Evangelio de Marcos. Primer libro de catequesis y educación cristiana

La revista Vida Pastoral, de los Padres Paulinos de México, acaba de publicar un numero sobre la educación cristiana, como tema y tarea fundamental de la vida de la Iglesia.

Entre los trabajos de la revista hay uno que me han pedido, sobre el Evangelio de Marcos como primer libro de educacion cristiana, tomando como punto de partida mi Comentario de Marcos, Verbo Divino, Estella 2012, poniendo de relieve el sentido del evangelio como catequesis y camino de fe.

Ha sido un hermoso ejercicio el resumir 1200 paginas de texto en un breve trabajo de referencia para catequistas y creyentes, en una revista de gran tirada. La niña de la portada no va a leer mi trabajo (ni muchísimo menos mi libro), pero podrá hacerlo su educador, a quien se lo dedico, con el deseo de que tome los evangelios como textos básicos de catequesis, antigua y moderna. Como seguirá viendo quien lea, Marcos fue el primer "catecismo" cristiano, pues las cartas de Pablo (temporalmente anteriores) tenían otro caomteido.



Tanto mi trabajo como otros de gran interés pueden encontrarse en http://www.sanpablo.com.mx/vidapastoral/ donde podrá verlos el lector hispano de un modo generoso. Entre ellos quiero publicar mañana, Dios mediante, el de Toribio Tapia, colega y amigo.

Vaya como imagen primera la portada de la revista, que recomiendo a todos los lectores hispanos. No conozco en España ninguna revista de gran tirada semejante a esta, libre en su presentación del mensaje y generosa en su forma de implicarse a favor del evangelio. El tema de fondo que la revista plantea es esencial para el cristianismo:

-- ¿Podemos entender el Evangelio como la primera y más honda catequesis de la Iglesia o necesitamos catequesis más doctrinales como muchas actuales?

-- ¿Cómo se puede realizar una catequesis desde y con el evangelio?

-- ¿Cómo se relacionan catequesis de adultos con catequesis y educación de niños?

-- ¿Cómo tendría que haber sido, por ejemplo, mi comentario de Marcos para que sirviera de catequesis?

Esta y otras preguntas quedan latentes en el trabajo que sigue. Presento, además, la imagen del comentario de Marcos... y más adelante, en el texto, la que va unida a trabajo. Buen día a todos

Evangelio de Marcos, primer libro de educacion cristiana

Introduccion

El Evangelio de Marcos es quizá el primer texto cristiano de educación integral en la fe. Anteriormente había en la Iglesia libros importantes, como el Antiguo Testamento, que era por entonces la única Biblia de la Iglesia, y además había recuerdos de Jesús, transmitidos de un modo directo por testigos y transmisores de su vida.

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Diversas comunidades conservaban y transmitían el mensaje de los apóstoles y misioneros del principio (Pedro, Pablo, Santiago, Juan…) y leían cartas que algunos, especialmente Pablo, habían escrito a los creyentes. Había también colecciones de los dichos de Jesús, como el llamado “documento Q”. Pero no existía (que sepamos) un libro expresamente dedicado a la educación cristiana en la fe. El primer libro de un educador cristiano de la fe es el Evangelio de Marcos, como puede ver quien siga leyendo el trabajo. Agradezco a los amigos de Vida Pastoral por haberlo publicado.

El primero en escribir un libro de educación cristiana en la fe, cubriendo ese hueco, fue un hábil narrador, llamado Marcos, autor del evangelio de su nombre. No sabemos quién era, ni donde vivió, aunque se puede suponer que formaba parte de una comunidad del entorno de Galilea, posiblemente en Siria (algunos dicen que en Roma) y que había conocido a los primeros cristianos. No conocemos su perfil social, pero sabemos que vinculó en su texto tradiciones de Pedro, con una “teología” más cercana a Pablo.

Era un apasionado de Jesús cuya trayectoria mesiánica recogió y quiso unificar, de un modo narrativo (no dogmático), escribiendo así el primer texto unitario de educación en la fe, una especie de historia evangélica de Jesús que culminaba en su crucifixión y se abría a la fe pascual que debía ratificar cada cristiano. Por eso, a diferencia de lo que harán más tarde los nuevos evangelios (Mateo, Lucas y Juan), no incluyó en su texto unas apariciones de Jesús resucitado (ni un evangelio de la infancia).

Las cartas de Pablo tenían otra finalidad polémica y doctrinal, lo mismo que el posible documento Q, y no existía todavía ningún libro cristiano estrictamente dicho, pues la Biblia de los seguidores de Jesús era la misma del judaísmo (el Antiguo Testamento), y Marcos pensó que era necesario escribirlo, para que su comunidad y las comunidades cristianas del entorno tuvieran un punto de referencia, es decir, su nueva Biblia, no para sustituir a la anterior, sino para completarla e interpretarla.

A su juicio, ese punto de referencia sólo podía ser la vida y muerte de Jesús, a quien las comunidades cristianas veneraban como resucitado, no una doctrina sobre Dios, el pecado o la vida tras la muerte. ¿Quién había sido Jesús? ¿Cómo se podría condensar su historia? ¿Cuál fue su aportación a la vida de sus seguidores? Todo esto lo quiso exponer Marcos en un libro de fe y de historia evangélica, porque el don de Dios a los hombres no se puede centrar en unas afirmaciones de doctrinas, más o menos importantes, sino en la vida de Jesús.


Cuando todo se tambaleaba

Nadie lo había hecho antes, nadie había tejido así los hilos de la trama de Jesús tal y como habían sido acogidos y transmitidos por las diversas comunidades. Marcos lo hizo y su texto (su evangelio) sigue siendo modelo y referencia de todos los escritos cristianos posteriores. La trama de su historia es simple, como todas las narraciones verdaderas, y expone la historia mesiánica del Cristo, Hijo de Dios (Mc 1, 1), que proclamó el mensaje del Reino y fue crucificado bajo Poncio Pilato, gobernador romano (Mc 15).

Retomando el corazón del mensaje de Pedro, de Pablo y de otros misioneros ya muertos, de la generación primera de la Iglesia (que habían actuado entre el año 30 y el 60 d.C.), y recuperando tradiciones de los grupos más cercanos a Jesús (discípulos de Galilea), en un momento clave (cuando todo podía derrumbarse), tras el año 70 d.C. (pues el templo de Jerusalén había sido destruido), Marcos supo exponer la biografía pascual de Jesús Nazareno, el Crucificado (16, 6), y lo hizo de un modo tan intenso que su obra fue y sigue siendo clave todavía para entender el cristianismo.

Era un momento crucial para la Iglesia naciente, y podía pensarse que la división de opiniones sobre Jesús resucitado y las diversas prácticas sociales de las comunidades podían conducir al surgimiento de iglesias totalmente distintas, unas en la línea de Pablo, otras en la de Pedro o Santiago, unas más gnósticas, otras más judeocristianas. Los primeros apóstoles habían muerto, no había un Derecho Canónico, ni una Jerarquía unificada, ni un Catecismo. Pues bien, en ese momento, escribió Marcos su evangelio, como “libro de educación en la fe”, ofreciendo una imagen de Jesús que todos podían aceptar, pues abría para todos los creyentes un camino de salvación que les unificaba y fundaba en el misterio de Dios: ¡La vida de Jesús!

Quiero insistir en ello, pues nos coloca en el centro de una situación que sigue influyendo en nuestro tiempo (año 2013), no sólo entre diversas confesiones cristianas, sino dentro del mismo catolicismo. Hoy tenemos en la Iglesia un Catecismo oficial y un Derecho Canónico y una Jerarquía que interpreta la doctrina, pero hay diversas tendencias cristianas, a veces enfrentadas entre sí. Pues bien, en un momento como éste lo único que puede unificarnos también es la Vida y el Mensaje de Jesús como el que Marcos ofreció en su tiempo.

Cuando la destrucción de Jerusalén, destino y centro del proyecto de Jesús, parecía implicar el derrumbamiento de todo el cristianismo, Marcos supo volver a la raíz y elevarse de nivel, situando en la base de todos los posibles cristianismos la figura (biografía) humana de Jesús, reinterpretada desde una perspectiva de pascua (¡buscar a Jesús resucitado, acogerle y expandir su camino!), pues la recta comprensión de la vida y muerte de Cristo ofrece la respuesta a todos los problemas de la vida cristiana.

Como había dicho Pablo en 1Cor 15, 3ss había diversas comunidades con formas distintas de vida y práctica cristiana, pero todos mantenían una misma “fe de base”, proclamando que Jesús había muerto por nuestros pecados y había resucitado por nuestra salvación. Sobre ese fundamento escribió Marcos su evangelio, que puede titularse “Vida y Obra de Jesús Resucitado”. Ese Jesús nos une, su historia es el principio de nuestra fe.


La historia de Jesús resucitado

Marcos ha sido y sigue siendo el primer libro de educación cristiana en la fe. Quien lea hoy su historia puede pensar que la cosa era fácil, pero nadie lo había intentado previamente (que sepamos), ni Simón, a quien los cristianos llamaron Pedro (cimiento de la Iglesia), ni Pablo que tantas cosas apasionadas sabía sobre Cristo, ni los demás discípulos antiguos (Santiago, Juan, Magdalena, Apolo…).

Nadie había recogido la vida de Jesús como “libro de educación en la fe” para los cristianos. Lo hizo él, Marcos, hacia el año 70/73 d.C., unos quince años después de que Pablo hubiera escrito su famosa carta a los Romanos, el libro más profundo de teología que aún existe (pero que no es manual de educación en la fe), unos ocho años después de que murieran martirizados los fundadores de las iglesias (Pedro, Santiago…; hacia el 64 d.C.), sin haber escrito un evangelio, en el momento de mayor convulsión del judaísmo y del cristianismo (que era todavía el judaísmo de Jesús), tras el 70 d.C.

Había en las iglesias buenos libros de discusión sobre temas importantes, empezando por las cartas de Pablo y quizá por otros recuerdos y escritos de Santiago y de Pedro y de otros misioneros que recordaban las cosas de Jesús, como dirá años después Lucas al comienzo de su evangelio (Lc 1, 1-4). Las comunidades seguían leyendo el Antiguo Testamento, e interpretando a Jesús desde sus visiones y promesas (como aparece en el Apocalipsis de Juan). Pero no había un libro base del cristianismo. Marcos sintió la necesidad de escribirlo y lo hizo, asumiendo y recreando tradiciones anteriores. En ese momento, cuando muchos discutían sobre la “esencia” de la fe, y comenzaban los primeros “herejes” (unos de tipo gnóstico espiritualista, divididos en cien grupos, otros más atados a la ley y el orden impuesto desde arriba), Marcos pensó que la respuesta era contar la historia “real” (esto es, pascual) de Jesús, el mesías galileo a quien habían matado en Jerusalén, según la ley, porque anunciaba y preparaba la llegada del Reino de Dios.

En un sentido, esa historia suponía un retorno al pasado, pues todos los grupos cristianos estaban unidos por el recuerdo de Jesús, no por cuestiones de teología o visiones sobre el fin del mundo, ni tampoco por la forma de organizar la Iglesia (que variaba, según los lugares). Pues bien, Marcos quiso que la unión y el corazón de las iglesias fuera el recuerdo de la vida de Jesús. No todos entendían de la misma forma a Pablo (como dirá más adelante 2 Pedro), ni todos entendían o aceptaban las tradiciones de la Carta a los Hebreos o del Apocalipsis (que quizá empezaba a circular ya en las comunidades…), pero todos podían entender y aplicar la vida de Jesús.

Éste fue para Marcos el centro de su proyecto de educación en la fe, y así centró en Jesús la verdad del evangelio, para trazar desde Galilea (no de Jerusalén) un camino apasionante de vida y esperanza. Éste era el gran tesoro de los cristianos, y Marcos lo quiso contar en un libro abrupto, cortante, que fue y sigue siendo un prodigio literario, teológico y humano: El relato del “fracaso externo” y del triunfo profundo y definitivo de Jesús Nazareno, que anunció la llegada del Reino de Dios en Galilea y que fue asesinado en Jerusalén, como Hijo de Dios y salvador para todos los hombres.

Jesús no fue Hijo de Dios por “levantar en armas” al pueblo de Jerusalén, o por ganar una guerra final contra los enemigos, sino por haber anunciado la llegada del Reino de Dios. Fue asesinado precisamente en Jerusalén, donde ese Reino debía haber llegado. Pues bien, ahora que Jerusalén había sido destruida (tras el año 70 d.C.), los cristianos podían llevar el mensaje de Dios, centrado en Jesús, a todo el mundo. No necesitaban más normas ni equipajes; tenían a Jesús, entendían su vida y su anuncio de salvación, un manual de educación en la fe; podían seguir anunciando en todo el mundo el Evangelio.


Volver a Galilea, retomar el Evangelio

Marcos escribió un evangelio, es decir, el libro de la victoria del crucificado, no un libro de visiones del Hijo del Hombre. Tampoco escribió un manual de doctrina, ni de disciplina (como habían hecho los esenios de Qumrán), ni una colección de interpretaciones eruditas del Antiguo Testamento, como harán algunos libros cristianos posteriores (empezando por la Epístola de Bernabé). Escribió el “evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios” (Mc 1, 1), que culmina y se abre con el anuncio de la resurrección, pidiendo a todos los discípulos que vuelvan “espiritualmente” a Galilea, para retomar desde allí el camino y proyecto de Jesús (cfr. Mc 16, 1-8).

Con esta invitación (¡volved a Galilea, allí lo veréis!) termina la catequesis, es decir, el libro de la educación de la fe de Marcos, que tendrá que extenderse después a todos los pueblos (Mc 13, 10; 14, 9). Marcos ha contado así la “historia” del evangelio de Jesús crucificado, a quien Dios envío y acompañó hasta la muerte. De esa forma mostró que el Salvador no es alguien que vendrá simplemente al final, ni un ser superior, de otra esfera divina (como algunos pensaban que decía Pablo), sino el mismo Jesús que había muerto al servicio del Reino de Dios y que estaba presente como fuente de vida y como principio de esperanza en cada uno de los cristianos.

Jesús no haría externamente el Reino de Dios, con violencia (como podía haberlo hecho el Hijo del Hombre de Daniel, en el Antiguo Testamento), sino compartiendo la vida y sufrimiento de los hombres, y muriendo por ellos. Jesús actuó, según eso, de una forma muy humana (y muy divina), como creyente israelita (cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento) y como salvador universal, para todos los pueblos de la tierra.

Marcos ha escrito la historia de Jesús resucitado (que vive en Dios) y que está presente y debe venir como portador y primicia del Reino. Pero no ha querido ni ha podido escribir un libro con las “visiones” de ese Jesús, es decir, con sus apariciones pascuales, como si él fuera un ser supra-terreno, quizá parecido a los ángeles, sino su historia humana adulta, desde el Bautismo en el Jordán hasta la muerte en el Calvario.

Ésta es la trama de Marcos. Su gran aportación es algo que nadie había hecho todavía: Escribió la “vida” humana de Jesús (los hechos principales de su historia, su mensaje, sus gestos “milagrosos”, su llamada a los discípulos, su ascenso a Jerusalén, su muerte), pero sabiendo y mostrando que él era el mismo Mesías resucitado, presencia de Dios. Marcos no escribió, por tanto, una simple crónica de los hechos externos de la vida de Jesús, sino un evangelio de recuperación (reconocimiento) pascual de la historia del Hijo de Dios y salvador de los hombres.

Su evangelio ha de entenderse, por tanto, como un proceso de re-conocimiento de Jesús, como una toma de conciencia (un caer en la cuenta) del contenido pascual (es decir, salvador) de las cosas que dijo y que hizo, tal como culminaron en su muerte. Ciertamente, es una especie de “crónica”: Recoge y relata muchas cosas de la historia de Jesús. Pero es una crónica contada desde la fe, por alguien (por una comunidad) que descubre y proclama la presencia de Dios en la historia de Jesús.


Iniciación de Marcos, una fe más ilustrada

Marcos ha narrado la historia desde el otro lado, es decir, desde el lado del corazón y de la fe, poniendo así de relieve el carácter salvador del mensaje y de la muerte salvadora de Jesús, que había venido de parte de Dios para pregonar la llegada de su Reino. Marcos sabe que el Reino que Jesús anunciaba no llegó externamente, sino que le mataron; pero supo y dijo que la muerte es el signo supremo del Amor de Dios, que quiso darnos como regalo supremo de vida la Vida de su mismo Hijo.

En contra de aquellos que esperaban un retorno inmediato de Jesús, el Hijo del Hombre (allá, en Jerusalén o en otro lugar, al modo antiguo), Marcos quiso abrir los ojos de los cristianos (los ojos del corazón, la puerta del evangelio), para que descubrieran que Jesús era ya el salvador del mundo. Por eso, no había que esperarle de un modo pasivo, sino retomar su camino. De ahí que el joven de la pascua dice a las mujeres que abandonen Jerusalén (lugar de tumbas), para reiniciar el mensaje del evangelio como hizo Jesús en Galilea (cfr. Mc 16, 6-8).

Éste es el manual de iniciación en la fe cristiana de Marcos, un manual práctico que ha marcado todo el cristianismo posterior, en una línea cercana a la de Pablo, aunque con matices que Pablo no había descubierto o señalado: Jesús es Mesías de Dios precisamente porque ha muerto por los demás, es decir, porque le han matado los que rechazaron su mensaje. Con ese convencimiento, ha escrito Marcos la historia de los dichos y los gestos de Jesús, empezando en Galilea y terminando en el Calvario.

Este manual de Marcos, escrito en torno al año 70-73 d.C., ha revolucionado la historia del cristianismo. Así lo entendieron muy pronto otros dos “evangelistas” (Mateo y Lucas), que retomaron la trama y argumento del libro de Marcos para ampliarlo y añadir algunos detalles (como la historia de la infancia de Jesús, el Sermón de la Montaña y algunas parábolas); no quisieron sustituir a Marcos, ni criticarle, sino precisar algunos de sus rasgos principales, escribiendo así unas iniciaciones más completas al cristianismo. Lo mismo hizo, en clave más mística el cuarto evangelio (Juan).

Estos cuatro evangelios, empezando por el de Marcos, han sido y siguen siendo los textos principales de la iniciación cristiana a la fe, y así los seguimos estudiando todavía. Por eso recomiendo a todos que los lean y apliquen, como libros de cabecera y de trabajo apostólico al servicio del Reino. Para “ilustrar” y ampliar este camino de la fe en Jesús según Marcos he escrito una obra titulada Evangelio de Marcos. La Buena Noticia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2012.

Quiero recomendar otros tres comentarios:
J. Gnilka, El evangelio según San Marcos I-II, Sígueme, Salamanca 1986-1987;
D. H. Marcus, El evangelio de Marcos, Sígueme, Salamanca 2009-2010;
M. Navarro Puerto, Marcos. Guías de Lectura del Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella 2006;


Acerca del autor

Xabier Pikaza Ibarrondo. Vasco de Orozko (1941), experto en Biblia y religiones. Ex religioso de la Orden de la Merced y sacerdote retirado. Católico convencido y practicante. Ha sido profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca, le gustaría ser Maestro en teología, como le nombraron sus amigos de Orden. Da gracias a Dios por lo que ha sido y lo que es: cristiano de a pie y teólogo seglar, casado con M. Isabel.

Habla donde le llaman, escribe lo que sabe, publica donde puede. Ha enseñado en varias universidades, ha escrito algunos libros. Le gusta compartir con teólogos y amigos de la vida, se consideren o no cristianos. Sobre su obra, confrontar: Panorama de la teología española, Verbo Divino, Estella 1999, pp. 499-516; J. Bosch (ed.), “Pikaza”, en: Diccionario de teólogos contemporáneos, Monte Carmelo, Burgos 2004.

Actualmente vive en un pueblo pequeño de la honda Castilla, cerca de Salamanca.

Para su contacto escribir a: aldeko41@gmail.com

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