"Francisco se ha ido convirtiendo paso a paso en artista de la fragilidad" ¡Gracias, Francisco!

"Confío que sus propuestas de paz y desarme, junto al activismo internacional, frenarán la locura del rearme en la que andan interesados los poderosos y gobernantes de Europa y del mundo entero"
"Los pies de Francisco, apoyados en el posapies de una silla de ruedas, han sido también, hasta este primer Lunes de Pascua asombrosamente hermosos"
"Nos queda agradecer a Dios y a la vida estos 12 años de fortaleza y valentía que han puesto patas para arriba muchas de las “verdades a medias” consideradas eternas y algunas estructuras terrenales tenidas por divinas"
"Nos queda agradecer a Dios y a la vida estos 12 años de fortaleza y valentía que han puesto patas para arriba muchas de las “verdades a medias” consideradas eternas y algunas estructuras terrenales tenidas por divinas"
| José María Marín Sevilla sacerdote y teólogo
¡Qué hermosos son los pies del mensajero
que anuncia la paz!
Isaías 52, 7
¡Recordémoslo, con las armas se hace la guerra, no la paz,
y con la ambición de poder se vuelve siempre al pasado,
no se construye el futuro!
(Francisco, Marsella, septiembre de 2023)
Con esta alusión a la profecía de Isaías, quiero agradecer a Francisco lo mucho que me ha hecho sentir, pensar y comunicar de la Iglesia que como él deseo menos asemejada a los fuertes de este mundo y cada día más próxima a los pobres, a imagen y semejanza del Señor que le dio origen: Jesús de Nazaret, el Cristo Resucitado.
Con la alusión a sus palabras en defensa de la paz quiero manifestar mi adhesión a su magisterio social y de esperanza. Confío que sus propuestas de paz y desarme, junto al activismo internacional, frenarán la locura del rearme en la que andan interesados los poderosos y gobernantes de Europa y del mundo entero.

Hermosos pies, con zapatos de pueblo
Los pies de Francisco empezaron a ser bellamente humanos cuando despojados de su categoría pontifical se calzaron con zapatos de pueblo, dispuestos a caminar por los pasillos del apartamento de Santa Marta en lugar de pisar firme y vanidosamente los suntuosos y alfombrados corredores del Palacio Apostólico en el Vaticano. No fue solo un gesto, fue la expresión de su anhelo, noble y profundo, de una Iglesia más pobre y para los pobres. Así lo expresó cuando comenzó su pontificado, en su primera conferencia ante los periodistas de todo el mundo que cubrieron el cónclave. Este era también el sueño de San Francisco de Asís, el hermano de los pobres, del que él tomo su nombre como Pastor Universal.
Se hicieron más bellos cuando, en su primer viaje apostólico se encaminaron hacia Lampedusa para decir al mundo entero que estos: los migrantes que huyen de la guerra y del hambre y sobreviven en el mar, a bordo de pequeñas embarcaciones y pisan tierra firme sin papeles y sin recursos, como la familia de Nazaret, ocupan el primer lugar en el Proyecto que Dios tiene para la humanidad y en su corazón de Padre. Tampoco fue solo un gesto, fue denuncia y profecía que intentaría hacer llegar al corazón de la Iglesia y del mundo entero. Levantó su voz para denunciar la cultura del bienestar, del descarte y la globalización de la indiferencia frente al sufrimiento de los demás.
Lindos pies, en los pasos que no quiso dar
¡Lindos pies! (como dirían los argentinos), los de este buen hombre de Dios, también en los caminos que no quisieron andar. Pongamos por ejemplo su ausencia en el espectáculo de la Inauguración de Notre Dame. Allí no fue (dicen que para no eclipsar el acto), prefiero imaginar que fueron sus pies de profeta los que se negaron a caminar hacia París. Sus desgastados zapatos previsiblemente no estarían a la altura del desfile de la vanidad y la prepotencia que acompaña estas ceremonias pseudo/religiosas presididas por los hombres y las mujeres más poderosas de este mundo. No siempre es fácil para un Papa eludir una foto inapropiada, con su ausencia en el acto de la Catedral de París (uno de los monumentos más famosos del patrimonio mundial), se libró de un solo golpe de más de una de estas imágenes que hubieran dado al planeta.
Francisco siendo Francisco…
— el_padrecito (@El_Padrecito) April 26, 2025
¡Cuánto nos falta por aprender de humildad y fraternidad! pic.twitter.com/0b7XXXNpZ9
Conviene recordar que no es suficiente con poner el nombre de una invocación de María para que lo que acontece en su interior tenga que ver con la Madre de Jesús de Nazaret, por cierto bastante más serviteur (sierva) que dame (señora), más deseosa de ser acompañada y querida por los pobres que por los ricos. No todo lo que sucede en ellas tiene que ver con la espiritualidad cristiana. Mejor recordar al Papa en Francia por sus tres visitas anteriores (Sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo en 2014, Marsella en el 2023 y Córcega el 2024), en todas ellas para lanzar algunos de sus mensajes más repetidos y significativos, desde que se sentó en la silla de san Pedro: “…hay un grito de dolor que es el que más retumba de todos, y que está convirtiendo el mare nostrum en mare mortuum, el Mediterráneo de cuna de la civilización en tumba de la dignidad”. En fin, mejor detener los pasos que llegar a lugares donde el ruido no deja escuchar el susurro del Espíritu y la ceguera es voluntaria.
También hermosos los pies cansados y dependientes
Los pies de Francisco, apoyados en el posapies de una silla de ruedas, han sido también, hasta este primer Lunes de Pascua asombrosamente hermosos. Dispuestos a seguir adelante dirigiendo a la Iglesia, hacia su esencialidad más profunda: la sinodalidad y la misericordia.
Francisco se ha ido convirtiendo paso a paso en artista de la fragilidad. Del rechazo a la aceptación, de la distancia con las personas con discapacidad a la más profunda solidaridad. Aprovechó el Jubileo de los enfermos para reconocerse uno más entre ellos: “Queridos hermanos y hermanas enfermos, en este momento de mi vida comparto mucho con ustedes: la experiencia de la enfermedad, de sentirnos débiles, de depender de los demás para muchas cosas, de tener necesidad de apoyo…, para concluir afirmando que: “…afrontar juntos el sufrimiento nos hace más humanos y compartir el dolor es una etapa importante de todo camino hacia la santidad”.
Solo a unas semanas de su muerte, desde el Hospital Gemelli de Roma, reivindicó la fuerza de la fragilidad y su poder transformador: la fragilidad humana, en efecto, tiene el poder de hacernos más claros sobre lo que dura y lo que pasa, sobre lo que nos hace vivir y lo que mata. Quizá por eso tendemos tan a menudo a negar los límites y a rehuir a las personas frágiles y heridas que tienen el poder de cuestionar la dirección que hemos elegido, como individuos y como comunidad.
Firmes y pisando fuerte para no retroceder
Recuerdo que la primera vez que escuche decir que este Papa era comunista, aunque se pretendía con ello descalificar su autoridad y su magisterio, yo me alegré enormemente. Primero porque hablar de comunismo en estos tiempos es ignorancia y malicia (ya hace más de 30 años, Joan Manuel Serrat cantaba aquello de “…disculpe el señor, que dios le inspire o que dios le ampare, que esos no se han enterado que Carlos Marx está muerto y enterrado” que “Carlos Marx está muerto y enterrado” (y tenía más razón que un santo). Segundo porque el Papa defendía la verdad: lo que existe ahora es un sistema económico de capitalismo global y salvaje “que mata”.
«El amigo fiel es seguro refugio, el que le encuentra, ha encontrado un tesoro» 🥹💓🫂 pic.twitter.com/h6D1fJvlD7
— ✨ Suyapa Medios 🙏 (@suyapamedios) April 28, 2025
No es malo para la comunidad eclesial que se descalifique a su líder internacional por denunciar la injusticia estructural, las desigualdades y las guerras. Lo triste es ver que muchas de estas críticas y descalificaciones llegan presuntamente de los de dentro: más papistas que el papa, más católicos que cristianos y más hipócritas cada día, han proferido insultos y calumnias, han difundido bulos y han confundido a muchas gentes de bien. Me conforta comprobar que donde dicen “Papa comunista, hereje, diabólico” en realidad están diciendo: ¡Papa cristiano! Francisco ha sido sin duda alguna un buen traductor y un extraordinario difusor del evangelio: la defensa de la justicia y la búsqueda de la paz entre las personas y los pueblos, pertenecen al mensaje nuclear de la Buena Noticia de Jesucristo.
Que este Papa haya sido despedido por creyentes y no creyentes con respeto y admiración por su testimonio de cercanía a los pobres y por su búsqueda de la paz conduce a los católicos/cristianos (laicos, religiosos/as, sacerdotes y obispos) al agradecimiento más profundo. A mí personalmente, no me cuesta mucho ver en Francisco a uno de tantos destinatarios claros de aquella paradójica bienaventuranza de Jesús: “Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”. Estoy convencido de que esta habrá sido una de las experiencias de verdadera y profunda felicidad para este Papa que ya celebra en su persona la Pascua definitiva.
El bien que los pies de este Papa, “llegado del fin del mundo”, dócil al Espíritu Santo y a los signos de los tiempos, han hecho a la Iglesia y a nuestra sociedad está por ver. De momento nos queda agradecer a Dios y a la vida estos 12 años de fortaleza y valentía que han puesto patas para arriba muchas de las “verdades a medias” consideradas eternas y algunas estructuras terrenales tenidas por divinas.
¿Y ahora qué?
Muchos se preguntan estos días ¿y ahora qué? Legítima y esperada pregunta, al tiempo que innecesaria.
Los que creemos que en la Iglesia somos todos y todas iguales, sabemos también que toda ella está en manos del espíritu del Resucitado. Ahora, sigue la vida y seguirá renacido el legado de Francisco.
Como si de un humilde sembrador se tratara, este Papa ha esparcido, por los caminos de esta hermosa Tierra (que defendía con verdadera pasión), y en los corazones de millones de hombres y mujeres de todas las periferias, la semilla de la esperanza que brota de la Alegría del Evangelio.

Cada primavera brotarán del viejo tronco de esta Iglesia milenaria, nuevos tallos, crecerán, surgirán las flores y madurarán sus frutos. No podemos obviar que el propio Francisco, al fin y al cabo, ha sido únicamente eso: un nuevo tallo, crecido y madurado entre otros muchos igualmente válidos, aunque menos visibles y expuestos. Ahora, como siempre, a cada uno de nosotros (en las circunstancias de nuestra existencia concreta y cotidiana), nos corresponde abrir los ojos y dirigir la mirada para contemplar atentamente la realidad; entrar en lo profundo, orar y discernir hasta encontrar luz y sentido; y finalmente con generosidad y esperanza contribuir personalmente, con nuestro actuar, a la conversión evangélica de la Iglesia y a la transformación de la sociedad.
¿Por qué no imaginar que los pies hermosos del mensajero que anuncia la paz pueden ser también los tuyos? Si, tú, yo, cualquiera puede ponerse en pie y ahuyentar el desaliento y sembrar esperanza.
¡Dejemos marchar a Francisco, que descanse serena y felizmente donde Dios nos espera a todos! Y continuemos nosotros caminando y sembrando justicia y con ella construiremos la paz y la fraternidad, juntos, en esta bendita Tierra que Dios ha confiado a nuestra libertad y a nuestra voluntad para que la llevemos entre todos, hasta la plenitud, que no es otra meta sino el Amor.
Etiquetas