Dios, Hombre y Mundo en Raimon Panikkar (V. Pérez Prieto)
Prólogo de X. Pikaza
Victorino Pérez Prieto ha emprendido la gran tarea de repensar y reelaborar, de un modo sistemático, la experiencia teológica de R. Panikkar, presentando así, de forma unitaria, aquello que Panikkar ha venido ofreciendo de manera más dispersa y circunstancial a lo largo de su fecundo magisterio. Esta obra no trata de la vida y obra de conjunto de R. Panikkar, tema que V. Pérez ya ha desarrollado de manera casi exhaustiva en otro libro (Más allá de la fragmentación de la teología, el saber y la vida: Raimon Panikkar, Tirant lo Blanch, Valencia 2007), sino de un aspecto particular, pero esencial, dentro de ella: La Teología Trinitaria.
La Trinidad ha sido y sigue siendo, con la encarnación (de la que no puede separarse), el momento clave de la identidad cristiana, en el interior de eso que se ha solido llamar el “monoteísmo abrahámico”, que vincula al cristianismo como el judaísmo y el Islam. Casi dos milenios de diálogo y disputas, no han logrado centrar todavía el tema, de manera que cristianos, judíos y musulmanes parece que no saben de verdad de lo que tratan unos y otros (de lo que aceptan y rechazan) cuando tratan del Dios trinitario.
Pues bien, en este contexto, R. Panikkar ha sido, de algún modo, el primero que, de un modo consecuente, ha situado el tema del Dios trinitario en el centro del diálogo del cristianismo con las religiones orientales y, en especial, con el hinduismo. No es un diálogo que se ha planteado desde fuera, como si cristianismo e hinduismo fueran entidades separadas y contrapuesta, sino a partir de la misma identidad cristiana vivida y expresada desde el hinduismo y, viceversa, a partir del hinduismo vivido desde dentro del mismo cristianismo. De esa manera, lo que no se ha hecho (al menos con ese rigor) en el diálogo entre las religiones monoteístas, se ha hecho entre cristianismo y religiones orientales. R. Panikkar ha iniciado un camino lleno de promesas (y sorpresas). V. Pérez Prieto ha tomado acta de ello y así nos lo ha mostrado en este libro.
Nos hallamos ante una experiencia inédita y provocadora, pero llena de futuro. Éste es un momento de gracia o, por decirlo con otras palabras, un momento de creatividad y esperanza, de manera que lo que algunos han tomado como fin de las religiones puede convertirse en principio de un nuevo despertar y encuentro religioso. Aquello que a veces se tomado como obstáculo ha venido a convertirse en ayuda y aliciente, en un camino que no es ya de teoría (como en las reflexiones trinitarias de occidente, desde la Edad Media), sino de práctica vital y encuentro de culturas.
Desde esta perspectiva, el diálogo con las religiones monoteístas puede quedar “aparcado” por un momento, al menos en ese campo “teórico” de la Trinidad (el diálogo práctico del amor y la solidaridad ha de darse siempre), mientras se abre, de otra forma, el ámbito de encuentro del cristianismo con las religiones del oriente. Ciertamente, ellas no tienen un concepto de “trascendencia” homologable al de las religiones monoteístas, ni tampoco una visión comparable de la historia o de la persona humano. Pero es precisamente eso lo que nos permite cambiar de perspectiva y plantear el diálogo en otros campos que hasta ahora no habíamos explorado, ni ellos (los que asumen la experiencia básica de las religiones orientales), ni nosotros (los cristianos). Estoy convencido de que después, en un segundo momento, se podrá y se deberá retomar el diálogo del cristianismo con las religiones monoteístas.
En el primer momento de ese diálogo se sitúa este libro de V. Pérez Prieto. Él no se ha limitado a presentar el pensamiento de R. Panikkar (cosa que ha hecho de un modo excelente), sino que, suponiéndolo ya conocido, lo ha reelaborado como si fuera un material propio, para elaborar de esa manera su visión de la experiencia y teología trinitaria, de tal forma que, a veces, no se sabe distinguir entre lo que es suyo y lo de Panikkar. Sólo esta “fusión de horizontes” le ha permitido escribir una obra viva, uno de los trabajos trinitarios más importantes de los últimos decenios.
Desde hace treinta años vengo ofreciendo unos extensos boletines bibliográficos en la revista Estudios Trinitarios (Salamanca), en los que recojo las tendencias y las obras principales sobre el tema de la Trinidad. Pues bien, no he descubierto, hasta el momento, ningún libro comparable a éste de V. Pérez Prieto, no sólo por la abundancia del material comparativo (entre cristianismo e hinduismo), sino también por la manera de enfocar y valorar el misterio trinitario, en clave de diálogo religioso.
Gran parte de los trabajos trinitarios que se han venido publicando en los últimos decenios han sido una repetición, posiblemente mejorada, de los planteamientos medievales, con aplicaciones eruditas de filosofía hegeliana o con estudios sobre temas de historia y de sociología de la actualidad. Sólo un cambio de base y perspectiva podía liberar la Trinidad de ese círculo cerrado en que se hallaba. Pues bien, ese cambio lo ha dado R. Panikkar y lo ha ratificado, de forma precisa y sistemática V. Pérez Prieto, en este libro.
Aquí no puedo evocar todos los rasgos y momentos de ese cambio, pero debo señalar algunos que me parecen más importantes. El más significativo de todos es la afirmación de que la Trinidad es una realidad cosmo-te-ándrica, es decir, que vincula al cosmos, a Dios y al ser humano, en su concreción real. Esta afirmación se sitúa en la línea de la famosa tesis de K. Rahner, cuando identificaba la Trinidad Inmanente (Dios en sí) con la Económica (despliegue de la salvación, historia de Cristo). Pues bien, para R. Panikkar, los elementos básicos de la Trinidad no son sólo esos dos (inmanencia y economía), sin tres: Mundo, Hombre y Dios. Más que unión de las tres personas divinas (sin negar eso en un plano), la Trinidad es la unión de las tres realidades originarias: Mundo-Dios-Hombre.
Esto que puede parecer una novedad contraria a la tradición cristiana constituye un momento básico de la tradición teológica de la Iglesia, tal como la formularon, sobre todo, los grandes teólogos alejandrinos, desde Orígenes a San Cirilo. Para ellos la Trinidad era ante todo la vinculación del Logos cósmico (mundo) con el Logos humano (Cristo) y divino (Dios). En esa línea se sitúa, de algún modo, R. Panikkar. Sin duda, lo que él propone no es una simple repetición de aquello que dijeron los alejandrinos (y que ha estado latente en la teología posterior de bizantinos y latinos), pero está en su línea. Por eso, su propuesta no es una novedad absoluta, sino que se sitúa dentro de la mejor tradición teológica de la Iglesia.
Eso significa que la trinidad de Panikkar y de V. Pérez Prieto es cosmo-te-ándrica, de manera que en ella se vinculan cosmos-dios-hombre. Esa fórmula triádica resulta sugerente, aunque para responder a los tres momentos de la ontología clásica (Dios-hombre-mundo) quizá podría cambiarse el orden, hablando más bien de una trinidad teo-anthro-cósmica, de manera que vincule a Dios con el anthropos y el cosmos. Quiero añadir de pasada que nunca me ha gustado emplear en este camplo la palabra “ándrica” (que viene de anêr-andrós y que corre el riesgo de referirse sólo a los varones). Prefiero utilizar la palabra anthropos, ser humano, que incluye a varones y mujeres (y que además es la que utilizan el concilio de Calcedonia y los credos: Dios se ha hecho anthropos, no anêr).
Pero dejando ese matiz terminológico (que nos permitiría superar mejor el riesgo de un patriarcalismo trinitario), y dejando incluso a un lado la disputa sobre el orden de los términos (cosmo-teo-anthropismo o teo-anthro-cosmismo), pienso que la formulación de Panikkar, retomada por V. Pérez Prieto, nos permite situarnos en el centro de la experiencia teológica y del diálogo entre el cristianismo y el hinduismo (y el conjunto de las religiones). De pronto, la trinidad, que parecía aislada en el ámbito de la teología y de la experiencia cristiana, viene a situarse en su centro, no como expresión de una realidad que es “tres” (la Trinidad no es número), sino como descubrimiento y despliegue de la riqueza de la realidad, que es relación viviente.
En este contexto se entiende la necesidad de superar un “dualismo de absolutos” (no hay dos realidades, una fuera de la otra, que después deban relacionarse), a través de la mejor experiencia advaita (de la no-dualidad). Pues bien, conforme a este modelo trinitario, debemos hablar de una Trinidad que es a-trinidad (si se permite la paradoja). Si, en un sentido, no hay “dos”, menos puede haber “tres”. Dios, hombre y mundo no son “tres realidades” separables, sino formas o momentos de la realidad relacional (que tampoco puede ser y llamarse “una” en el sentido tradicional de la palabra). Estamos, según eso, ante una trinidad a-dualista (advaita), que debe ser a-trinitaria.
Pero quiero ya dejar estas consideraciones, que pueden pecar de sutiles…, para volver de nuevo a la riqueza del libro de V. Pérez Prieto, que ha logrado recrear de forma unitaria el pensamiento de R. Panikkar sobre Dios, elaborando así no sólo un tratado experiencial sobre el Dios que es todo en todas las cosas (hombres y mundo), sino una enciclopedia muy completa sobre las relaciones religiosas entre cristianismo e hinduismo. Este libro no habla “sobre” el ecumenismo religioso, sino que hace ecumenismo, en una línea abierta al oriente.
No es un libro total, pues, en un segundo momento, el tema de diálogo debe volver también hacia occidente para repensar los grandes temas no pensados de las religiones del monoteísmo abrahámico. Pero ofrece ya los principios de un diálogo trinitario que no se establece y realiza desde fuera (comparando religiones ya hechas, cerradas en sí), sino desde el mismo camino y proceso de cada religión, que incluye dentro de sí los aspectos básicos de la otra religión. En esa línea, el hinduismo constituye un elemento del despliegue cristiano, y el cristianismo un elemento del despliegue del hinduismo, al menos en este momento histórico de encuentro culturas y religiones.
En esa línea, quiero añadir que el libro de de V. Pérez Prieto, siendo completo en campo, sigue abierto, como sigue el pensamiento de Panikkar y, sobre todo, la misma realidad (el cristianismo, el hinduismo). Partiendo de esa base, desde la nueva perspectiva que ofrecen Panikkar y V. Pérez Prieto, podrán plantearse los grandes temas que han quedado pendientes, porque siempre deben plantearse de nuevo.
(a) Queda pendiente el tema de la relación entre las personas humanas, que muchas veces se han visto como signo trinitario y que ahora debe verse de manera más intensa. La Trinidad no es sólo un reflejo de las relaciones interhumanas, pues hay en ella aspectos que desbordan ese plano (en línea de Dios y de Cosmos). Pero, si la Trinidad no nos permite plantear ni recorrer mejor los caminos del diálogo humano (en intimidad y en apertura social), ella carecería de sentido.
(b) Queda pendiente el tema de la historia, que en oriente es menos significativo, pero que resulta esencial en occidente. Ciertamente, no todas las religiones plantear con igual intensidad el tema de la historia, pero éste es, de hecho, un tema que ha sido planteado, no sólo en forma teórica, sino también práctica. Estamos inmersos en un mundo que parece hallarse en proceso, nosotros, los hombres, somos de algún modo agentes y pacientes de ese proceso, en línea de interacciones sociales y de impacto cósmico (tema ecológico). Las perspectivas (y quizá las soluciones inmediatas) pueden ser distintas, pero el problema está planteado y tiene una vertiente trinitaria.
(c) Hay que destacar de nuevo la unidad entre el Cristo teo-cósmico y el hombre concreto, Jesús de Nazaret, cuya historia han contado los evangelios en el contexto de las relaciones históricas y sociales conflictivas de su tiempo. Eso nos obliga a plantear de nuevo ras razones concretas de la muerte de Jesús, lo que nos lleva a introducir la Trinidad en la trama de las relaciones humanas…
Quedan pendientes también otras cuestiones, pero no es quizá el momento de reseñarlas detenidamente ahora. Ellas con una indicación de la riqueza de este libro que, como todos los buenos, libro soluciona algunos problemas, pero abre y plantea otros muchos, que antes no se habían planteado. Así es el pensamiento de R. Panikkar, así es este libro de V. Pérez Prieto: es de aquellos que permiten pensar de forma nueva, de aquellos que abren caminos para seguir hablando de Dios y, sobre todo, para poder orientarnos mejor, en este tiempo lleno de nuevos retos ecológicos y económicos, sociales y políticos, pero también religiosos.
Pero ya es hora de que yo guarde silencio y de que hable el pensamiento de R. Panikkar, que V. Pérez Prieto, colega y amigo, ha sabido presentar de forma extraordinaria.
X. Pikaza, Madrigalejo del M.
AUTOR
Victorino Pérez Prieto (Hospital de Órbigo, 1954) tras realizar estudios de filosofía y teología en Santiago de Compostela se doctoró en Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Ordenado sacerdote en la diócesis de Mondoñedo Ferrol, ejerció el trabajo pastoral durante veinticinco años en parroquias rurales, marineras y urbanas.
Dirigió la revista Irimia y actualmente pertenece al Consejo de redacción de Encrucillada, y es columnista habitual del periódico La Voz de Galicia.
En la actualidad, imparte clases en las universidades de A Coruña y Santiago de Compostela. Es miembro de la “Asociación de Teólogos Juan XXIII” y de la “Asociación de Escritores en Lingua Galega”.
Ha publicado una docena de libros en gallego y castellano, y más de mil artículos en diarios y revistas. Su última publicación es Más allá de la fragmentación de la teología el saber y la vida: Raimon Panikkar, Tirant lo Blanch, Valenca (2008).
Comentario de Victorino P. P.
No suelo entrar en los debates de los blogs, por lo estéril e insultante de parte de ellos, cosa que yo he padecido injustamente. No es es el caso de este de Xabier Pikaza, buen teólogo y amigo, que sigo con bastante frecuencia, y que tiene una altura de debate inusual. Entro ahora porque, quizas por no haber podido leer aún el libro mencionado no les ha quedado claro a los ilustres "blogueros" qué es lo que a mí más de interesa del tema trinitario y que creo aún valioso para los hombres y mujeres de hoy: Dios no es un ser alejado y solitario, autosuficiente y tan trascendente que solo sirve para adorar y someterse a el, como criaturas suyas que mueve a su antojo; una substancia que para los cristianos se divide en tres comoun galimatía... Dios es, más bien, pura COMUNION DE AMOR, PURA RELACION; la esencia divina es precisamente esa relación amorosa hacia "dentro" y hacia fuera", en una relación te-antropo-cósmica intrísteca con el mundo (la materia)y la conciencia (el ser hu mano). Más que un maravilloso Padre-Madre, aunque también, es Hijo (manifestado en el varón Jesús de Nazaret, pero un Cristo para todos los humanos de cualquier religión o sin ella), es Espíritu (femeninina ruah)que mueve el mundo. Mi amigo Raimon Panikkar (al que he dedicado mi libro anterior "Más allá de la fragmentación de la teologia, el saber y la vida", y el pensamiento advaita hindú, me han ayudado a elaborar lo que he creído y barruntado desde siempre. Esto es lo que he intentado expresar en este libro.