Francisco invita a Eslovaquia "a ser un mensaje de paz en el corazón de Europa" El Papa advierte de los "colonialismos ideológicos", la "superficialidad del consumo" y la corrupción
Que "Europa se distinga por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia"
"La riqueza verdadera no consiste tanto en multiplicar cuanto se tiene, sino en compartirlo equitativamente con quien tenemos a nuestro alrededor"
"Que nadie sea estigmatizado o discriminado. La mirada cristiana no ve en los más frágiles una carga o un problema, sino hermanos y hermanas a quienes acompañar y cuidar"
"Es necesario esforzarse para construir un futuro en el que las leyes se apliquen a todos por igual, sobre la base de una justicia que no esté nunca en venta. Y para que la justicia no permanezca como una idea abstracta, sino que sea concreta como el pan, es necesario emprender una seria lucha contra la corrupción y que ante todo se fomente e imponga la legalidad"
"En la base de una sociedad justa y fraterna rige el derecho de que a cada uno se le conceda el pan del trabajo, para que nadie se sienta marginado y se vea obligado a dejar la familia y la tierra de origen en busca de mejores oportunidades"
"Sin imposiciones y sin coacciones", ese es el camino, "no la lucha por la conquista de espacios y de relevancia, sino el camino que indican los santos, el camino de las Bienaventuranzas. De allí, de las Bienaventuranzas, surge la visión cristiana de la sociedad"
"No sirve recriminar el pasado, es necesario ponerse manos a la obra para construir juntos el futuro"
"Que nadie sea estigmatizado o discriminado. La mirada cristiana no ve en los más frágiles una carga o un problema, sino hermanos y hermanas a quienes acompañar y cuidar"
"Es necesario esforzarse para construir un futuro en el que las leyes se apliquen a todos por igual, sobre la base de una justicia que no esté nunca en venta. Y para que la justicia no permanezca como una idea abstracta, sino que sea concreta como el pan, es necesario emprender una seria lucha contra la corrupción y que ante todo se fomente e imponga la legalidad"
"En la base de una sociedad justa y fraterna rige el derecho de que a cada uno se le conceda el pan del trabajo, para que nadie se sienta marginado y se vea obligado a dejar la familia y la tierra de origen en busca de mejores oportunidades"
"Sin imposiciones y sin coacciones", ese es el camino, "no la lucha por la conquista de espacios y de relevancia, sino el camino que indican los santos, el camino de las Bienaventuranzas. De allí, de las Bienaventuranzas, surge la visión cristiana de la sociedad"
"No sirve recriminar el pasado, es necesario ponerse manos a la obra para construir juntos el futuro"
"En la base de una sociedad justa y fraterna rige el derecho de que a cada uno se le conceda el pan del trabajo, para que nadie se sienta marginado y se vea obligado a dejar la familia y la tierra de origen en busca de mejores oportunidades"
"Sin imposiciones y sin coacciones", ese es el camino, "no la lucha por la conquista de espacios y de relevancia, sino el camino que indican los santos, el camino de las Bienaventuranzas. De allí, de las Bienaventuranzas, surge la visión cristiana de la sociedad"
"No sirve recriminar el pasado, es necesario ponerse manos a la obra para construir juntos el futuro"
"No sirve recriminar el pasado, es necesario ponerse manos a la obra para construir juntos el futuro"
Tras un primer día agotador, que concluyó con un encuentro privado a los jesuitas del país (cuyo contenido, seguramente, conoceremos en los próximos días), Francisco despertó en una Eslovaquia que espera sus palabras sobre el futuro de Europa, la paz entre las religiones y el cuidado de los más débiles.
A primera hora, tuvo lugar la ceremonia de bienvenida en el Palacio Presidencial de Bratislava, donde fue recibido por la presidenta Zuzana Čaputová, con la que mantuvo una visita de cortesía. Después, dirigió su primer discurso al cuerpo diplomático y las autoridades políticas y sociales del país, "un país joven pero de historia antigua". Una auténtica "Tierra Media" al más puro estilo del Señor de los Anillos.
"Estos territorios han sido frontera del Imperio romano y lugar de interacción entre el cristianismo occidental y oriental", evocó el Papa, quien subrayó cómo este pueblo "ha sabido, en medio de no pocas pruebas, integrarse y distinguirse de un modo esencialmente pacífico. Veintiocho años atrás el mundo admiró el nacimiento sin conflictos de dos países independientes", República Checa y Eslovaquia.
#PopeFrancis meets 53 #Jesuits in the Nunciature of #Bratislavapic.twitter.com/mnexAN0dEh
— Antonio Spadaro (@antoniospadaro) September 12, 2021
Una integración cada vez más necesaria
Por eso, llamó a "Eslovaquia a ser un mensaje de paz en el corazón de Europa", con una fraternidad necesaria para "promover una integración cada vez más necesaria". "Esta urge ahora, en un momento en el que, después de durísimos meses de pandemia, se plantea, junto a muchas dificultades, una anhelada reactivación económica, favorecida por los planes de recuperación de la Unión Europea".
"Todavía se puede correr el riesgo de dejarse arrastrar por la prisa y la seducción de las ganancias, generando una euforia pasajera que, más que unir, divide. Además, la sola recuperación económica no es suficiente en un mundo donde todos estamos conectados", advirtió Begoglio, reclamando que "Europa se distinga por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia".
Fraternidad y hospitalidad
Así, el Papa reivindicó el legado de Cirilio y Metodio, que "difundieron el Evangelio cuando los cristianos del continente estaban unidos; y todavía hoy unen las confesiones de esta tierra". Portando las armas de la fraternidad. "Queridos amigos, que esta vocación a la fraternidad no desaparezca nunca de sus corazones, sino que acompañe siempre la simpática autenticidad que los caracteriza".
"Ustedes saben reservar gran atención a la hospitalidad. Me sorprenden las expresiones típicas de la acogida eslava, que ofrece a los visitantes el pan y la sal", destacó. El Pan que fue el alimento "elegido por Dios para hacerse presente entre nosotros" y que hay que "compartir, no acumularlo".
Un pan "que siempre se parte", algo que sirve para la vida de hoy, que "nos dice que la riqueza verdadera no consiste tanto en multiplicar cuanto se tiene, sino en compartirlo equitativamente con quien tenemos a nuestro alrededor". El pan, que "partiéndose evoca la fragilidad, invita en particular a hacerse cargo de los más débiles", añadió, reclamando "que nadie sea estigmatizado o discriminado. La mirada cristiana no ve en los más frágiles una carga o un problema, sino hermanos y hermanas a quienes acompañar y cuidar".
Contra la corrupción, por el trabajo y la dignidad
El pan, símbolo de la justicia y del futuro. "Es necesario esforzarse para construir un futuro en el que las leyes se apliquen a todos por igual, sobre la base de una justicia que no esté nunca en venta. Y para que la justicia no permanezca como una idea abstracta, sino que sea concreta como el pan, es necesario emprender una seria lucha contra la corrupción y que ante todo se fomente e imponga la legalidad", insistió Bergoglio.
El pan de cada día. "Sin pan no hay nutrición, sin trabajo no hay dignidad", resaltó Francisco. Y es, añadió, "en la base de una sociedad justa y fraterna rige el derecho de que a cada uno se le conceda el pan del trabajo, para que nadie se sienta marginado y se vea obligado a dejar la familia y la tierra de origen en busca de mejores oportunidades".
Junto al pan, la sal, que "da gusto a los alimentos, y lleva a pensar en ese sabor sin el cual la vida se vuelve insípida". También en la vida social. "No bastan ciertamente estructuras organizadas y eficientes para hacer buena la convivencia humana, se necesita sabor, se necesita el sabor de la solidaridad".
No hay renovación sin los jóvenes
"Y como la sal sólo da sabor disolviéndose, así la sociedad encuentra gusto a través de la generosidad gratuita de quien se entrega por los demás" proclamó el Papa, invitando a los responsables públicos a "motivar" a los jóvenes "para que se sientan protagonistas del futuro del país y lo tomen en serio, enriqueciendo con sus sueños y su creatividad la historia que los ha precedido".
"No hay renovación sin los jóvenes, que a menudo son engañados por un espíritu consumista que marchita la existencia. Muchos, demasiados en Europa se arrastran en el cansancio y la frustración, estresados por ritmos de vida frenéticos y sin saber cómo encontrar motivaciones y esperanza", lamentó Francisco.
La sal, en los tiempos de Cristo, "además de dar sabor, servía para conservar los alimentos, preservándolos del deterioro". Por ello, "me gustaría que nunca dejen que los fragantes sabores de sus mejores tradiciones se estropeen por la superficialidad del consumo y las ganancias materiales. Y mucho menos de los colonialismos ideológicos".
Eslovaquia, durante décadas, sufrió "un pensamiento único" que "coartaba la libertad". "Hoy otro pensamiento único la vacía de sentido, reconduciendo el progreso al beneficio y los derechos sólo a las necesidades individualistas".
Guerras culturales vs Bienaventuranzas
Frente a ello, "hoy, como entonces, la sal de la fe no es una respuesta según el mundo, no está en el ardor de llevar a cabo guerras culturales, sino en la siembra humilde y paciente del Reino de Dios, principalmente con el testimonio de la caridad". "Sin imposiciones y sin coacciones", ese es el camino, "no la lucha por la conquista de espacios y de relevancia, sino el camino que indican los santos, el camino de las Bienaventuranzas. De allí, de las Bienaventuranzas, surge la visión cristiana de la sociedad".
El sufrimiento también ha jalonado la historia de esta tierra, recordó Francisco, pero también los "luminosos ejemplos de valentía, coherencia y resistencia a la injusticia. Y sobre todo de perdón. Esta es la sal de vuestra tierra".
"La pandemia, en cambio, es el crisol de nuestro tiempo. Esta nos ha mostrado que es muy fácil, a pesar de estar todos en la misma situación, disgregarse y pensar solamente en uno mismo. Volvamos a comenzar reconociendo que todos somos frágiles y necesitados de los demás. Ninguno puede aislarse, ya sea como individuo o como nación", finalizó el Papa, quien insistió en que "no sirve recriminar el pasado, es necesario ponerse manos a la obra para construir juntos el futuro".
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