La herencia en salida tras el Concilio del papa Bergoglio Piero Coda: "El testamento espiritual y teológico de Francisco es un sueño en término 'sustancial'"

Papa Francisco
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"Y no es un término poético", explica monseñor Piero Coda, secretario general de la Comisión Teológica Internacional, y lo desarrolla: "Ese sueño no revela sino una verdad: la Iglesia es el Evangelio" 

(Vatican News).- El testamento espiritual y teológico que el Papa Francisco deja a la Iglesia y al mundo es el de un sueño. «Y no es un término poético, sino sustancial, porque a menudo le gustaba hablar de la necesidad de soñar», explica monseñor Piero Coda, secretario general de la Comisión Teológica Internacional, en conversación con medios vaticanos.

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La verdad del Evangelio

Y ese sueño no revela sino una verdad: la Iglesia es el Evangelio, no en el sentido de que sea propiedad exclusiva de la Iglesia, sino "en el sentido de que Jesús, crucificado fuera del campamento como un maldito y a quien Dios resucitó de entre los muertos, sigue llevando a través de la Iglesia la buena noticia de que el Señor ya ha venido y viene entre nosotros para todos, especialmente para los más pequeños".

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Renovación

Una de las primeras acciones teológicas de su pontificado que insinuó una nueva etapa en el camino de la Iglesia como parte de una larga senda de renovación de la que el Concilio Vaticano II fue un acontecimiento providencial se produjo la tarde de su elección, cuando apareció por primera vez desde el Aude las Bendiciones de San Pedro: «En ese momento -recuerda Coda- se inclinó y pidió al pueblo de Dios que invocara una bendición sobre él para poder desempeñar su ministerio según la voluntad divina». Se trata de un rasgo teológico decisivo de su acción como obispo de Roma que saca su savia del Magisterio del Concilio Vaticano II, en particular del capítulo segundo de la constitución dogmática Lumen gentium: la Iglesia como pueblo de Dios con su universalidad que reúne y llama a todos los hombres y mujeres de buena voluntad más allá de la confesión religiosa y de la pertenencia a la Iglesia católica".

El vínculo con el Concilio

Y luego hay otro vínculo fundamental entre este gesto aparentemente sencillo y el tesoro del Concilio: "Se encuentra siempre en la Lumen Gentium, esta vez en el primer capítulo: la Iglesia como misterio y como sujeto histórico que testimonia la presencia y la acción de Dios en la historia". Al fin y al cabo, cuando el Papa Francisco habla de una Iglesia pobre y de los pobres está poniendo en práctica la Carta Magna del Concilio Vaticano II: "Ciertamente no es pauperismo. La pobreza de la que habla es la pobreza que expresa el amor de Cristo, el Verbo que se hizo pobre de lo rico que era para ir hacia los últimos".

Caminar con el Espíritu

A lo largo de su magisterio, el Papa Francisco siente la necesidad de no apartar nunca los ojos del Concilio Vaticano II porque, como dijo Juan Pablo ii, fue la premisa indispensable para el camino de la Iglesia en el tercer milenio: "Entonces Francisco fue el primer Papa que no participó en los trabajos del Concilio y, por lo tanto, dejó atrás todas las cuestiones relacionadas con su interpretación y asumió su esencia de la manera más profunda, comprendiendo que era necesario caminar en la estela indicada en él por el Espíritu Santo".

Visión sinodal

La convocatoria del gran proceso sinodal aún en curso no hace otra cosa, añade Coda, que "concretar lo que el Concilio Vaticano II había planteado como premisa". Pablo VI introdujo el Sínodo de los Obispos como expresión de la novedad eclesiológica del Concilio al afirmar la colegialidad episcopal, y el Papa Francisco lleva adelante esta reforma convocando a todo el pueblo de Dios, buscando así superar una figura clerical, unilateralmente jerárquica y machista de la Iglesia'.

Continuidad

La primera encíclica del pontificado fue la titulada Lumen fideidedicada al tema de la fe e iniciada por su predecesor, Benedicto XVI. Sin duda, una profunda continuidad con el papado anterior que, según Coda, supuso un fuerte gesto: “Por un lado, por parte de Benedicto xvi legar este documento inacabado y, por otro, del Papa Francisco recoger el legado, hacerlo suyo y relanzarlo”. La clave de esta gran encíclica es que la fe no es sólo creer en Jesús como Hijo de Dios hecho carne, sino participar de la misma mirada con la que Jesús miró al Padre y desde el Padre miró a la historia'.

Correspondencias

Lumen fidei tiene una correspondencia directa con la última encíclica del Papa Francisco, Dilexit nos sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo, que representa otro legado espiritual fundamental: "La fe en Cristo es aquí leída y propuesta a través de la conformación con su corazón del que emana su caridad que se nos da en el Espíritu Santo y en la que participamos para dar vida a una nueva civilización, la del amor".

Acciones teológicas

Incluso el compromiso concreto del Papa Francisco por la paz mundial y por la defensa de los migrantes y del medio ambiente Coda los considera entre los actos plenamente teológicos: "Ciertamente. Y lo dice el mismo Francisco en Dilexit nos: para entender todo esto y todo su magisterio, hay que partir del corazón de Cristo. El mensaje del Evangelio es un mensaje de transformación del corazón del hombre a la medida de aquel de Cristo, gracias al Espíritu Santo. Y precisamente por eso es también un mensaje de transformación social, política, económica, cultural. La Iglesia no proclama sólo un mensaje espiritual".

Profeta en el mundo

Monseñor Coda está cada vez más convencido de que el Papa Francisco ha sido profeta en un tiempo polarizado en el que el peligro que se cierne es el de una tecnocracia económica que utiliza también instrumentos militares para imponer sus posiciones: "A todo esto, Francisco ha contrapuesto la verdadera revolución: anunciar la primacía del servicio a los últimos y el papel esencial de la construcción de la justicia, la solidaridad y la fraternidad".

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