24. IX 2019 María de la Merced, Redentora de cautivos

Iglesia de "merced": "Mercado" gratuito de libertad

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Se celebra hoy (24-09.19) la fiesta de Santa María de la Merced, de la redención de cautivos, una de las advocaciones más significativas de la Madre de Jesús, que aparece en la Iglesia Católica como inspirado y signo de la Redención de Cautivos  y encarcelados. 

En ese contexto quiero hablar de San Pedro Nolasco como mercader de libertad... y de la Iglesia como mercado donde nada se compra ni vende, sino que todo se se regala, ofreciendo y compartiendo libertad, empezando por los cautivos y oprimidos. Ése es el signo de María de la Merced, redentora de cautivos, encarcelados, oprimidos... 

– Este título, María de la Merced, no es una referencia de lugar, como los de Lourdes o Fátima, Monserrat o Guadalupe, aunque esos nombres hayan recibido también un sentido carismático especial. La Merced es, más bien, un título teológico y apostólico, que está indicando una faceta importante del misterio de María, la Madre Jesús, de manera que puede convertirse en principio de una acción liberadora al servicio de los hombres cautivos.

– Este título está vinculado a la vida y obre de San Pedro Nolasco, que más que fundador autónomo de familia mercedaria aparece como devoto de María y promotor de su obra de Merced sobre el mundo. En los primeros documentos, el grupo de los redentores de cautivos aparece como Orden de Santa Eulalia (por el nombre de la casa donde residían, en Barcelona) o Redención de Cautivos (por su tarea específica). Pero muy pronto, por impulso del pueblo y elección de los mismos hermanos y hermanas, el grupo empieza a llamarse Orden u obra de Santa María de la Merced, de la Redención de cautivos.

Este nombre no fue resultado de una imposición superior, ni elección más o menos arbitraria de los primeros hermanos y hermanas, sino resultado normal de un proceso en el que los primeros “religiosos de la Merced” (siglo XIII) fueron descubriendo que su obra de Merced (Redención de Cautivos) se encontraba vinculada de manera muy intensa con María, de manera que ella (Madre de Jesús redentor) viene a presentarse como Madre de la Merced y la Merced de María se define como obra de Maria.

Los hermanos y hermanas de la Merced podrían haber redimido cautivos sin apelar a la Madre de Jesús o haber mantenido separados los dos elementos (devoción mariana y acción liberadora). Pero los han vinculado de un modo gozoso y comprometido, de manera que María y Libertad aparecen unidos en el título de la Merced.

Introducción

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Las diferentes congregaciones y asociaciones que llevan el nombre de la Merced se inspiran en la obra de san Pedro Nolasco y sus primeros compañeros y compañeras que, según la tradición, a partir del año 1202, instituyeron en Barcelona un movimiento de tipo religioso y social, para visitar y liberar a los cristianos que, por circunstan­cias adversas a la dignidad de la persona humana, se encontraban en peligro de perder la fe.

Pasados unos años, en 1218, los primeros mercedarios varones constituyeron una Orden religiosa, de vida comunitaria, que fue aprobada por la iglesia universal (año 1235). Por su parte, las hermanas mercedarias fueron formando también grupos distintos, dedicados a una acción de tipo más social (desde el siglo XIII) o más contemplativo, desde el siglo (XVI); a partir del siglo XIX se constituyeron diversas congregaciones mercedarias femeninas, de tipo caritativo, apostólico y misionero. Todos esos grupos de congregaciones religiosas y asociaciones laicales forman la familia mercedaria, vinculada por una tradición común, un mismo amor a la Virgen de la Merced y compromiso de liberación a favor de los cautivos. Ahora, a los ocho siglos del comienzo de su obra (en el año 2018/2019) podemos ofrecer una visión general de su sentido y tarea en el mundo. 

La Merced, regalo de Cristo

Merced significa don o regalo, es decir, aquello que se ofrece y regala gratuitamente, oponiéndose, por tanto, a las normas y principios del mercado, donde las cosas (incluso los hombres) se compran y venden, según conveniencia o imposición de los más fuertes. Ambas palabras poseen en los idiomas latinos una misma raíz: mercado es el lugar e institución donde se compra o negocia según ley alguna cosa por dinero (de ahí viene mercenario: alguien que vende sus servicios, sobre todo para acciones militares); merced, en cambio, es aquello que gratuitamente se ofrece, por amor, a favor de los humanos, a fin de que ellos puedan ser y vivir en libertad y plenitud humana.

Merced es signo de gracia, y así se emplea todavía en diversas lenguas: "hágame la merced..,, merci, moltes merces, mezedez, mercy etc. Existía y existe una tendencia al legalismo religioso: se tiende a mirar la Ley como signo superior de Dios, a interpretar la piedad como un cumplimiento de normas o principios de justicia, que confirman y avalan el orden de cosas que existe en el mundo. En contra de eso, Jesús quiso revelar a los hombres la gracia de Dios, en forma de perdón, de regalo y redención. Por eso decimos que fue Redentor universal: era experto en opre­siones, conocía por dentro el dolor de los enfermos, la angustia de los pobres, el llanto y la desesperanza de los expulsados de la sociedad (leprosos, publicanos, prostitutas, etcétera); era, al mismo tiempo, experto en redenciones, es decir en ayudar con su palabra y obra, con su amor y entrega, a los diversos tipos de necesidades. Por eso podemos llamarle el primer mercedario, principio de libertad.

Jesús, primer mercedario, fue el iniciador del evangelio, de la buena noticia de liberación para los hombres. No vino a resolver por fuerza los problemas: por eso no ha curado a todos los enfermos, ni ha impuesto su reinado político en el mundo, ni ha enseñado la palabra de gracia y libertad a todos los que estaban oprimidos por el peso de la vida sobre el mundo. Él ha hecho algo más profundo: iniciado un camino de gracia y libertad, para que nosotros podamos asumirlo y recorrerlo, realizando con su ayuda la tarea de liberación universal, por gracia.

Por eso, cuando los discípulos del Bautista le preguntan si es él quien ha de venir ha respondido: "los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados" (cf. Mt. 11, 2-6). Esta es su palabra más profunda, en ella quiere fundarse la tarea mercedaria: sólo allí donde los mensajeros de Jesús ayudan los pobres, curan a los enfermos puede hablar de salvación final de Dios, de la resurrección de entre los muertos.

En la línea de Jesús ha querido actuar los primeros mercedarios y mercedarias, formando un grupo religioso de "consagrados", que consta de órdenes y congregaciones especiales, y un grupo más extenso de cristianos comprometidos en la tarea de merced, es decir, de liberación gratuita de los hombres. Desde el comienzo de la historia mercedaria (siglo XIII) hasta la actualidad (siglo XXI) diversos grupos de cristianos han participado de la obra de liberación, formando cofradías o fraternidades especiales (Orden Tercera, asociaciones laicales etc). Ellos siguen siendo un regalo de Dios para los pobres y oprimidos del mundo, regalo de gracia, regalo de libertad. Así podemos concluir este primer apartado merced tiene para los mercedarios el sentido más preciso de redención gratuita de los cautivos y oprimimos. Hombre o mujer de merced es alguien que ofrece su vida para la libertad de los demás, conforme al modelo de Jesús, siguiendo el ejemplo de Pedro Nolasco y los primeros  mercedarios.

San Pedro Nolasco,hombre de Merced.

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Los teólogos mercedarios del Siglo XVI afirmaban que el tercer gran problema de los hombres era vida era la falta de libertad, que se expresaba en forma de opresión social y religiosa. Para responder a ese problema nació entonces la Orden de los Redentores de Santa María de la Merced: para instruir a los cristianos cautivos, para confirmarles en la fe, de manera que no desfallecieran, para liberarles aún con riesgo de la vida, del poder de opresión en que se hallaban, ofreciendo para ello sus riquezas y su misma vida.

Ellos pensaron que la cautividad y la opresión son la más honda ignorancia, la mayor miseria. La mayor ignorancia es no poder realizar en libertad la vida, la mayor pobreza es carecer de todos los derechos, incluso de la posibilidad de escoger trabajo, casa, forma de existencia. Dios hizo a los hombres libres, dueños de sí mismos, diciéndoles: "creced y multiplicaos, dirigid en libertad vuestra vida sobre el mundo". Pues bien, el cautiverio, en sus diversas formas, va en contra de esa palabra de Dios. Si uno es esclavo y no tiene libertad vive "a merced de los demás", que pueden dominarle, convirtiéndole en objeto, mercancía, al servicio de los propios intereses egoístas de un mundo que se vuelve enemigo de Dios. En contra de eso, el mercedario quiere ayudar a los hombres de un modo gratuito, en gesto de Merced liberadora, para que así puedan vivir en libertad. Pedro Nolasco vino a situarse según eso en el "nervio más sensible de la historia".  

– Este título, María de la Merced, no es una referencia de lugar, como los de Lourdes o Fátima, Monserrat o Guadalupe, aunque esos nombres hayan recibido también un sentido carismático especial. La Merced es, más bien, un título teológico y apostólico, que está indicando una faceta importante del misterio de María, la Madre Jesús, de manera que puede convertirse en principio de una acción liberadora al servicio de los hombres cautivos.

– Este título está vinculado a la vida y obre de San Pedro Nolasco, que más que fundador autónomo de familia mercedaria aparece como devoto de María y promotor de su obra de Merced sobre el mundo. En los primeros documentos, el grupo de los redentores de cautivos aparece como Orden de Santa Eulalia (por el nombre de la casa donde residían, en Barcelona) o Redención de Cautivos (por su tarea específica). Pero muy pronto, por impulso del pueblo y elección de los mismos hermanos y hermanas, el grupo empieza a llamarse Orden u obra de Santa María de la Merced, de la Redención de cautivos.

     Este nombre no fue resultado de una imposición jerárquica, ni elección más o menos arbitraria de los primeros hermanos y hermanas, sino resultado normal de un proceso en el que los primeros “religiosos de la Merced” (siglo XIII) fueron descubriendo que su obra de Merced (Redención de Cautivos) se encontraba vinculada de manera muy intensa con María, de manera que ella (Madre de Jesús redentor) viene a presentarse como Madre de la Merced y la Merced de María se define como obra de Maria.

Los hermanos y hermanas podrían haber redimido cautivos sin apelar a la Madre de Jesús o haber mantenido separados los dos elementos (devoción mariana y acción liberadora). Pero los han vinculado de un modo gozoso y comprometido, de manera que María y Libertad aparecen unidos en el título de la Merced.

El título de Virgen de la Merced. Fundamentalmente teológica

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     – Historia previa. Pedro Nolasco había empezado había comenzado a realizar su obra el año 1202, con un grupo de hermanos y hermanas. Pero un día descubrió que ella no avanzaba, llegando a pensar que el grupo y obra podía disolverse. Estaba ye en 1218. Habían pasado muchos años. Había gastado su fortuna y la fortuna de varios amigos, pero no se lograban verdaderos resultados. Aumentaban las dificultades, crecían los cautivos, la obra es estancaba. Pues bien, estando de noche en oración, con estos pensamientos, invocando a la Señora, Madre de Jesús, sintió que alguien se acercaba. ¿Cómo lo sintió, qué vio, cómo escuchó las palabras? Este es el secreto luminoso de la experiencia mercedaria, una historia que deben evocar siempre de nuevo devotos de María de la Libertad.

Diálogo. La experiencia mariana de Pedro Nolasco se expresó en un diálogo o revelación fundamental en cuatro momentos. 1) Ella viene y Pedro pregunta: ¿Quién eres tú? Quiere saber quién es la Señora; estar seguro, saber con quién habla. 2) La Señora revela su deseo. Antes que decirle quien es, ella le ofrece una tarea: que siga liberando, que no deje su obra, sino que la asuma de nuevo y la organice de manera más intensa, como movimiento de liberación. 3) Nueva pregunta de Nolasco: ¿quién soy yo para realizar esta tarea? Es una pregunta que aparece en gran parte de las experiencias espirituales, ya en el Antiguo Testamento (por ejemplo en Moisés e Isaías). 4) La Señora no responde de manera directa a esa pregunta, sino que lo hace de un modo indirecto, ofreciéndole de nuevo su tarea, en nombre de Cristo. No es tarea nueva, no es algo que Nolasco no supiera, sino la obra de Merced, de redención de cautivos.

– Revelación mercedaria de María. Sólo al final, para ratificar su encargo, la Señora se presenta a sí misma diciendo, de manera condensada: "Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima para la reconciliación del género humano. Yo soy aquella a la que dijo Simeón cuando ofrecí a ese Hijo sobre el Templo, para realizar la obra de Dios: mira éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos; será signo de contradicción; y a ti misma una espada te atravesará el alma" (Lc.2, 33-34).

De esta forma viene a revelarse María de la Merced: aparece como aquella que ha dado y sigue dando su sangre, es decir, su vida, a favor de los oprimidos y cautivos. Ciertamente, los mercedarios y mercedarias saben que ella es la Theokokos o Madre de Dios; saben que es Inmaculada y que está Asunta en el cielo. Pero en el centro de su piedad mariana han descubierto, con Pedro Nolasco, otro elemento: María sigue sufriendo con Jesús a favor de los oprimidos y cautivos; ha dado y sigue dando su sangre por ellos (pues la dio para el nacimiento de Jesús); ellos descubren que María sigue llevando en el alma la espada de dolor redentor por los cautivos. Los grandes textos del dolor de María (Lc 2, 33-34, la espada de Simeón, y Jn 19, 23-25, compasión bajo la cruz), incluyen diversos temas: ella ha sufrido su noche oscura por no entender a Jesús, por ver el rechazo de los judíos y de todos los no cristianos, por sentir su dolor en la cruz... Pues bien, en el fondo de esos textos, los mercedarios han visto con Pedro Nolasco algo nuevo:     

 La Madre que sufre en los cautivos y excluidos

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– María sigue sufriendo hasta el fin de los tiempos allí donde sus hijos se encuentran cautivos:Así aparece como mujer y madre solidaria. Ella es con Jesús el recuerdo viviente de la herida que forma la opresión en este mundo; ella es la memoria viva de las injusticias que destruyen a los hombres y mujeres de la tierra. Así aparece como expresión viviente de la solidaridad de Dios, que penetra en la debilidad del mundo, para sufrir con los que sufren. Ella representa de algún modo a todos los cautivos del mundo.

– María es, al mismo tiempo, impulsora y garante de un movimiento de libertad. De esa forma anima, desde abajo, a partir de los mismos cautivos, un camino y proceso de liberación y así aparece como promotora y garante de liberación. Ella no se encuentra simplemente arriba, desentendida de la historia humana; no está en un cielo de felicidad ya conseguida, dejando a un lado los problemas de la humanidad sufriente, sino todo lo contrario: unida con los pobres y cautivos, a favor de ellos, promueve un movimiento de liberación cuyo primer hermano ha sido Pedro Nolasco.

     Esta ha sido la mayor aportación religiosa de Pedro Nolasco: él ha puesto su movimiento de liberación bajo el amparo y guía de la Madre de Jesús, a quien presenta como Madre de gracia y de Misericordia, es decir, Merced de Dios, principio y garantía del compromiso cristiano a favor de la liberación de los cautivos. Lógicamente, conforme a esta experiencia fundadora, María acaba diciendo a Pedro Nolasco: "Es mi voluntad que fundes un grupo que se dedique a redimir cautivos, sabiendo que eso implicará dificultad y sufrimiento. También vosotros seréis un signo de contradicción, en este mundo que sigue oprimiendo a muchísimas personas; por eso, una espada os atravesará vuestra alma. Igual que yo he sufrido por Jesús, para que llegue el Redentor, deberéis sufrir vosotros, para que la redención se complete y un día vivan en amor y comunión todos los humanos". Esta sigue siendo la palabra clave de María de la Merced. Este el sentido de su patrocinio sobre el conjunto de la familia mercedaria.

La Merced, regalo para cautivos y oprimidos. La libertad como gracia, no como mercado.

                       Conforme a lo anterior, religiosos y laicos de la Merced han de ser expertos en el conocimiento de los cautiverios de la humanidad actual. Los tiempos actuales son distintos, no estamos ya en el siglo XIII ni el XVI, pero "surgen hoy en las sociedades humanas nuevas formas de esclavitud social, política y psicológica, que derivan en última instancia del pecado y que resultan para la fe de los cristianos tan perni­ciosas como la esclavitud y cautividad de otros tiempos" (Vaticano II, Gaudium et Spes 4, 29, 41).

Por eso, los nuevos redentores deben encarnarse en su mundo, experimentando las opresiones de la edad moderna. La humanidad se dividió de antiguo y se sigue dividiendo en grupos que combaten o se oponen mutuamente. En esa situa­ción, los más pobres por raza o cultura, economía o salud, siguen siendo los hermanos preferidos de Jesús (cf. Mt 25, 31-46), especialmente los encarcelados y exilados; ellos han de ser objeto prioritario de la atención mercedaria.

            A partir del siglo XIV, muchos mercedarios participaron en las tareas ministeriales de la iglesia y asumieron la acción evangelizadora en América Latina o la contemplación del misterio redentor de Cristo. Otros y otras han tomado ministerios de tipo educativo y sanitario, de promoción social y evangelización liberadora, para expresar por ellos el amor que Cristo redentor ha revelado por medio de María de la Merced, dentro de la iglesia, en forma de regalo de liberación para los más pobres. Ese amor ha expresarse en un plano de ayuda personal, es decir, como asistencia inmediata y cercana a los necesitados, siguiendo el modelo del Buen Samaritano, que no necesita instituciones sacrales ni sociales para asistir al asaltado. Pero, al mismo tiempo, puede y debe expresarse en obras de transformación estructural, organizadas de un modo cuidadoso, siguiendo criterios de acción social.

            De esa forma se vinculan los gestos espontáneos y directos, que provienen del corazón de cada uno de los devotos de María de la Merced, y las obras programados, tanto en línea más eclesiástica (bajo la dirección inmediata de la jerarquía) como más social (con inspiración cristiana, pero no directamente vinculadas a la jerarquía). La Merced no es simplemente un regalo para la iglesia (sus obras no se hacen para gloria de la institución), sino para la humanidad. De esa forma, los mercedarios expresan el sentido de su fe, que es creadora de libertad, en el contexto más extenso del mundo en el que viven. Eso pueden hacerlo en todos los lugares donde hay pobres y cautivos, no sólo en los países del llamado Tercer Mundo (amenazados de manera más directa por el hambre y la injusticia), sino también los países del Primer mundo (tanto en sus bolsas de pobreza social o Cuartos Mundos, como en las diversas circunstancias y lugares donde los hombres y mujeres se encuentren sometidos a la opresión del miedo o la injusticia). .

 María de la Merced: Regalar vida en la Frontera de la muerte

Frontera es el lugar donde el hombre se encuentra amenazado y corre el riesgo de perder su libertad. En tiempo de cruzadas y guerras de conquista, los guerreros se situaban en ella para hacer guerra a los contrarios.  

– Hay unas fronteras geográficasa las que debe llevarse el evangelio de la libertad cristiana, conforme a la tradición más antigua de la Igle­sia. Los enviados o creyentes de Jesús han de ofrecer el don de su Reino, en pura gratuidad, en gesto dialogal de entrega evangélica, en aquellos pueblos y lugares donde todavía no existe una Iglesia madura. Por eso es necesario que los fieles de Jesús estén dispuestos a dejar su tierra, para establecerse en otras tierras y cultu­ras, ofreciendo allí los signos y palabras de Dios.

La Iglesia es por sí misma universal (católica) y sólo saliendo de sí misma y ofreciendo su tesoro en otros pueblos, se hace fiel al evangelio. Pero no puede hacerlo en gesto de imposición o conquista, de superioridad o dominio, sino de diálogo en libertad, desde los más pobres, encarnándose entre ellos. Se acusa a la iglesia moderna de haber realizado una misión vinculada a los poderes militares y políticos (es decir, a la colonización). Se sigue diciendo que ella es extranjera en los países de misión: es el culto de unos hombres y mujeres que vienen de fuera. Pues bien, en contra de eso, la verdadera misión cristiana, realizada en gratuidad, puede y debe realizarse en formas de presencia liberadora. No quiere imponer una doctrina desde arriba, ni de establecer unas jerarquías de verdades y funciones desde fuera, sino abrir espacios de libertad, a favor de todos, partiendo de los excluidos del sistema.

 – Hay unas fronteras sociales, que se expresan en las diversas formas de ruptura humana y cautive­rio que han surgido en nuestros viejos pueblos cristianos (de Occidente y América Latina). Esas rupturas e injusticias existían también antiguamente, pero éramos menos conscientes de ellas, pensábamos a veces que respondían a la voluntad de Dios, que ha hecho a unos ricos y a otros pobres, a unos superiores y a otros inferiores, sobre el mundo. Pues bien, hoy sabemos, gracias al mismo Evangelio de Jesús, que esa visión de la desigualdad e injusticia entre los hombres era contraria al evangelio. Por eso, estamos convencidos de que la verdadera evangelización se encuentra vinculada a la presencia liberadora de la Iglesia o de grupos de cristianos, como la familia mercedaria. Así lo ha visto Juan Pablo II cuando evoca la miseria de los suburbios de las grandes ciudades, de los grupos cada vez más grandes de emigra­dos y exiliados, de pobres y excluidos que llenan nuestro mundo.

 . En otro tiempo se pudo pensar que el Evangelio pertenece al nivel del alma, no influía en las condiciones sociales de los hombres. En contra de eso reaccionaron los primeros mercedarios, empeñados en ofrecer libertad a los cautivos. Avanzando en aquella línea, los nuevos mercedarios y mercedarias saben que no pueden anunciar y encarnar el evangelio de Jesús en este mundo si no ofrecen el testimonio de su presencia y acción a favor de los excluidos de la sociedad.

– Hay unas fronteras culturales que resultan cada vez más injustas, pues separan y excluyen a muchísimas personas. En otro tiempo, el evangelio pudo expandirse en los moldes de una cultura dominante del entorno (latina, occidental). Ha llegado el momento en que los fieles de Jesús encarnen el evangelio en cada una de las culturas y las lenguas de la tierra, dejando que los mismos nativos (los nuevos cristianos) la expresen y expliciten en su propia línea. En ese aspecto, desde Pablo VI se ha podido hablar de una evangelización de la cultura o, mejor dicho, de las diversas culturas de la tierra (Evangelii Nuntiandi 20). Pues bien, avanzando en esa línea, podemos y debemos hablar de la necesidad de crear una cultura universal de la libertad, a la que todos se sientan invitados; una cultura en la que se respeten y promuevan las diferencias culturales de pueblos y naciones, pero ofreciendo a todas unas mismas posibilidades de desarrollo personal y social. Ha sido muchas veces el dinero o raza, la religión o estado el causante de la opresión. En estos momentos resulta quizá más importante la opresión de la cultura, que se pone al servicio de unos grupos dominantes, que expulsa del espacio de la libertad y comunión social a una mayoría de grupos y naciones sobre el mundo.

 La Iglesia es Merced, regalo de libertad.

En estas tres fronteras (geográficas, sociales, culturales) la Merced ha de ofrecer una palabra y testimonio de libertad, al servicio de todos los hombres y mujeres, en cuanto hijos de Dios y llamados a su reino.  La situación de injusticia de nuestra sociedad "clama al cielo", como en otro tiempo el dolor de los hebreos oprimidos en Egipto o el sufrimiento de los enfermos y pobres de Palestina en el entorno de Jesús. Pues bien, la Merced quiere ser una palabra y gesto de Dios para esos oprimidos, un regalo de Cristo para los excluidos del sistema, no en línea de venganza, sino de solidaridad universal, empezando de los excluidos del sistema... los nuevos cautivos, los emigrantes rechazados, los hombres y mujeres y niños sometidos a un duro cautiverio.

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