Misa con pan-vino, mosto, pescado, leche-miel, queso, legumbres, aceite (elementos y alimentos)
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- ¿Por qué siempre pan y vino, y no otras comidas y bebidas más propias de cada cultura y de cada tiempo? ¿Por qué siempre el vino con su riesgo de embriaguez? ¿Qué hacer con celíacos, abstemios, alcoholizados...? Lea quien quiera plantear mejor el tema en estos días de preparación del Corpus.
(a)Elementos de la eucaristía (son 4):
- Acción de Gracias a Dios (eucaristía, eulogía). No hay eucaristía sin dar gracias a Dios o bendecirle.
- Recuerdo de Jesús (anamnesis). No hay eucaristía si no se “recuerda” a Jesús, su vida y mensaje, su muerte y las comidas (la cena final) que él celebró con sus discípulos.
- Invocación del Espíritu Santo (epíclesis). La eucaristía es una experiencia “carismática”, invocación y presencia del Espíritu Santo..
- Comida compartida (koinonia, synesthiein). No hay eucaristía sin comunión con Cristo, tampoco sin comunión entre los hermanos.
(b) Trece alimentos o comidas (especies sacramentales).
Recojo los doce fundamentales tal como los ha estudiado Harnack, indicando que no todos son igualmente importantes (los básicos son el pan y el vino). Debo recordar que en contra de los puristas bíblicos nunca se pone como central el cordero sacrificado… La eucaristía no es comida de “cordero”, como la pascua judía… El único “cordero” es Jesús, expresado en la palabra y en los alimentos compartidos por la comunidad, en su nombre, en su recuerdo. Éstos son los fundamentales:
- Pan y vino, o pan y vino mezclado con agua. Eucaristía normal y normativa de la iglesia antigua y actual. La palabra “pan” tiene un sentido extenso, vinculado a un tipo de cereal utilizado en la zona oriental del Mediterráneo, pero puede aplicarse a otros equivalentes (pan de arroz, de maíz, de mandioca…). Lo mismo pasa con el vino, que es de uva, pero puede aplicarse a otros equivalentes (bebidas de fiesta y de gozo, zumo de frutas….), de comunión de vida, con cierto tanto por ciento de alcohol, pero sin ser embriagantes.
- Pan y bebida (o copa),sin precisión su contenido, de forma que la copa puede ser de otra bebida festiva. Cf. 1 Cor 10,3-16; 11, 23-28; Did. 10,3; Ignacio, Rom 7, 3; Phil. 4; Justino, Apol.I, 66; Dial. 41,70-117 (la copa parece aludir siempre al vino, aunque no se precisa si es fermentado o no).
- Pan y agua (sin vino). Es la eucaristía de los abstemios, que eran sobre todo los gnósticos (en la línea de los musulmanes posteriores, que surgen en un contexto abstemio). En ese contexto se podìa celebrar con zumo de frutas, pero lo hacen se hacía básicamente con agua, tomada también como elemento sagrado, como en ciertas formas de budismo(Filastre, Liber de Haer. 77; Agustín De Haer. 64). También había ebionitas, que no tomaban vino po pobreza, porque el vino es de ricos (Ireneo, Ad. Haer. V, 1, 3). También están los Encratitas, es decir, los penitentes, los que ayunan de vino y dexo (Clem. de Alej., Paed. II, 2,32; Strom. I, 19, 96). Finalmente, están los Judeo-cristianos gnósticos y los gnósticos de diverso tiempo(Epifanio, Haer.30,16); Marcionitas (Epifanio, Haer.12, 3 etc).
- Eucaristía sólo con pan, como parece decirse en las primeras comunidades cristianas del libro de los Hechos. No se cita la bebida, quizá porque no se le da importancia. Se habla sólo del pan compartido, que puede ser pan estrictamente dicho u otro tipo de comida… Todas las comidas son (pueden ser) signo de Jesús, siempre que se compartan con acción de gracias (Hech 2, 42.46; 20, 7.11).
- Pan y pescado: multiplicaciones. Es la eucaristía de las multiplicaciones (Mc 6, 38ss par; 8,1‒12 par; Jn 6). Se ha discutido si se puede hablar de eucaristía de los peces, si Jesús está presente y cómo. Se trata quizá de una discusión “bizantina”. Es el signo iconográfico más extendido, del mosaico del mar de Galilea… Una “eucaristía” de este tipo, en forma de refrigerio, aparece en imágenes de banquetes funerarios (cristianos y no cristianos).
- Eucaristía de pescadores, sólo con Pez(refrigerio). Así aparece enmuchos manuscritos de Lc 24, 42. Cristo resucitado come pescado, lo come él, lo come con sus discípulos. Es lo que tienen, es lo que llevan. Pescado en conserva de las salazones de Magdala, la comida del recuerdo del Lago, la comida del Mar de galilea. Un rito de comida de pescado en nombre de Jesús se conserva en diversos ritos funerarios, en iglesias marginales.
- Pez y miel: algunos manuscritos de Lc 24, 42. La miel se ha seguido ofreciendo a los neófitos… y sigue siendo signo de dulzura, de adelanto del reino. Así aparece en el libro judeo‒cristiano de José y Asenet, signos de Cristo y de la Iglesia.
- Leche (Clem de Alej., Paed. I, 39, 41, 44, 45, 50 etc.). Signo de nuevo nacimiento. La leche unida a la miel evoca la entrada pascual en la tierra prometida, es también signo escatológico. La leche, en sus diversas formas ha sido (con el vino) el signo eucarístico por excelente. Por eso se ha hablado de eucaristía con Pan y Leche, al estilo de los pastores.
- Leche y miel: Hipólito: Cánones (árabes) 142-149. Recuerdo de la entrada en la tierra prometida.
- Lacticinios o quesos: Signo distintivo de un grupo cristiano de cristianos a los que se llama Artotyritas (de artos, pan, y tyron, leche cuajada o queso (cf. Passio Perpet. et Felic. 4; Epifanio, Haer. 49 etc.).
- Aceite con pan y legumbres. Es una eucaristía de tipo pascual judío (pan con hierbas amargas, pero sin cordero). Es Acta Thomae, 29; Excerpta ex Theodoro (cf. Clem de Alej. PG.9, 696). Se ha tomado como refrigerio, inicio de una comida… Se ha seguido tomando en comunidades de oriente, pan con aceite…
- Sal (sacramentum salis): cf. Agustin, Conf. I, 11,17; De catech, rud. XXVI, 50; Juan Diacono, Ep. ad Senarium, c.3; Sacramentarios latinos: Benedictio salis dandum catechumenis. Es signo de iniciación más que de eucaristía propiamente dicha.
- Alimentos prohibidos, Alimentos “obscenos”: como esperma y sangre menstrual, en ciertos gnósticos (Pistis Sophia 147).
(cf. A. von Harnack (1851-1930), Brot und Wasser. Die eucharistischen Elemente bei Justin, Texte und Untersuchungen 1891, VII, 2. 117‒142, )
(c) Ampliación
El Nuevo Testamento no ha resuelto el ritmo de celebración de la eucaristía, sino que deja abiertos gozosamente unos caminos, que la iglesia debe explorar y recorrer: la fijación eucarística depende de la tradición antigua y la creatividad actual de la iglesia, llamada a re-fundar la eucaristía.
– Hechos recuerda sólo la fracción del pan y la presenta como signo distintivo de la primera comunidad de Jerusalén y de los cristianos posteriores (Hech 2, 42.46; 20, 7.11; 27, 35). Es claro que no niega la posibilidad de que los creyentes tomaran igualmente vino, aunque destacaran la fracción del pan, por su valor simbólico de participación alimenticia. Pero es más probable que estemos ante una eucaristía de cada día, celebrada con el alimento normal de los creyentes, que recuerdan a Jesús en la comida.
– En esta línea avanza el relato pascual de Emaús: Jesús “toma el pan y partiéndolo” se lo ofrece a los discípulos, de manera que ellos le reconocen “en la fracción del pan” (Lc 24, 30-31.35). Podría afirmarse que no ha sido una eucaristía estricta o que el vino se encuentra presupuesto, pero es más normal suponer que estamos ante un signo eucarístico centrado sólo en el pan.
– Desde esta perspectiva puede interpretarse la famosa variante “occidental” de los manuscritos de Lc 22, 20: los textos que siguen la línea D (Codex Bezae) no incluyen la referencia al vino. Es probable que la redacción primera de Lucas sólo conociera una eucaristía del pan compartido; la referencia al vino sería añadidura posterior, a partir de las tradiciones paulinas.
Es evidente que Lucas conoce la referencia escatológica del vino, que está en el centro del logion de la invitación al reino (Mc 14, 25 par). Ella constituye el punto de partida de su relato de la Cena: Jesús empieza tomando el vino y ofrece la copa a sus discípulos, diciendo que participen de ella y beban “pues no beberá más del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios” (Lc 22, 17-18). Habría pues dos eucaristías: la del pan, celebrada cada día, en el camino de la historia; la del vino, que es objeto de esperanza y sólo podrá celebrarse de verdad en el reino de los cielos. Pues bien, anticipando de algún modo esa eucaristía celeste, las comunidades paulinas y luego todas las cristianas habrían introducido en la Cena de Jesús la referencia al Vino de su Entrega redentora.
Marcos y Mateo sitúan el relato de la cena en el conjunto de la “biografía kerigmático” de Jesús. Ellos no ofrecen (como 1 Cor 11, 24-25) el texto de un ritual, sino un recuerdo histórico fundante. Por eso, en principio, no tienen necesidad de evocar la repetición ritual: “haced esto”.Las “rúbricas” del rito no resultan necesarias en su texto. Lógicamente, sus relatos de institución eucarística no van contra la celebración eclesial repetida del con pan y vino. Pero, sus textos, y especialmente el de Marcos, podrían interpretarse conforme a este esquema:
(d) Eucaristía de Galilea y eucaristía de Jerusalén
– Hay una eucaristía del pan y los peces, propia de la historia de Jesús en Galilea. Esta es la eucaristía diaria de la vida compartida, de la apertura de Jesus hacia pecadores y multitudes, comida de la solidaridad y gozo anticipado del reino, que define a los cristianos, como hemos visto ya y veremos aún en el capítulo siguiente. Ella debe repetirse.
– Hay una eucaristía de la Cena de Jesús, que Mc 14, 22.-24 (y Mt 26, 26- 29) concibe de algún modo como única. Es la eucaristía del final de Jesús, la Cena de su entrega. Ella se celebró sólo una vez y expresa el sentido y permanencia de la donación y muerte de Jesús, en favor de todos. Por eso el texto no dice que se repita
– Desde ese fondo ha de entenderse la palabra del joven de pascua, que pide a las mujeres de la tumba vacía que vayan a Galilea, donde verán a Jesús (cf. Mc 16, 1-8). Por eso, la eucaristía de la Cena ha de actualizarse en la comida con los marginados y pecadores, en la multiplicación de panes y peces de la vida de cada día, con los hambrientos del mundo. Esta lectura de Marcos (y Mateo) no es del todo segura, de manera que puede, y quizá debe, matizarse desde otros elementos de la misma dinámica interior de su evangelio.
Pero todo nos permite suponer que, según ellos, la eucaristía de Jerusalén, con el pan y vino de la Cena, marca un momento irrepetible en la dinámica del evangelio. Es irrepetible pero, paradójicamente, debe actualizarse en la vida de la iglesia que se inicia en Galilea, en torno a los signos del pan y los peces... Enigmática y gozosamente, el vino está ahí, el vino de la entrega de la vida y de la fiesta de Dios, unido al pan que es “cuerpo” de fraternidad mesiánica. Pero la unión final de pan y vino, con la entrega de la vida, sólo puede alcanzarse y celebrarse donde se reasume, una y otra vez, la eucaristía galilea: el compromiso en favor de los excluidos, las multiplicación de pan y peces. La iglesia posterior ha ratificado la eucaristía del pan y vino de la muerte pascual de Jesús, com único signo de celebración. Sería bueno que explorara más el camino de la eucaristía galilea.
– Puede haber una eucaristía diaria de la fracción del pan, acompañado quizá por los peces, en la línea de Hechos. Esta es la eucaristía de la comida fraterna, la comunicación económica, ratificada cada día en el servicio a los pobres.
– Puede y debe haber una eucaristía dominical festiva, donde recibe su sentido el doble signo del pan y del vino, celebración gozosa de la vida, en memoria de Jesús resucitado. Esta parece ser la novedad cristiana más antigua, en clave ritual: los seguidores de Jesús han aceptado el ritmo semanal judío, pero han cambiado el día y motivo de la celebración: recuerdan a Jesús cada Domingo (=Día del Dominus o Señor), tomando en su honor el pan y el vino, en comunicación sacral y social. Una eucaristía “dominical” celebrada cada día no tiene sentido.
– Desde mediados del siglo II (controversias pascuales), los cristianos comenzaron a celebrar una pascua cristiana anual, en el domingo más cercano al plenilunio de primavera. Esa celebración no añade nada a la eucaristía más antigua de la iglesia, pero sirve para situarla en el trasfondo de las celebraciones anuales del judaísmo antiguo. De esa forma, la liturgia cristiana, que tenía sólo un ritmo semanal, empieza a tener otro anual.
(texto tomado de Fiesta del pan, fiesta del vino,pags. 214-222)