Cristianos, ladrones "convertidos": Hoy empieza el Reino

Ellos son simbólicamente un compendio de la humanidad en su conjunto. Todos somos, en un plano, como esos dos ladrones, condenados a la muerte con (como) Jesús, a los lados de su cruz.
En el fondo de esa imagen se halla toda la historia de los hombres, que se eleva ante una cruz, con dos suertes, dos posibilidades…
En sentido estricto, estos dos hombres "hermanos" (Caín y Abel, Esaú y Jacob, los los "hijos" de Lc 15) somos toda la humanidad.
De ellos trato en lo que sigue, retomando el motivo de ayer. El evangelio supone que ante la cruz de Jesús (y ante la víctimas de la historia) todos somos responsables. Pero no vivimos y morimos solos, morimos con él (con el Dios de Jesús). Desde aquí se distinguen las dos actitudes básicas:
-- Vivir para la violencia, pidiendo ayuda al Cristo para ser aún más violentos (Mal Ladrón)
-- o aprender a superar en amor la violencia, creando desde ahora un camino de Paraiso (Buen Ladrón).
Jesús nos enseña que es posible una historia distinta, una Historia de Reino.
Pequeña historia del texto
Para entender ese pasaje de los dos ladrones quiero evocar la “posible” tradición evangélica.
1. Un hecho. Los “buenos” jefes de aquel tiempo crucificaron a Jesús, por razones políticas (y de paso religiosas). El Rey de los Cristianos sigue siendo un pretendiente real crucificado, con un INRI real como causa de condena.
2. Una posibilidad muy alta. Es muy verosímil que al lado de la cruz de Jesús hubiera otras dos cruces… de “lestai”, pretendientes políticos (aunque quizá no reales/regios) también crucificados, aunque el tema podría ser simbólico. Lo cierto es que no crucificaror con Jesús a sus Doce Oficiales; los buenos “pares” del Cristo se escaquearon… y aparecieron sólo más tarde, aunque ellos sean los fundadores oficiales de la Iglesia. Jesús murió más bien al lado de dos hombres que son signo de todos los condenados de la historia humana.
3. Evangelio de Marcos, los dos juraban. Es probable que, si hubo dos crucificados a los lados de Jesús, ellos juraran en latín (como se dice), pues no es fácil morir crucificado proclamando bendiciones. Es normal que despreciaran a Jesús, por no haber triunfado, como dice Marcos, los dos a la vez, igualmente contrarios a Jesús, pero históricamente es difícil precisarlo (pues el dato puede ser simbólico).
4. Una “invención” de Lucas, que dice que un ladrón era “bueno” y otro “malo”. La distinción que hace Lucas entre el “bueno” y el “malo” parece una hermosa parábola, de tipo moralizante; ella sirve para ilustrar unas verdades permanentes: un parece bueno y el otro malo, hasta en la cruz pueden distinguirse los “bandidos”. Pienso pues que se trata de una “invención” teológica de Lucas, que utiliza la escena de la Cruz para descubrir su sentido más profundo. De todas formas, lo que dice Lucas podría ser “cierto”, si es que tuvo acceso a tradiciones más fiables que las de Marcos (lo cual es aquí problemático).
5. Estar en el paraíso, hacer camino de paraíso. A Lucas le importa la palabra de Jesús al “buen ladrón”: el “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Esa palabra que nos abre a una bellísima “teología pascual”, que puede interpretarse de dos formas:
a) Jesús habla del paraíso futuro, y así cuando dice al “ladrón” que hoy mismo estará con él en el paraíso se está refiriendo al “cielo”, un cielo espiritual más alto, donde el ladrón con Jesús recibirá el premio de Dios por su “arrepentimiento”. Tras haber sufrido en este mundo (por su culpa y la culpa de los otros…) al ladrón le queda el cielo…
b) Pero Jesús puede hablar y habla también de un “hoy” en este mundo… El ladrón que reconoce a Jesús (que reconoce su culpa y quiere iniciar un camino nuevo) puede ir abriendo con Jesús un paraíso, en este mismo mundo… desde la misma cruz en la que está condenado a muerte. No se trata pues, sólo, de esperar un paraíso más allá, después de la muerte, sino de trazar desde aquí el camino del paraíso. Ése es un camino que puede debe trazar el mismo “buen ladrón” condenado a la cruz.
Subir de nivel, el paraíso de Jesús:
Punto de partida, los dos iguales. Un bandido y otro son iguales. Nada les distingue en el pasado (sean ladrones económicos, guerrilleros, simples malhechores…). Ellos son la humanidad entera, condenada a morir. Pero a partir de aquí se distinguen:
a) Bandido “triunfante”, un ladrón que quiere “utilizar” a Cristo (Lc 23, 39). Ese ladrón “blasfema”, es decir, echa la culpa a Jesús, porque no ha podido o querido liberarle. ¡Sálvate a ti mismo y sálvanos! En el fondo, está echando la culpa a Dios porque no le ayuda a triunfar, porque le ha dejado caer en la cruz… Es evidente que quiera a un Cristo…, pero un Cristo para él, que le permita ganar y ganar, robar más, triunfar… Quiere a Cristo para seguir siendo lo que es, para dominar sobre la tierra, y para convertirse de esa manera en Rey de los Judíos… o en emperador de Roma. Eso es un Emperador, decíamos ayer: Un Bandido que ha Triunfado. El Cristo de este “bandido” es aquel que triunfa y hace triunfar a los demás.
b) Bandido que reconoce su culpa, un ladrón que está dispuesto a aprender y hacer camino con Jesús(Lc 23, 40-41). Ahora, al final de su vida, este “ladrón” reconoce su culpa, dentro de un sistema de “talión”. Ahora ve que está recibiendo lo que ha sembrado, dentro de la rueda de la fortuna: Ha querido ganar pero ha perdido… Sabe que dentro de esa “rueda” no hay salida, sabe que tiene que “subir de nivel”, buscar otra respuesta, otro camino, más allá de la simple lucha por la vida (lucha por el poder) en que ha estado metido. Por eso le pide a Jesús que se acuerde de él… que le permita descubrir otro tipo de Reino.
c) Respuesta de Jesús: Hoy (sêmeron)… estarás conmigo en el paraíso… Es decir, hoy mismo puedes comenzar, estamos comenzando un camino distinto de vida, que no es la lucha por el poder (ni el poder de Roma, ni el poder de esos dos bandidos…). Un camino de vida que es servicio mutuo. Esa es la posibilidad que descubre Jesús en la Cruz y que le enseña al “buen Ladrón”.
Conclusión
1. La Cruz de Jesús permite descubrir los dos caminos básicos…. El camino de aquellos que se aprovechan de Dios para triunfar (mal ladrón…). El camino de aquellos que quieren aprender de Jesús, para superar el nivel de la lucha por el triunfo de la vida (de la propia vida) a costa de los otros.
2. Unos pueden morir queriendo triunfar… dentro de la justicia de este mundo (como reconoce el buen ladrón: es “justo” que nos castiguen y maten por lo que hemos hecho… Si nosotros hubiéramos triunfado hubiéramos hecho lo mismo con nuestros adversarios.
3. Pero hay otros que quieren y pueden aprender, como el buen ladrón… Quieren aprender a vivir según la norma del “reino de Jesús”. Mirado así, este pasaje de los dos ladrones abre un camino de vida (de futuro, de esperanza) en un mundo dominado hasta ahora por bandidos triunfantes o bandidos fracasados. No habla del Reino futuro (en el cielo espiritual, tras la muerte), sino también del Reino en este mundo, de una humanidad distinta que puede empezar “hoy” mismo (el día de la muerte de Jesús), con todos los que aceptan su mensaje.
Excurso. El buen ladrón podemos ser nosotros.
Al distinguir a los ladrones (una bueno, otro malo), Lucas quiere mostrar bien las dos posibilidades de la muerte de Jesús y de la vida posterior de los hombres en el mundo.
‒ Un malhechor no pidió perdón…, es decir, no quiso cambiar… Muere manteniendo su pretensión de violencia. No se trata de que no sea religioso (quizá es muy religioso). Pero es religioso al servicio de su propio interés, utilizando para ello la violencia. El mundo de este bandido sigue, sigue siendo el mundo y la historia de los que luchan por triunfar a costa de los demás, divinizando su propio triunfo, su propia violencia…
‒ Pero el otro renunció en la cruz a su mala vida y se “apuntó” al “reino de Jesús”. No quería morir en la cruz, quería el Reino de Dios… y pide a Jesús que le ayude a entrar en ese reino, que para él (¡para él en concreto!)… puede significar en ese momento la muerte. Pero el camino que él pide (y que él abre con Jesús) no es sólo para él, sino para todos los hombres y mujeres del mundo. Ese bandido podemos ser nosotros
Una novelita: San Dimas y el mal Gestas (una leyenda rica en matices)
Al “buen” ladrón se le ha llamado Dimas
Sus historias han corrido de boca en boca. Se decía en la Edad Media que era un funcionario de tierra de galilea que, como los buenos bandoleros de la famosa Andalucía del siglo XIX y principios del XX, robaba a los ricos y malos para dárselo a los pobres. Con un poco de imaginación podríamos decir que debió pasar de la Sierra Morena a las sierras de Judea y un día tuvo la mala suerte de robar en el Templo o de tratar mal a Sara, que era una hija de Caifás, el gran sacerdotes (¿bandido?) y de apoderarse de ciertos bienes de la administración de Pilatos… para dárselos a unos niños y peregrinos pobres, siendo crucificado por ellos.
Pero pidió compasión a Jesús, y Jesús le prometió el paraíso. Es claro que le cogieron y colgaron. Su fiesta se celebra el 25 de Marzo, con la fiesta de la Virgen que concibe… Es patrono de los condenados a cadena perpetua, los prisioneros, los ladrones, los empleados y los directores de pompas fúnebres. San Dimas, oro pro nobis.
Al mal ladrón le llamaron don Gestas
No sé de dónde viene el nombre “Dimas”, pero el de Gestas es claro: es un tipo que las ha hecho (gestas), un tío sin posible defensa, un ladrón de caminantes y de pobres, un cuatrero y carterista, un violador y un asesino, incluso un monstruo terrorista… Se dice incluso que bebía la sangre de los niños, que colgaba a sus víctimas por los pies y que cortaba los pechos a las chicas guapas, porque él era feo. Fue el prototipo de malo al que hay que matar para limpiar la tierra de su escoria… Dios bueno, aléjanos de don Gestas y de sus tropelías.
Las diferencias entre “ladrones” no eran tan claras… pero han sido destacadas por la leyenda posterior
El evangelio no las pone. Dice que los dos son “kakurgos”, tipos que hacían cosas malas, según la estimación de sacerdotes y políticos, que eran los que mandaban. Eran “bandidos” fracasados, no habían logrado engañas y sentarse en los consejos de administración del templo, ni en el palacio del Rey…, ni en el cuartel de los soldados. Había que matarlos… Pues bien, con uno de esos a los que “hay que matar” empieza Jesús su camino de paraíso.
Este evangelio es muy realista… Jesús no empieza su camino de reino-paraíso, su proyecto de nueva humanidad con gente piadosísima, con buenísimos funcionarios del templo y del ejército, sino con los “bandidos”… Empezó su tarea con pobres y publicanos, con leprosos y expulsados, con gentes que estaban fuera de ley… es lógico que acabara entre “ladrones”.
Con los triunfadores (sacerdotes y soldados de la vida oficial) no se puede hacer nada, según este evangelio. Ellos seguirán a lo suyo. Con “ladrones” se puede empezar. Sí, todo es un cuento, como decía Don Dubitativo, pero un cuento que nos introduce en el mello de la vida…
En otro tiempo, los cristianos podían crear un imaginario a partir del evangelio, un imaginario de Santos a quienes rezar (de nuevo Sancte Dyme, ora pro nobis), de santos a quienes dedicarles pueblos (hay en California un pueblo dedicado a San Dimas), de santos a quienes poner de patronos (he conocido a un buen Dimas, protegido por su patrono…).
Actualmente tenemos dificultades en recrear un imaginario cristiano. Me gustaría que alguien nos escribiera un día una buena novela de San Dimas, bandido y compañero de Jesús, el primero de todos los salvados de la Era Cristiana. Él y Jesús murieron casi juntos. Jesús un poco antes, no tuvieron que rematarle, como dice el evangelio de Juan.
Sigue diciendo otra historia, que, al morir, Jesús se fue derecho al cielo, dio un abrazo a su Padre, se limpió (andaba muy manchado) y le dijo: Padre mío, espera un poco, luego hablaremos, que tengo que abrir la puerta a Dymas, que está llegando y todavía no tengo a Pedro de portero… Y dicen que añadió, con fuete voz, llamando a tres ángeles: ¡Preparadle un buen baño, de sales y espuma, que viene rendido!