diferentes entre sí por lo que al lector se le suscitan enseguida dudas sobre su valor desde el punto de vista histórico. Las divergencias son las siguientes:
- De Abrahán hasta David ambas listas coinciden. Pero Lucas introduce aquí dos personajes, Arní y Admín, absolutamente desconocidos en la Biblia.
- Desde David hasta la época del destierro en Babilonia, Mateo menciona 15 nombres y Lucas 21. Pero ¡aparte de David, no coinciden en ninguno!
- Desde el exilio hasta el momento del nacimiento de Jesús, Mateo incluye 14 nombres y Lucas trae 22. En este bloque sólo hay coincidencias en nombrar a dos personajes, Sealtiel y Zorobabel. Pero los padres, o los hijos de esos dos personajes son distintos en las dos genealogías. Además, ni una ni otra lista (Mateo-Lucas) coincide con las genealogías del Antiguo Testamento para los personajes que se nombran. Unas dificultad curiosa es que el nombre del abuelo de Jesús varía en las dos genealogías: según Mateo (v. 16) el abuelo fue Jacob; pero, según Lucas (3,23) el ancestro se llamaba Helí. Es claro que se trata de dos tradiciones distintas y no armonizables.
La genealogía de Mateo, está compuesta de tres grupos de catorce nombres, según sostiene el evangelista mismo en el v. 17, al final. Pero si contamos bien, en el primer bloque de nombres aparecen 14 nombres, pero sólo 13 generaciones. Igualmente, en la tercera sección aparecen solo otras 13 generaciones. Es ésta una dificultad aritmética que parece irresoluble. Da la impresión como si a Mateo en esas dos secciones le interesara más el número de nombres ilustres que el de generaciones propiamente tal.
Por tanto, el esquema subyacente es el de 3 x 14, aunque algunos estudiosos ven en él, oculto, el sistema 6 x 7, también con la presencia del número 7; y es bien sabido que ya desde los babilonios este número tenía un significado astronómico, religiosos y hasta cierto punto mágico; era un número relacionado con la divinidad, y significa la perfección; al séptimo día Dios contemplo la perfección de su obra creadora y descansó ese día. Igualmente Israel guarda el sagrado descanso el día del sábado.
Esta estructura genealógica parece totalmente artificiosa. Por ello se piensa generalmente que el evangelista utiliza aquí un procedimiento usual judío de interpretación de la Escritura llamado gematría. Ésta consiste en jugar con el valor numérico de las letras hebreas para obtener el resultado de un número, que es el símbolo de una afirmación teológica. En este caso sería así: las tres consonantes que forman el nombre de David representan en hebreo el número 14 (Da = 4; Vi = 6; D = 4). Mateo compuso entonces artificialmente su genealogía en la forma de tres grupos de antepasados en número de catorce precisamente, lo que para él indicaría teológicamente que Jesús es descendiente de David.
Ha llamado desde siempre la atención que en la genealogía de Mateo aparezcan citadas mujeres, puesto que usualmente sólo se nombraba a los padres. Estas féminas son Tamar, Rajab, Rut y (Betsabé) la mujer de Urías el hitita. Puede sorprender que se nombre estas y falten otras tan importantes en la vida de Israel como Sara, Rebeca o Raquel.
Las cuatro mujeres se presentan en el Antiguo Testamento con una cierta vida irregular en cuanto a su matrimonio: Tamar se une a escondidas con su suegro Judá; Rajab era prostituta; Rut, extranjera y Betsabé cometió adulterio con David. Igualmente, no sólo Rut sino las cuatro eran extranjeras asimiladas a Israel, o estaba casada con un extranjero como Betsabé. Los estudiosos han indicado que Mateo quiso probablemente resaltar cómo la providencia divina indica con estos detalles que Jesús vino al mundo para rescatar a los pecadores y cómo en la extranjería de esas mujeres se señalaba desde siglos atrás que el Mesías Jesús vendría al mundo no sólo para beneficio de Israel, sino paral salvación también de los gentiles.
La genealogía de Lucas es igualmente artificiosa, aunque quizá un tanto más fiable (?) que la de Mateo desde el punto de vista histórico (?), pues parece acomodarse más a los datos de otras genealogías bíblicas. Lo que se percibe en Lucas es también un intento de presentar conceptos teológicos sobre Jesús a través de la lista de antepasados: Jesús es Hijo de Dios e hijo de Adán. Es posible que resuene aquí la teología del segundo Adán = Cristo propio de la teología de Pablo. El primero, desobediente, acarrea con su falta la desgracia y la muerte; el segundo, el Mesías, restituye con su perfecta obediencia y fidelidad la amistad con Dios, perdida por el primer padre, Adán, y trae vida y salvación.
Los investigadores se han esforzado por detectar en la genealogía lucana esquemas numéricos. El estudioso católico Raymond E. Brown resume bien estos esfuerzos: “Algunos han detectado en Lucas un esquema 11 x 7. Hay varios detalles en esta genealogía que apoyan la tesis de un esquema septenario: hay 7 patriarcas desde Adán hasta Henoc, y 70 nombres desde Henoc hasta Jesús, lo cual reflejaría la tradición (véase el Libro I de Henoc 10,12) de que habría 70 generaciones desde el pecado de los ángeles hasta el Juicio.
”Además Lucas presenta 21 nombres (3 x 7) en el período postexílico, donde Mateo presenta 14. Lo mismo sucede en el período de la monarquía en Israel; en el período premonárquico Abrahán se encuentra en 14 posiciones antes de David (2 x 7), y entre Dios y Abrahán hay 21 nombres (3 x 7). Así pues, el conjunto de la lista lucana tiene desde José hasta Dios un esquema de de 21 + 21 + 14 +21. El hecho de que David (que hace el número 42) y Abrahán (número 56) tengan posiciones que son múltiplos de 7 puede ser también importante (Raymond E. Brown, El nacimiento del Mesías, Cristiandad, Madrid, 1982, 87)
Es evidente, por tanto, que nos hallamos ante dos genealogías muy fantasiosas pero con sentido teológico a la vez que, aunque estén fundadas sobre el número sagrado, el 7, son totalmente distintas e inconciliables. Sus contradicciones han preocupado enormemente a la Iglesia a lo largo de los siglos y han suscitado muchos intentos de solución.
Estas dos genealogías son muy diferentes entre sí por lo que al lector se le suscitan enseguida dudas sobre su valor desde el punto de vista histórico. Las divergencias son las siguientes:
- De Abrahán hasta David ambas listas coinciden. Pero Lucas introduce aquí dos personajes, Arní y Admín, absolutamente desconocidos en la Biblia.
- Desde David hasta la época del destierro en Babilonia, Mateo menciona 15 nombres y Lucas 21. Pero ¡aparte de David, no coinciden en ninguno!
- Desde el exilio hasta el momento del nacimiento de Jesús, Mateo incluye 14 nombres y Lucas trae 22. En este bloque sólo hay coincidencias en nombrar a dos personajes, Sealtiel y Zorobabel. Pero los padres, o los hijos de esos dos personajes son distintos en las dos genealogías. Además, ni una ni otra lista (Mateo-Lucas) coincide con las genealogías del Antiguo Testamento para los personajes que se nombran. Una dificultad curiosa es que el nombre del abuelo de Jesús varía en las dos genealogías: según Mateo (v. 16) el abuelo fue Jacob; pero, según Lucas (3,23) el ancestro se llamaba Helí. Es claro que se trata de dos tradiciones distintas y no armonizables.
La genealogía de Mateo, está compuesta de tres grupos de catorce nombres, según sostiene el evangelista mismo en el v. 17, al final. Pero si contamos bien, en el primer bloque de nombres aparecen 14 nombres, pero sólo 13 generaciones. Igualmente, en la tercera sección aparecen solo otras 13 generaciones. Es ésta una dificultad aritmética que parece irresoluble. Da la impresión como si a Mateo en esas dos secciones le interesara más el número de nombres ilustres que el de generaciones propiamente tal.
Por tanto, el esquema subyacente es el de 3 x 14, aunque algunos estudiosos ven en él, oculto, el sistema 6 x 7, también con la presencia del número 7; y es bien sabido que ya desde los babilonios este número tenía un significado astronómico, religiosos y hasta cierto punto mágico; era un número relacionado con la divinidad, y significa la perfección; al séptimo día Dios contemplo la perfección de su obra creadora y descansó ese día. Igualmente Israel guarda el sagrado descanso el día del sábado.
Esta estructura genealógica parece totalmente artificiosa. Por ello se piensa generalmente que el evangelista utiliza aquí un procedimiento usual judío de interpretación de la Escritura llamado gematría. Ésta consiste en jugar con el valor numérico de las letras hebreas para obtener el resultado de un número, que es el símbolo de una afirmación teológica. En este caso sería así: las tres consonantes que forman el nombre de David representan en hebreo el número 14 (Da = 4; Vi = 6; D = 4). Mateo compuso entonces artificialmente su genealogía en la forma de tres grupos de antepasados en número de catorce precisamente, lo que para él indicaría teológicamente que Jesús es descendiente de David.
Ha llamado desde siempre la atención que en la genealogía de Mateo aparezcan citadas mujeres, puesto que usualmente sólo se nombraba a los padres. Estas féminas son Tamar, Rajab, Rut y (Betsabé) la mujer de Urías el hitita. Puede sorprender que se nombre estas y falten otras tan importantes en la vida de Israel como Sara, Rebeca o Raquel.
Las cuatro mujeres se presentan en el Antiguo Testamento con una cierta vida irregular en cuanto a su matrimonio: Tamar se une a escondidas con su suegro Judá; Rajab era prostituta; Rut, extranjera y Betsabé cometió adulterio con David. Igualmente, no sólo Rut sino las cuatro eran extranjeras asimiladas a Israel, o estaba casada con un extranjero como Betsabé. Los estudiosos han indicado que Mateo quiso probablemente resaltar cómo la providencia divina indica con estos detalles que Jesús vino al mundo para rescatar a los pecadores y cómo en la extranjería de esas mujeres se señalaba desde siglos atrás que el Mesías Jesús vendría al mundo no sólo para beneficio de Israel, sino paral salvación también de los gentiles.
La genealogía de Lucas es igualmente artificiosa, aunque quizá un tanto más fiable (?) que la de Mateo desde el punto de vista histórico (?), pues parece acomodarse más a los datos de otras genealogías bíblicas. Lo que se percibe en Lucas es también un intento de presentar conceptos teológicos sobre Jesús a través de la lista de antepasados: Jesús es Hijo de Dios e hijo de Adán. Es posible que resuene aquí la teología del segundo Adán = Cristo propio de la teología de Pablo. El primero, desobediente, acarrea con su falta la desgracia y la muerte; el segundo, el Mesías, restituye con su perfecta obediencia y fidelidad la amistad con Dios, perdida por el primer padre, Adán, y trae vida y salvación.
Los investigadores se han esforzado por detectar en la genealogía lucana esquemas numéricos. El estudioso católico Raymond E. Brown resume bien estos esfuerzos: “Algunos han detectado en Lucas un esquema 11 x 7. Hay varios detalles en esta genealogía que apoyan la tesis de un esquema septenario: hay 7 patriarcas desde Adán hasta Henoc, y 70 nombres desde Henoc hasta Jesús, lo cual reflejaría la tradición (véase el Libro I de Henoc 10,12) de que habría 70 generaciones desde el pecado de los ángeles hasta el Juicio.
”Además Lucas presenta 21 nombres (3 x 7) en el período postexílico, donde Mateo presenta 14. Lo mismo sucede en el período de la monarquía en Israel; en el período premonárquico Abrahán se encuentra en 14 posiciones antes de David (2 x 7), y entre Dios y Abrahán hay 21 nombres (3 x 7). Así pues, el conjunto de la lista lucana tiene desde José hasta Dios un esquema de de 21 + 21 + 14 +21. El hecho de que David (que hace el número 42) y Abrahán (número 56) tengan posiciones que son múltiplos de 7 puede ser también importante.
Es evidente, por tanto, que nos hallamos ante dos genealogías muy fantasiosas pero con sentido teológico a la vez que, aunque estén fundadas sobre el número sagrado, el 7, son totalmente distintas e inconciliables. Sus contradicciones han preocupado enormemente a la Iglesia a lo largo de los siglos y han suscitado muchos intentos de solución.
Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
NOTA
Enlaces a otra entrevista sobre el volumen "Los Libros del Nuevo Testamento":
https://youtu.be/mfe0fZsXt4I?si=JVzD3rzWkzfdqa2U
https://youtu.be/sxa4XHRk0dM?si=xjqDEwY8FRrN_3yd