Cristianismo y Secularidad



Capítulo III

Nueva teología política
fundamental práctica


Todo lo dicho hasta aquí hace necesaria la existencia de una nueva teología fundamental más acorde con el espíritu conciliar y la época en que vivimos. Metz tiene la convicción de que la nueva teología política es la que mejor puede determinar la fe en las condiciones exigidas por la secularidad y el ateísmo práctico actual.

Ve incluso la urgencia de que sea ella la que proporcione a toda la teología el nuevo método que ésta necesita. La nueva teología nace, pues, con vocación de teología fundamental, porque Metz, lejos de querer elaborar una disciplina especial limitada a la política, siente la ambición de dar un enfoque nuevo a toda la teología. Su programa de desprivatización de la fe entraña una transformación del método, como hemos visto al tratar de éste en el capítulo precedente. No obstante, cuando lanzó la noción de una teología política en 1966 pocos se percataron de que ésta significaba un nuevo giro en el método teológico.

Y cuando un año después llama a una hermenéutica política, muchos lo interpretaron como pura fantasía propia del activismo político. Sin embargo, desde entonces se está intentando descifrar el calado metodológico de la nueva teología . En síntesis, su teología tiene como tarea primordial liberar la fe de la privacidad en que está sumida aun después del Vaticano, como si éste no hubiera existido.

En cuanto profesor de teología fundamental, Metz ha concebido esta dsiciplina al servicio de la esperanza según la primera carta de Pedro: "Estad siempre preparados para defenderos ante cualquiera que os pida cuenta de la esperanza que hay en vosotros..." (1 Pe 3, 15). Su teología fundamental política, pues, se propone exponer la fe de manera que corresponda a los modos actuales de comprensión humana.

Pero esto no lo hace con ánimo de someterse a las modas de pensamiento imperantes, sino con el fin de entrar en un fructuoso conflicto con esas modas de pensar. Aunque el conflicto entre el pensamiento de los sucesivos tiempos y la fe cristiana obliga no pocas veces al cristiano a deambular solo, sin la ayuda adecuada de la teología a su situación presente .

1. Proyecto de la nueva teología política

El proyecto teológico de Metz de explicar la relación de la fe cristiana con el mundo tiene una horizonte bien definido, el futuro. Con este horizonte se propone superar la teología trascendental, personalista, existencial y quietista, que, aunque ha tenido el mérito de haber subrayado la importancia de la persona humana frente al punto de vista meramente objetivista de la teología neoescolástica, encierra un doble peligro.

Por una parte, esta teología antropológica limita la fe concentrándola en el momento actual de la decisión personal del creyente. El futuro casi se pierde en ella. Por otra, la misma teología tiende a hacerse privada e individualista al no poner de relieve suficientemente las dimensiones sociales y políticas de la fe y la responsabilidad del creyente. En cambio, la comprensión del mundo del hombre actual está orientada fundamentalmente hacia el futuro.

Doy a continuación los puntos importantes del pensamiento de Metz al respecto.

Primero: la mentalidad del hombre de hoy no es nada contemplativa sino operativa. Los hombres de nuestra época se sienten atraídos y fascinados por el futuro, por lo que todavía no ha sido.

Segundo: en su marcha hacia el futuro este hombre no experimenta ya el mundo como un destino impuesto o como naturaleza sacrosanta y soberana en la que vive recluido, sino como cantera o material bruto con que construye su "nuevo mundo". Pero no sólo altera el mundo y lo configura como escenario de su propio drama, sino que le domina con las nuevas tecnologías y con ello lo seculariza.

Tercero: a este hombre no le mueve el "mundo del más allá", sino la construcción de un mundo nuevo o de una "gran sociedad" aquí y ahora ya.

Cuarto: la cristiandad y la religión en general se sienten impotentes ante la posición de primacía que ocupa este futuro en la mentalidad actual. Por todo esto, el tiempo que vivimos hoy se presenta como el comienzo de una era post-religiosa.

La creencia en un Dios trascendente se considera una mera concepción especulativa de la mente, que hay que rechazar y sustituir por una orientación activa y operante hacia el futuro. Quinto: hemos de unir lo que hemos separado durante largo tiempo, a saber, la trascendencia (Dios) y el futuro, puesto que esta orientación hacia el futuro la piden la fe bíblica y el mensaje cristiano.

Consecuentemente, ante esta situación, la nueva teología política se propone traspasar los límites de una teología meramente antropocéntrica, tomando muy en serio la vida social y política del hombre, de manera que abra los cauces a una fe vivida más que pensada.

Cada vez es mayor la convicción de los teólogos de que la esperanza con la que la fe cristiana se relaciona con el futuro no puede realizarse al margen del mundo y del futuro de éste, porque ella ha de responder del único futuro que se nos ha prometido. No basta, pues, con que la teología destaque la dimensión antropocéntrica de la teología, sino que debe abarcar también las cuestiones referidas al mundo.

Por eso Metz, Moltmann y Cox se oponen a la interpretación existencial-personalista y trascendental de la teología de Bultmann, que consideran ajena al mundo y a la historia interhumana. Bultmann toma la dimensión social del mensaje cristiano como algo secundario e incluso inauténtico y somete la fe a la máxima privatización en el individuo.

Claude Geffré especialista en teología fundamental defiende la misma tesis de los tres teólogos mencionados antes, unidos en el proyecto común de la nueva teología. También para él la orientación política de la teología, entendida como incidencia en la problemática humana, es una exigencia que le viene dada de la encarnación de la fe en el mundo, como se ha puesto de manifiesto sobradamente en Gaudium et spes.

No basta con recurrir a la esencia admirable de la tradición cristiana, sino que hay que traducir en el pensamiento y en la acción de hoy la fuerza crítica y liberadora del evangelio. Es él quien estimula las esperanzas humanas y los esfuerzos por la edificación de un mundo nuevo en el que todos los seres humanos vivan más dignamente.Por consiguiente, la teología política como teología fundamental práctica, tal como sus autores la entienden, es un intento de formular la fe de modo que oriente la praxis de los cristianos en la sociedad y contrarrestar así la apatía de estos por cuanto a la vida pública se refiere.

El desinterés de los cristianos y de los ciudadanos en general es manifiesto hoy en los países donde impera el estado de bienestar. No son conscientes de que esta actitud pone en peligro su propia libertad, que, para que sea verdadera, lleva aneja la corresponsabilidad en la vida pública.

La libertad hace a cada uno responsable no sólo de sí mismo, sino de la humanidad en general, porque nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para todos. Es decir, el deseo de conservar la libertad ha de llevar al ciudadano a responsabilizarse en la sociedad como la mejor garantía de aumentar su bienestar y de que se le reconozca su dignidad.

Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
Volver arriba