Los santos que nunca serán canonizados
Felice Baldo: cristiano en el marxismo
y marxista en la Iglesia
Nuestro santo apócrifo de hoy es tambien italiano y corre la misma suerte que Alcide de Gásperi, pero viniendo de un mundo de partida opuesto y recorriendo un itinerario completamente diferente
Felice Baldo nació en Turín en 1913 y murió en 1964. Fue un intelectual, que, a pesar del tributo que tuvo que pagar a las involuntarias participaciones en guerras y guerrillas de aquel tiempo tormentoso, tuvo todavía holgura para realizar sus estudios filosóficos e iniciar poderosamente su carrera de pensador original, profundo e independiente.
A la edad de 28 años, mientras convalecía en un hospital, se convirtió a la fe católica: no era, por tanto, un clásico y tradicional católico de toda la vida. Sin embargo, esta conversión no implicaba una adhesión a la opción política que acaparó el apellido "cristiano", ya que Balbo, juntamente con Franco Ródano, Fedele d'Amico, Marisa Cinciari, Adriano Orsini y otros fundó el llamado "Movimiento de los Católicos Comunistas", que, pasando por una metamórfosis en el "Movimiento de los Trabajadores Cristianos", desembocó en el "Partido de la Izquierda Cristiana".
En diciembre de 1945 se disuelve el partido de Izquierda Cristiana, ya que parecía inminente la formación de un partido único de los trabajadores, nacido de la fusión del Partido Comunista y del Partido Socialista, y en el que habría de confluir la Iquierda Cristiana. Pero tanta belleza no fue por la maldad de los hombres de todos los grupos; y entonces Balbo, fiel al pueblo, creyó su deber inscribirse en el Partido Comunista, subrayando explícitamente el artículo del estatuto que reconoce plena ciudadanía política al que no se reconozca marxista.
Entre los años 1947-1949, como consecuencia de la evolución del movimiento comunista nacional e internacional(son los tiempos de Stalin)se aleja de la actividad del partido y prosigue su investigación filosófica y personal. En diciembre de 1950 dimite formalmente del Partido Comunista, en cuanto que su disconformidad no es solamente ideológica, sino también política.
Sin embargo, Felice Balbo lo fue todo menos maniqueo; por eso la "iglesia de signo democristiano" no pudo integrarlo en su seno, quedando en una dolorosa tierra de nadie, que hace de él un santo incanonizable tanto por los unos como por los otros.
En efecto, por una parte Balbo rechaza las pretensiones del comunismo reinante de su época, según las cuales una cierta filosofía de la inmanencia era esencial al análisis científico que la metodología marxista hacia de la historia en función de una transformación radical con miras al socialismo.
En otras palabras, en un mundo comunista solamente los ateos eran ciudadanos de primera clase: los creyentes (incluso los curas decía Lenin)podrían ser admitidos con tal de que sean "buenos chicos", ya que poco a poco con la praxis socialista se les quitaría el sarampión de la fe. Balbo denunció esta trampa, descubriendo el engaño de una "ideología" agazapada entre los pliegues de una exposición supuestamente científica del proceso socialista...El filósofo italiano sabía que el comunismo no puede suprimirse de hecho,por contener esas verdades y por haber adquirido una considerable fuerza.
Con esto Balbo profetiza lo que posteriormente hemos llamado el diálogo cristianismo-marxismo, del que ambos campos han salido reforzados, purificados y, en parte, interpretados. Hoy ya podemos distinguir claramente dos tipos de encuentros entre marxismo y cristianismo: uno de tipo dogmático-integrista, donde ambas partes se refugian en sus búnkeres respectivos y no salen de ellos sino para hacerse la guerra o para firmar treguas convencionales;
y otro, de tipo crítico-progresista, donde las "bases" de ambos mundos dialogan a partir de una praxis común en función de programación de liberación humana, llegando a una interpretación recíproca que está enriqueciendo notablemente la gestación de ese "hombre nuevo", más allá del"marxismo" inveterado y del "cristianismo" secuestrado por las clases dominantes.
La fe en un futuro desconocido es lo que caracteriza a un creyente de verdad. Y eso es lo que fue Felice Balbo. Y eso es también lo que no le perdona ningún establishmen: el no haberse alineado maniqueamente en ninguno de los dos frentes y el haberse adelantado en solitario a los resultados de la historia.
José Mª González Ruiz
Los santos que nunca serán
canonizados
Ed Planeta 1979