El obispo de Zamora agradece la vida de Francisco y sus enseñanzas ¡Comencemos, hermanos, a servir a Dios, porque hasta ahora, poco o nada hemos hecho! (S. Francisco de Asís)

"Con un sentimiento de dolor y agradecimiento estoy viviendo la muerte del Papa Francisco, el Papa que me nombró obispo de Zamora, el Papa que en los primeros meses de mi ministerio, durante la pandemia, me forjó en la pasión por el Evangelio"
"Es el Papa humilde y cercano; que me enseñó a mirar a los ojos de los pobres y dejarme conmover con sus historias de sufrimiento"
"Cinco años de obispo de la mano del Papa que ha grabado en mi corazón la esencia de mi servicio. Esta es una fuente inagotable de alegría, de bendición y de comunión"
"Gracias Papa Francisco por tanto bien, descansa en el Señor por quien viviste, te entregaste y a quien amaste apasionadamente. El ardor de tu misión nos impulsa"
"Cinco años de obispo de la mano del Papa que ha grabado en mi corazón la esencia de mi servicio. Esta es una fuente inagotable de alegría, de bendición y de comunión"
"Gracias Papa Francisco por tanto bien, descansa en el Señor por quien viviste, te entregaste y a quien amaste apasionadamente. El ardor de tu misión nos impulsa"
| Fernando Valera, obispo de Zamora
Con un sentimiento de dolor y agradecimiento estoy viviendo la muerte del Papa Francisco, el Papa que me nombró obispo de Zamora, el Papa que en los primeros meses de mi ministerio, durante la pandemia, me forjó en la pasión por el Evangelio. En esos días de reclusión, de distancia y muerte de tantos, me invitó a ver con el corazón: “la fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver” (L.F. 18).
Es el Papa humilde y cercano; que me enseñó a mirar a los ojos de los pobres y dejarme conmover con sus historias de sufrimiento. El Papa con una profunda experiencia de Dios, que me recordaba constantemente esa hermenéutica espiritual que mira al Espíritu del Señor, que es guía de la Iglesia, y me hace vivir la comunión en la misión. Dirá él: “Un obispo está llamado a acompañar y fecundar permanentemente el modo de vivir la fe de sus hijos más humildes”. Algo que nos recordó también en la visita ad limina: la cercanía, que no es una suerte de simpatía personal, sino que es el trabajo propio del pastor. Recuerdo su penetrante mirada llena de afecto y cariño. Rostro de misericordia, de cercanía cordial en la vida del pastor, que sale al encuentro de tantos de nosotros, que viven el abandono al que le lleva la despoblación y la marginación. Son nuestras periferias geográficas y existenciales.
Es verdad, lo que el Papa Francisco nos ha recordado tantas veces: la gente necesita de la cercanía del pastor: “¡la presencia!”. Caminar con el pueblo, estar cerca de él, “necesitar del pueblo para vivir y respirar”. La cordialidad, la paciencia que sea capaz de iniciar, sostener y acompañar procesos de crecimiento espiritual. A no caer en la tentación de seguir a Jesús, pero sin cruz: “somos mundanos cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz, cuando confesamos un Cristo sin cruz”.
Cinco años de obispo de la mano del Papa que ha grabado en mi corazón: “Permaneced en mi amor”, como esa suerte de pertenecer a Dios, que es la esencia de “ejercer un gobierno espiritual” que se hace concreto en la cordialidad, la paciencia y la “misión que nos funda”. Como ese lugar teológico donde uno es enviado. Es el gusto espiritual de estar cerca de la gente, “de experimentar que es lindo ser Pueblo de Dios”. Esta es una fuente inagotable de alegría, de bendición y de comunión.
La Catedral de El Salvador de Zamora tiene como retablo mayor la Transfiguración, parábola de lo que estamos llamados a ver y a ser, contemplar la gloria oculta en todas las acciones y comunicarla a los demás. Es la gracia que mira con amor. Romano Guardini -tan querido por el Papa- dice que nuestros ojos ven más de lo que creemos: Cuando miramos a alguien vemos su alma, le vemos con un cariño interior, es el misterio de su condición de hijo de Dios. En tantos gestos del Papa Francisco me he sentido invitado a besar las llagas de los pobres, a escucharles en sus sufrimientos y acercarme a sus anhelos. Vidas rotas y humilladas en un grito de esperanza.
Gracias Papa Francisco por tanto bien, descansa en el Señor por quien viviste, te entregaste y a quien amaste apasionadamente. El ardor de tu misión nos impulsa como Iglesia a secundar la novedad de la llamada de Cristo: “no es tiempo de atrincherarse y encerrarse. Veo claramente que el Señor nos llama a salir de nosotros, a levantarnos y a caminar” (Papa Francisco).

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