8 Septiembre. Natividad de María (1): la Biblia en persona,

          Escribí ayer una nota sobre el mes de septiembre como mes de la Biblia, invitando a mis lectores a comenzar este nuevo “curso” como tiempo de camino sinodal con la Sagrada Escritura, pues estamos corriendo el riesgo de interpretarla y vivirla en contra de su mensaje y sentido.

          Insisto hoy en septiembre como mes de María, pues las iglesias celebran desde antiguo su fiesta (su Navidad/Natividad) el 8.9., a los nueve meses de su Concepción Inmaculada, 8,12, en una fiesta muy posterior y de menos importancia litúrgica y dogmática (aunque se celebre en muchos lugares con mayor boato).

          Quiero preparar con unos días anticipación esta fiesta que se celebrará el próximo 7/8, poniendo de relieve algunos de sus rasgos. Muchos católicos han venerado a María, Madre de Jesús, como Biblia en persona. Desde ese fondo  quiero presentar, en forma de esquema, los rasgos principales de a Biblia de María, como preparación para el día de su fiesta, el próximo 8.9. 24.

Natividad De La Virgen María - Colegio Santa Rosa de Lima - Cusco

  Datos esenciales

 Fue una mujer histórica, que vivió en Nazaret de Galilea, y después en Jerusalén, entre el 20 a.C. y el 50 d.C., dentro de un contexto cultural, social y familiar muy definido. No ha sido un puro signo sagrado, una idea general (eterno femenino), ni una diosa, sino una mujer, madre discutida y seguidora de Jesús, pretendiente mesiánico judío, crucificado el año 30 d.C. Hubo a su lado otras mujeres (en especial María Magdalena), pero sólo su recuerdo ha sido cultivado y recreado de un modo tan fuerte en la historia posterior del cristianismo. Los seguidores de Jesús no sólo la han recordado, sino que han agrandado su figura, con una intensidad única en la historia de occidente.

       Tuvo una vida compleja, no sólo en relación con el judaísmo (en cuyo seno nace y vive), sino con la historia de Jesús (con quien se relaciona de forma materna y dramática) y con el principio de la Iglesia. Con excepción de Jesús no hay ningún otro personaje del Nuevo Testamento (ni siquiera Pedro, ni María Magdalena) que exprese en el arco de su vida tantos elementos religiosos como ella. Éstos son los datos principales de su historia: 

  1. Fue judía galilea, del Mediterráneo oriental, entre oriente y occidente, de comienzos de nuestra era, y, como otros miles de mujeres, vivió en unas condiciones de subordinación femenina, bajo el cuidado y vigilancia de padres y hermanos, y después de su esposo y su hijo (o hijos). Fue creyente israelita y encarnó en su vida la tradición de miles de mujeres y madres mesiánicas judías, que confiaron en el Dios de su pueblo y revivieron la esperanza de una salvación nacional, abierta a los hombres y mujeres pobres de todas las naciones. En esa línea se ha podido decir que ella ha expresado los rasgos primordiales de lo humano, en clave de mujer judía[1].
  2. Fue esposa de José,un “descendiente de David”, nazoreo de Galilea, hombre comprometido al servicio de la libertad nacional de los judíos, en unas condiciones duras de sometimiento social y militar, bajo el dominio de los reyes herodianos, vasallos Roma. A Jesús, el hijo de José, le llamarán “el nazoreo”, pero no directamente por su madre, sino por José, su “padre”.
  3. Fue madre de Jesús, pretendiente mesiánico judío, de la línea “nazorea” de José, pero con rasgos propios y muy significativos, dentro de un ambiente de duro enfrentamiento cultural y social. Tuvo probablemente otros hijos de los que habla Mc 6, 1-6, que al parecer no estaban de acuerdo con la pretensión mesiánica de Jesús, lo que fue causa de duros enfrentamientos en la familia. Todo nos permite suponer que estaba viuda cuando Jesús inició su vida pública, de manera que debió que actuar como “gebîra” o mujer de autoridad sobre su familia. De manera sorprendente, Mc 6, 3 llama a Jesús “el hijo de María”.
  4. Su relación con Jesús fue madurando en el tiempo, como la de todas las madres, y parece que al principio no formó parte de su movimiento, como otros “hermanos” de Jesús hijos, que tampoco seguían (como supone no sólo Mc 3, 31-35 y 6, 1-6, sino Jn 7, 1-9). Pero aceptó su camino de entrega por el reino, y ese contexto ha de entenderse su presencia ante la cruz de Jesús (Jn 19, 25-27; cf. Mc 15, 50).
  5. Se integró en la iglesia o comunidad de los discípulos de Jesús, con el resto de sus hijos (cf. Hch 1, 13-14), jugando un papel importante en la comunidad, que le recuerda de un modo “crítico” (cf. Mc 3, 31-35), pero también en un sentido ejemplar y edificante, de tal forma Lc 1-2 y en algún sentido Jn 19, 25-27 la presentan como modelo de cristiana.
  6. Ha sido “creída” dentro de la iglesia. Por razones que se deben precisar y justificar, ella vino a convertirse pronto en lugar de referencia o modelo para la comunidad cristiana, como testifica en perspectivas diferentes el conjunto del NT. En esa línea, Lucas le llama “gebîra”, Madre del Señor (cf. 1, 43) y afirma que la llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1, 48).

 Desde los primeros grupos que han ido formando la iglesia de Jesús, María, su Madre, ha sido recordada e interpretada en líneas convergentes, y su imagen ha quedado reflejada en algunos de los textos más significativos del Nuevo Testamento. En ese aspecto podemos hablar de una mariología de la historia y de varias mariologías de la fe:

Mariología histórica, mariología de fe

− Una mariología histórica. No son muchas las cosas que de ella sabemos en un nivel de pura historicidad factual, pero son muy importantes. Estas parecen (en la línea de lo dicho), las más significativas. 1) Era una mujer judía, de familia creyente y significativa, de Nazaret de Galilea; se llamaba María y estaba casada con José. 2) Fue madre de Jesús, con quien se vinculó de forma dramática; pero tuvo también una familia más extensa, compuesta por varones y mujeres que el Nuevo Testamento llama normalmente hermanos de Jesús y que parecen ser hijos de María. 3) Tras la muerte de Jesús, ella perteneció a su comunidad de seguidores, y ejerció un papel importante dentro de la iglesia, que la ha recordado.

− Varias mariologías  de la fe. Los textos del Nuevo Testamento y de la primera iglesia no recuerdan a María por afán historicista, sino porque ha formado parte del misterio de una fe, que se centra en Jesús, su hijo, y que se expresa y configura de formas distintas en las comunidades. En principio, no existe una fe mariana (o mariología) única y normativa, que pudiera imponerse sobre todos los creyentes, sino diversas formas de mariología y fe mariana, que se diversifican según los lugares y formas de vida de las comunidades, según el Nuevo Testamento. Este fenómeno no ha sido a veces suficientemente valorado y define a nuestro juicio todo el tema. Pero esas mariologías pueden vincularse y se vinculan en el credo de la iglesia cuando afirman que Jesús "concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María"[2].

  Tendencias y comunidades

 El recuerdo de María está vinculado a las diversas comunidades,  recogen tres trayectorias o tendencias principales, que puede relacionarse con los grupos que Pablo ha evocado en 1 Cor 15, 5-8 (cf. también Hch 1, 13-14)[3]. Ellas se vinculan, de un modo extenso, a tres lugares y momentos (comunidad primitiva de Jerusalén/Galilea, comunidad judeo-cristiana de Jerusalén, misión helenista), que tienen grandes diferencias, pero dialogan entre sí, partiendo del mismo recuerdo y presencia de Jesús, a quien descubren y experimentan como resucitado y esperan, de algún modo, como salvador escatológico. Podríamos evocar también otras tendencias, tanto en el oriente semita (Siria, Mesopotamia), como Asia Menor/Grecia), con Egipto y Roma, pero de ellas trataremos más tarde[4].

  1. La comunidad primitiva de Jerusalén (con los grupos de seguidores y simpatizantes de Galilea) recoge la experiencia del mensaje y de las obras del Jesús histórico. Sus representantes principales son Pedro y los Doce, que esperan en Jerusalén la venida de Jesús, las mujeres que le han seguido desde Galilea, los quinientos hermanos de 1 Cor 15, 5-6, que pueden situarse en Galilea o en Jerusalén, los primeros discípulos de Jerusalén a los que alude Hch 1-6 y los seguidores galileos de Jesús, evocados quizá por los miles hombres y mujeres a los que se refieren los relatos de las multiplicaciones (cf. Mc 6, 30-44 y 8, 1-10 par). En este principio galileo y jerosolimitano parecen fundarse (en forma positiva o crítica) los elementos básicos de la tradición sinóptica y de otros grupos y tendencias posteriores de la Iglesia, desde el llamado documento Q hasta Marcos. No sabemos si María forma parte de esta comunidad[5].
  2. Comunidad judeo-cristiana de Jerusalén, parientes de Jesús. A los pocos años (quizá desde el 32-33 d.C.), empezó a instituirse y dominar en Jerusalén una comunidad judeo-mesiánica, representada por Santiago el Menor (=Jacobo) y los hermanos de Jesús, partidarios de un cumplimiento más estricto de la ley. Es aquí donde empezamos a pisar suelo firme en la historia de María. La madre de Jesús, vinculada a la comunidad de los hermanos de Jesús (como supone Mc 3, 31-35), empieza a ser significativa para la Iglesia, apareciendo como “gebîra”, madre del Señor mesiánico (Lc 1, 43), figura importante dentro de la Iglesia[6].
  3. Misión helenista. Finalmente, conforme a 1 Cor 15, 5-8, Jesús se ha aparecido a todos los apóstoles, que, en principio, son los portadores de la misión helenista, que constituye el núcleo fundamental de la historia posterior de la Gran Iglesia. Ellos aparecen en Hch 6 y reinterpretan de una forma intensa la vida de Jesús y su mensaje mesiánico, creando un tipo de Iglesia universal, abierta a los gentiles. Esta tendencia se inicia en Jerusalén, como suponen Pablo y Lucas (Hechos), pero se abre desde el judaísmo helenista hacia un cristianismo 'occidental' (vinculado a la ecumene greco-romana) que supera el judaísmo nacional de la Ley. En esta comunidad se formulan las grandes tradiciones marianas recogidas por Mateo y Lucas, partiendo de la concepción virginal[7].

  Textos marianos del Nuevo Testamento.

Las tendencias anteriores podían fijarse de un modo más geográfico (Galilea/Jerusalén, Jerusalén, Misión helenista). Pero después, tras la muerte de los grandes fundadores eclesiales anteriores (Pedro, Santiago, Pablo), martirizados en los años sesenta d.C., se inicia una época de fuertes vinculaciones y diálogo, que dan origen a las síntesis evangélicas o teológicas que fundamentan los diversos caminos del cristianismo posterior. El primero de esos textos, surgido en torno a la gran crisis judía y cristiana de los años 70 d.C., ha sido Marcos. Después vienen, relacionados con Marcos, los otros evangelios (Mateo, Lucas y Juan) y el Apocalipsis.

Ciertamente, esos textos están vinculados a las tendencias anteriores, pero las integran a partir de la opción de sus autores y de la vida de las comunidades de las que surgen, reinterpretando de formas distintas la misión helenista del evangelio con su origen judeo-cristiano. Ellos han circulado pronto entre las comunidades, en ejercicio de ecumenismo práctico que define el origen y sentido del cristianismo como religión que se origina en Jesús para abrirse en corrientes de vida que dialogan y se fecundan entre sí: 

  1. Marcos ofrece la primera visión unitaria de la historia mesiánica de Jesús, vinculando la tradición helenista con la de Galilea, posiblemente en Siria (¿Roma?). Su proyecto cristiano está abierto a la misión universal de Jesús, y en esa línea sigue polemizando con algunos “cristianos” de la línea de Jacobo-Santiago Jerusalén.
  2. Mateo asume la tradición de Marcos, en la que inscribe los textos del documento Q (de origen galileo), pero introduce además un poderoso evangelio de la infancia (Mt 1-2), donde traduce, desde una perspectiva pascual (fe en Jesús resucitado), la tradición que habla del nacimiento de Jesús por el Espíritu. Su visión de María mariología está al servicio de una misión y conversión mesiánica abierta a todas las naciones (cf. Mt 28, 16-20), como muestra el relato de los magos (Mt 2).
  3. Lucas sigue el esquema de Mateo (vincula a Marcos con el Q), pero elabora una mariología que se centra ya en la historia y figura de María, verdadera creyente y como profetisa de la salvación escatológica (Magnificat). Desde ese fondo ha elaborado una comprensión 'normativa' del cristianismo, abierta a todos los habitantes del Imperio.
  4. 4. Juan introduce a la Madre de Jesús en un contexto de bodas (Jn 2, 1-11) y de culminación eclesial (Jn 19, 25-27), haciendo así posible una interpretación sapiencial de su simbolismo materno-femenino y de su historia. Su libro puede tener un origen siríaco-helenista, con  tradiciones  quizá samaritanas. Su última redacción puede estar centrada en Asia (Éfeso), pero su evangelio se ha convertido pronto en un documento esencial del conjunto de las iglesias.
  5. El Apocalipsis simboliza a María como Madre-Mujer celeste, principio como centro y meta de una historiainterpretada en forma apocalíptica, como ha puesto de relieve la gran tradición mariana desde oriente (icono orante de María) hasta occidente (Virgen de Guadalupe, 1531). El autor del libro ha escrito posiblemente en un entorno asiático (Patmos, Ëfeso), en el contexto de una comunidad judeocristiana que interpreta apasionadamente el mensaje de la muerte de Jesús desde una perspectiva apocalíptica.

 Notas

[1] He puesto de relieve este motivo central de la vida y experiencia de María en Historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013.  

[2] Sólo dos personas aparecen en el credo, al lado de Jesús: María, la madre, que pertenece a la historia de la fe, y  Poncio Pilato, el Gobernador, que forma parte de los hombres que condenan a muerte a Jesús.

[3] He estudiado el tema en Compañeros y amigos de Jesús, Sal Terrae, Santander 2024

[4] He desarrollado el tema en  Las instituciones del Nuevo Testamento, Trotta, Madrid 2001 y en La palabra se hizo carne. Teología de la Biblia,  VD, Estella 2019.  

[5] Esta comunidad de Jerusalén (con varios centros galileos) estuvo centrada en el signo de los Doce (con Pedro), como representantes y adelantados del Israel escatológico, que debería instaurarse con la llegada triunfante de Jesús en Jerusalén. Ella debió ser importante en los años que precedieron a la guerra del 67-70 d.C. Quizá Pedro y otros de los Doce y de los primeros seguidores de Jesús, se vincularon después de diversas formas con la comunidad judeo-cristiana de Santiago y las comunidades helenistas. No sabemos el papel que en este principio jugó María.

[6] En este contexto se va apagando el signo de los Doce y en su lugar, como representantes de Jesús se alzaron en Jerusalén sus hermanos (parientes).Según testimonio de Pablo (Gal 1-2) y Hechos 15, estos “cristianos hebreos” tuvieron gran importancia y cultivaron tradiciones cristológicas y mariológicas que después han sido acogidas y elaboradas en diversas iglesias y textos (en Mateo y Juan en Santiago y el Apocalipsis).

[7] En principio, esa tendencia (representada Pablo y Marcos) no ha dado importancia a María. Pero poco después, diversos cristianos de esta línea han retomado elementos de la iglesia judeo-cristiana. En este contexto, en el cruce entre el contexto judeo-cristiano y el helenismo ha surgido la tradición mariana fundamental que habla de una concepción de Jesús por el Espíritu, a través de María, vinculando la resurrección y divinidad  de Jesús con su nacimiento

Volver arriba