Fray Luis de León, Beni de Verín. Dos poemas de otoño

Fray Luis de León, Oda a Juan de Grial
No hace falta presentar, ni a Fray Luis ni a su poema, uno de los más bellos que nunca se han escrito en lengua castellana. Escuché una tarde otoñal de 1982 (creo) el comentario que Dámaso Alonso dedicó a esos versos en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Desde entonces los leo cada vez que empiezan a caer las hojas arrastradas por el viento y el agua del otoño, que ha llegado también hasta mi puerta. Comprendo a Fray Luis, su otoñal melancolía, su grito encarcelado, pidiendo justicia (quizá incluso venganza). Le comprendo aunque yo vernía algunas cosas de manera diferencias. Las cosas más hondas de la vida podrían decirse de otra forma (quizá más evangélica), pero no mejor, ni más hermosa.
Recoge ya en el seno
el campo su hermosura, el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.
Ya Febo inclina el paso
al resplandor egeo; ya del día
las horas corta escaso;
ya Éolo al mediodía,
soplando espesas nubes nos envía;
ya el ave vengadora
del Íbico navega los nublados
y con voz ronca llora,
y, el yugo al cuello atados,
los bueyes van rompiendo los sembrados.
El tiempo nos convida
a los estudios nobles, y la fama,
Grial, a la subida
del sacro monte llama,
do no podrá subir la postrer llama;
alarga el bien guiado
paso y la cuesta vence y solo gana
la cumbre del collado
y, do más pura mana
la fuente, satisfaz tu ardiente gana;
no cures si el perdido
error admira el oro y va sediento
en pos de un bien fingido,
que no ansí vuela el viento,
cuanto es fugaz y vano aquel contento;
escribe lo que Febo
te dicta favorable, que lo antiguo
iguala y pasa el nuevo
estilo; y, caro amigo,
no esperes que podré atener contigo,
que yo, de un torbellino
traidor acometido y derrocado
del medio del camino
al hondo, el plectro amado
y del vuelo las alas he quebrado.
Breve comentario.
Estamos ante unas palabra esencial, que no necesitan comentario. A pesar de ello me atrevo a ofrecer dos o tres aclaraciones, con miedo de empañar la claridad suprema de estos supremos versos.
Situación general: En la oda A Juan de Grial expresa Fray Luis la desolada tristeza del prisionero, con descripciones de base horaciana al principio, para volver luego a su oscuridad y desolación (Cf. F. Lázaro Carreter, «Imitación compuesta y diseño retórico en la oda a Juan de Grial», en Anuario de Estudios Filológicos, II (1979) 89-119.). Desde la cárcel donde sufre por la envidia y mezquindad de sus colegas escribe este bellísimo poema del otoño de la tierra y de la vida.
Recoge ya en el seno el campo su hermosura, el cielo aoja…el ameno verdor. A-ojar es “echar mal de ojo”, malograr y secar lo que era vida. Así queda, ahojado y malogrado Fray Luis en la cárcel.
Febo inclina el paso al resplandor egeo; Éolo al mediodía espesas nubes nos envía. Febo, el sol, se inclina y corre, recorriendo en pocas horas el cielo y apagando “el resplandor egeo”, la luz bella que nace en el oriente (evocación griega). Éolo, el viento, sopla y manda nubes.

Ya el ave vengadora del Íbico navega los nublados… El “ave vengadora” es la grulla, que emigra en el otoño, entre las nubes, en bandadas que forman una gran Y griega. De niño las he visto muchas veces, con Erramón, mi hermano. Era una liturgia su vuelo y su graznido. Pues bien, aquí el poeta evoca una leyenda antigua: “cuenta la leyenda griega del poeta Íbico: a punto de morir asesinado por unos asaltantes en el camino a Corinto, cuando iba pasando una bandada de grullas, clamó justicia al cielo, dirigiéndose a ellas, y lo vengaron volando sobre Corinto, hasta hacer confesar a uno de los asesinos, que las reconoció” (F. Lázaro). Desde la cárcel, donde la envidia le ha encerrado, evoca Fray Luis a la grullas (cuyo graznido escucha desde el cielo gris mojado) y pide que vuelen y vuelen, llevado su caso a los tribunales, para que se haga justicia y se cumpla la “venganza”. Muchas veces he pensado si estamos ante un poema que pide justicia o simplemente venganza. Quizá sean lo mismo ambas cosas. Estamos antes el canto de un "poeta encarcelado" que pide libertad, en el otoño. Algunos amigos me han dicho que estos versos no son cristianos (¡que Fray Luis no era cristiano!), pero son profundamente humanos.
El tiempo nos convida a los estudios nobles, y la fama, Grial, a la subida del sacro monte llama… Así quiere Fray Luis aprovechar el tiempo de otoño para la meditaciòn y el estudio, desde el mismo foso de la cárcel donde está encerrado, como muerto en vida. Quiere subir a la montaña de la fama, el monte del Dios de la contemplación.
Caro amigo, no esperes que podré atener contigo, que yo, de un torbellino traidor acometido y derrocado..… Fray Luis anima a su amigo, le invita a subir y escalar a la montaña. Pero no puede ofrecerle compañía, pues está en la cárcel, con el plectro poético roto y las alas quebradas…El otoño es para él tiempo de llanto.
Beni de Verín, canto al Otoño
No es como Fray Luis. No está en la cárcel, sino en su casa de pueblo grande, celebrando cada día el amor de Pepe, su marido, la vida de sus niños (de cuatro años, de un año), ángeles de primavera. No está en la cárcel, pero lucha cada día en el instituto comarcal, enseñando a sentir y contemplar (¡enseñando letras y poesía!) a estudiantes de instituto que parece que no quieren poesía. Le he pedido unos versos y me ha escrito una carta amorosa: “Tu blog hace descansar mi pobre mente de los múltiples agobios que por aquí tengo. Dices que te envíe algo de Galicia. Ya no sé si Galicia existe o es sólo una entelequia, un solar de recreo para algún político venido a menos. Pero te envío un poema, me da vergüenza, está escrito en la orden del día de una de las múltiples y aburridas reuniones a las que tengo que asistir. Pero ahí va. Feliz otoño”.
Novembro
A contemplación do outono
deixa paso ao ceo gris do inverno.
Lavándonos a alma e as miserias
chega a miudeza da choiva
acompañada de océanos de silencio
e mares de nostalxia.
O universo azul escuro do ceo
inunda os montes e as valgadas
con ondas de aires quentes
tan alleos a estas
alturas do calendario.
Para o remate do día,
no lusco fusco das miradas
asoma un sol tímido,
canso da existencia,
rabuñando as últimas cinsas do día.
A pesar de haber vivido trece años en Galicia no me atrevo a comentar estos versos, que tratan de ceo (cielo) gris del invierno y de la choiva (lluvia) que llena los mares de nostalgia. Me escribe desde un valle abierto a las montañas con un que cansado que ilumina y transfigura las últimas cenizas de cada día.
No me atrevo a comentar más estos versos, porque quiero que ella esté atenta y le preguntéis, si queréis, en el blog, para que os responda. Gracias Beni, por tu amistad de otoño y primavera. Una aperta a Pepe, un beso a los niños.