El riesgo del relativismo moral en un cristiano
No son pocos los que se consideran cristianos pero se alejan de la Iglesia en muchos de sus planteamientos morales.
Vivimos en la sociedad del "para mí..." y ante cualquier asunto surge la típica respuesta: "esa es tu opinión pero PARA MI..."
Es lo que conocemos como "relativismo moral".
No hay afirmaciones absolutas y objetivas todo se pasa por la opinión propia. Es como si fuéramos por la vida con unas gafas con cristal verde y viéramos toda la realidad de color verde convencidos que el mundo es verde. No, el mundo tiene una bella armonía de colores, el problema soy yo y mis gafas. Pero, como cabía esperar, quien se atreve a alzar la voz y afirmar algo tan obvio le cae todo el peso de la ideología de turno y empiezan los calificativos como: fascista, dictador, retrógrado, conservador, etc...
Lo más paradójico de todo es que si alguien se sale de ese pensamiento único del relativismo moral es fuertemente atacado y menospreciado. No se recibe una respuesta que sería "lógica" como un respeto que pienses así. No, mi opinión es otra y encima no te tolero que tengas otra diferente.
Este ambiente se respira muy a menudo en nuestra sociedad actual pero lo trágico es que ese pensamiento se ha colado por las rendijas de la Iglesia y no son pocos los que se consideran cristianos y sostienen posturas, como digo, totalmente opuestas a lo que la Iglesia enseña. ¿Tenemos un problema? Pues la verdad, qué quieren que les diga.... creo que SÍ, y muy gordo.
¿Soluciones? complicada se presenta la cosa.... estamos viviendo un tiempo de fuerte increencia en España, del pasotismo se pasó a la increencia y de la increencia no son pocos los que pasaron a la cristianofobia, todo lo que huela a Iglesia hay que extirparlo de la sociedad, piensan no pocos...
Solo me atrevo en estos momentos a sugerir, a quienes se consideren cristianos, una medicina para semejante dolencia. Se trata de FORMACIÓN. Tomarse en serio que ser cristiano no es una cuestión de sensiblería emotiva ni supersticiones ni mucho menos una ideología cultural... ser cristiano parte del encuentro personal y profundo con Jesucristo. Y eso se da en el corazón del ser humano cuando éste se sabe incompleto y necesitado de sentido. Como decía S. Agustín: "Feciste nos ad Te et inquietum est cor nostrum donec requiescat in Te" (Nos hiciste para ti, Señor, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti.
El encuentro con Cristo se da en el seno de la Iglesia: en los sacramentos, de manera excepcional en la Eucaristía; en la oración personal y comunitaria confiada y en el amor a los más pequeños ("lo que hagáis a uno de estos más pequeños a mi me lo hacéis")Mt. 25,40
Aquí podemos detectar un diagnóstico que puede ser el principio de nuestra solución. Si decimos que el cristiano vive del encuentro con Cristo y que ese encuentro se da en los sacramentos... Una solución pasa por regresar a la vivencia de la Eucaristía como alimento fundamental e imprescindible. Hay que dejar atrás eso de "cristiano no practicante" que es tan absurdo como decir que soy vegetariano no practicante mientras me zampo un buen filete de ternera. O somos serios en el seguimiento de Jesús o siempre estaremos expuestos a estos "resfriados".
Efectivamente, el catecismo de la Iglesia católica muy sabiamente presenta los cuatro pilares de la vida de un cristiano:
La fe: pero una fe cimentada en la doctrina de la Iglesia, una fe bien formada, una fe recta y honesta no una fe hecha a mi medida ni una fe de supermercado donde cojo simplemente lo que me conviene porque está de oferta o me gusta más...
Los sacramentos: el alimento imprescindible para caminar sin desfallecer ni quemarse: la eucaristía y el sacramento del perdón son vitaminas FUNDAMENTALES para un discípulo.
La moral: y aquí tocamos donde duele. No una moral subjetiva donde todo es cuestión de opiniones y todas valen lo mismo estén cualificadas y formadas o no. Suena duro decirlo pero no vale igual. Quizás ayude a comprenderlo mejor el día que estemos en un quirófano y a la hora de tomar una decisión haya diversas opiniones: la del fontanero que pasaba por allí, la del celador que lleva la camilla, etc... con todos los respetos hacia cada persona pero si nos vemos en esa tesitura, sin dudarlo, nos fiaremos de la opinión del médico antes que la de cualquier otra persona por muy buena fe que tenga... La moral de la Iglesia no es fruto de cuatro iluminados que un día se aburrían y elaboran una serie de normas. La Iglesia es MADRE y MAESTRA. No son pocas las cabezas muy bien amuebladas que articulan el modo de vivir una vida moralmente cristiana. Seamos más humildes e hijos de la Iglesia.
La oración: otro eje fundamental que por estar en último lugar no deja de ser menos importante. La oración es para el cristiano lo que el oxígeno para cualquier ser viviente. Sin oración no hay relación con Dios y sin relación con Dios ninguna de las otras columnas mencionadas anteriormente se sostienen.
Seamos serios, hermanos cristianos. Esforcémonos por seguir creciendo y profundizando en nuestra fe y aprendamos a vivir con más humildad aceptando que nuestra opinión puede enriquecer pero no imponerse. Trabajemos por formarnos una recta conciencia y mantenernos fieles a la fe de la Iglesia.
Vivimos en la sociedad del "para mí..." y ante cualquier asunto surge la típica respuesta: "esa es tu opinión pero PARA MI..."
Es lo que conocemos como "relativismo moral".
No hay afirmaciones absolutas y objetivas todo se pasa por la opinión propia. Es como si fuéramos por la vida con unas gafas con cristal verde y viéramos toda la realidad de color verde convencidos que el mundo es verde. No, el mundo tiene una bella armonía de colores, el problema soy yo y mis gafas. Pero, como cabía esperar, quien se atreve a alzar la voz y afirmar algo tan obvio le cae todo el peso de la ideología de turno y empiezan los calificativos como: fascista, dictador, retrógrado, conservador, etc...
Lo más paradójico de todo es que si alguien se sale de ese pensamiento único del relativismo moral es fuertemente atacado y menospreciado. No se recibe una respuesta que sería "lógica" como un respeto que pienses así. No, mi opinión es otra y encima no te tolero que tengas otra diferente.
Este ambiente se respira muy a menudo en nuestra sociedad actual pero lo trágico es que ese pensamiento se ha colado por las rendijas de la Iglesia y no son pocos los que se consideran cristianos y sostienen posturas, como digo, totalmente opuestas a lo que la Iglesia enseña. ¿Tenemos un problema? Pues la verdad, qué quieren que les diga.... creo que SÍ, y muy gordo.
¿Soluciones? complicada se presenta la cosa.... estamos viviendo un tiempo de fuerte increencia en España, del pasotismo se pasó a la increencia y de la increencia no son pocos los que pasaron a la cristianofobia, todo lo que huela a Iglesia hay que extirparlo de la sociedad, piensan no pocos...
Solo me atrevo en estos momentos a sugerir, a quienes se consideren cristianos, una medicina para semejante dolencia. Se trata de FORMACIÓN. Tomarse en serio que ser cristiano no es una cuestión de sensiblería emotiva ni supersticiones ni mucho menos una ideología cultural... ser cristiano parte del encuentro personal y profundo con Jesucristo. Y eso se da en el corazón del ser humano cuando éste se sabe incompleto y necesitado de sentido. Como decía S. Agustín: "Feciste nos ad Te et inquietum est cor nostrum donec requiescat in Te" (Nos hiciste para ti, Señor, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti.
El encuentro con Cristo se da en el seno de la Iglesia: en los sacramentos, de manera excepcional en la Eucaristía; en la oración personal y comunitaria confiada y en el amor a los más pequeños ("lo que hagáis a uno de estos más pequeños a mi me lo hacéis")Mt. 25,40
Aquí podemos detectar un diagnóstico que puede ser el principio de nuestra solución. Si decimos que el cristiano vive del encuentro con Cristo y que ese encuentro se da en los sacramentos... Una solución pasa por regresar a la vivencia de la Eucaristía como alimento fundamental e imprescindible. Hay que dejar atrás eso de "cristiano no practicante" que es tan absurdo como decir que soy vegetariano no practicante mientras me zampo un buen filete de ternera. O somos serios en el seguimiento de Jesús o siempre estaremos expuestos a estos "resfriados".
Efectivamente, el catecismo de la Iglesia católica muy sabiamente presenta los cuatro pilares de la vida de un cristiano:
La fe: pero una fe cimentada en la doctrina de la Iglesia, una fe bien formada, una fe recta y honesta no una fe hecha a mi medida ni una fe de supermercado donde cojo simplemente lo que me conviene porque está de oferta o me gusta más...
Los sacramentos: el alimento imprescindible para caminar sin desfallecer ni quemarse: la eucaristía y el sacramento del perdón son vitaminas FUNDAMENTALES para un discípulo.
La moral: y aquí tocamos donde duele. No una moral subjetiva donde todo es cuestión de opiniones y todas valen lo mismo estén cualificadas y formadas o no. Suena duro decirlo pero no vale igual. Quizás ayude a comprenderlo mejor el día que estemos en un quirófano y a la hora de tomar una decisión haya diversas opiniones: la del fontanero que pasaba por allí, la del celador que lleva la camilla, etc... con todos los respetos hacia cada persona pero si nos vemos en esa tesitura, sin dudarlo, nos fiaremos de la opinión del médico antes que la de cualquier otra persona por muy buena fe que tenga... La moral de la Iglesia no es fruto de cuatro iluminados que un día se aburrían y elaboran una serie de normas. La Iglesia es MADRE y MAESTRA. No son pocas las cabezas muy bien amuebladas que articulan el modo de vivir una vida moralmente cristiana. Seamos más humildes e hijos de la Iglesia.
La oración: otro eje fundamental que por estar en último lugar no deja de ser menos importante. La oración es para el cristiano lo que el oxígeno para cualquier ser viviente. Sin oración no hay relación con Dios y sin relación con Dios ninguna de las otras columnas mencionadas anteriormente se sostienen.
Seamos serios, hermanos cristianos. Esforcémonos por seguir creciendo y profundizando en nuestra fe y aprendamos a vivir con más humildad aceptando que nuestra opinión puede enriquecer pero no imponerse. Trabajemos por formarnos una recta conciencia y mantenernos fieles a la fe de la Iglesia.