Predica el Evangelio en todo momento y, si es necesario, usa las palabras

Esta frase atribuida al siempre encomiable y admirado Francisco de Asís expresa de modo magistral por su sencillez y profundidad la tarea y misión de cualquier discípulo de Jesús: predicar el Evangelio.

El juego sutil de estas palabras esconde un gran reto para todo creyente: Que nuestra vida hable por sí sola del Evangelio, que sepa a Evangelio, que desprenda el olor agradable del Evangelio… Y si fuera preciso, usar las palabras para dar razón nuestra fe y de las maravillas que Dios hizo y hace en nosotros.

La famosa y profética frase de Pablo VI en el número 41 de la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi corrobora esta afirmación franciscana:

“El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros o si escucha a los maestros es porque son testigos”

Testigo es el que da testimonio salgo vivido por él mismo. Maestro puede ser quien ha aprendido bien la teoría que otros han experimentado pero que no necesariamente ha pasado por ello. Hacen falta TESTIGOS en esta sociedad nuestra de increencia y frialdad religiosa. La gente parece estar bastante cansada de palabras y discursos, escucha con más agrado y atención los testimonios.

Predicar siempre y en todo momento el evangelio pero con nuestras actitudes, con nuestro modo de vivir cotidianamente. Sin duda, el mejor lenguaje y el más comprensible y aceptado por todo el mundo es el lenguaje del amor y la misericordia.

Le pido al Señor en esta víspera de la fiesta de todos los santos que crezcamos en coherencia de vida con el Evangelio en medio de un mundo cada día más descreído y frío. Que nuestras vidas sean pequeñas hogueras que regalen a los otros ese sabor a hogar en medio de un ambiente frío e impersonal.

Cristo sigue enviándonos como a sus primeros discípulos a dar testimonio de lo que hemos visto y vivido. Evangelicemos y si es preciso ¡usemos las palabras!
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