La Navidad nos recuerda que toda la historia de la Humanidad ha nacido de una Alianza, un pacto de amor en beneficio de la felicidad y la compasión.
La Navidad nos reconcilia con los mejores deseos y con lo mejor de lo humano, porque en Jesucristo, el niñito de Belén, Dios y el hombre se abrazan en lo más íntimo.
La Navidad es el anhelo íntimo por “un mundo nuevo y una tierra nueva”, sellado en nuestra propia psique con la justicia y la solidaridad.
La Navidad nos llama a cuidar la oración y a descubrir deseos profundos de austeridad y la limosna, antídoto contra la avaricia y la ambición.
La Navidad es dar la acogida a cualquier prójimo, especialmente al más necesitado, en nuestro caminar diario, demasiado cargado de individualismo y falta de sensibilidad al otro.
¡Navidad cristiana es decir no a todo aquello que a menudo contrasta con el Evangelio y con la dignidad de la persona humana!