LA FAMILIA EN LA LITERATURA SAPIENCIAL
LA FAMILIA EN LA LITERATURA SAPIENCIAL
La literatura sapiencial de la Biblia muestra una faceta profundamente humana de la familia.
Se acentúa la grandeza del amor conyugal y el gran papel que toma la mujer como compañera y ayuda. Los libros sapienciales subrayan la importancia de la mujer fuerte, la mujer de la casa, la mujer de la primera juventud. También se da una especial importancia a la atención a los padres ancianos y a la educación de los hijos.
Los autores sapienciales describen lo que significan la mujer en la vida del hombre. El libro de los Proverbios tiene referencias evidentes: "Quien encuentra mujer, encuentra un bien, alcanza favor del Señor" (Prov 18,22); "Vale mucho más que las perlas" (Prov 31,10).
También resalta especialmente el papel que la esposa tiene dentro de la casa, admitiendo que de ella depende en gran parte la armonía del hogar: "Una mujer perfecta, ¿quién la encontrará? Es de más valor que cualquier joya. Su marido puede confiar en ella: ¡qué beneficio no le traerá! Le devuelve el bien, no el mal, todos los días de su vida. Entiende de lana y de lino y los trabaja con sus ágiles manos... Tiende su mano al desamparado y da al pobre. No teme a la nieve para los suyos, porque tienen todos doble vestido...Su marido recibe honores; se sienta en el Consejo con los Ancianos del pueblo...Aparece fuerte y digna, y mira confiada el porvenir. Habla con sabiduría y enseña la piedad. Está atenta a la marcha de su casa, y nunca ociosa.
Sus hijos se levantan y la llaman dichosa. Su marido la elogia diciéndole: 'Muchas mujeres han obrado maravillas, pero tú las superas a todas'. Engañosa es la gracia, vana la hermosura; la mujer que tiene la sabiduría, ésa será la alabada. Que pueda gozar el fruto de su trabajo y que por sus obras todos la celebren" (Prov 31, 10-31).
El libro del Eclesiástico resalta el papel primordial que se da a la esposa en una familia unida: "Feliz el marido de una buena mujer; el número de sus días se duplicaras. Una mujer valiente es la alegría de su marido; pasará en paz todos los días de su vida. Una mujer buena es don excelente, reservada para el que teme al Señor; rico o pobre, su corazón es dichoso y muestra siempre alegre el rostro...La gracia de la esposa hace la alegría de su marido, y su saber es reconfortante para él... Como el sol matinal sobre los cerros del Señor, así es el encanto de una mujer buena en una casa bien ordenada. Como la luz que brilla en el candelabro sagrado, así es la belleza de su rostro en un cuerpo bien formado..." (Eclo 26,1-4.13.16-17).
Se destaca el papel de la mujer sin lugar a dudas: "Por falta de cierres la propiedad es entregada al pillaje; sin mujer el hombre gime y va a la deriva" (Eclo 36,27).
Se invita a la fidelidad a la propia esposa: "Bebe agua de tu propia cisterna, la que mana dentro de tu pozo. ¿Deben derramarse fuera tus fuentes? ¿Correrán por las plazas tus arroyos? Sean para ti solo y no para los de afuera. ¡Bendita sea tu fuente, y sea tu alegría la mujer de tu juventud! ¡Sea para ti como hermosa cierva y graciosa gacela; que sus pechos sean tu recreo en todo tiempo; que siempre estés apasionado por ella! ¿Cómo te apasionarías, hijo, por una desvergonzada, y reposarías en el regazo de una ajena?..." (Prov 5,15-20).
El libro de los Proverbios también trata con frecuencia de los celos que atenta contra la armonía conyugal: "No tengas celos de tu propia esposa; le causarás malos deseos contra ti" (Eclo 9,1); "la mujer celosa de otra, es dolor del corazón; su lengua es un azote que a todos alcanza" (Eclo 26,6).
El libro de los Proverbios, por un lado, alaba a la mujer sensata, pero, por otro lado, atacan con dureza a la mujer deslenguada: "Gotera que no deja de caer en día lluvia y mujer caprichosa son iguales. Atajarla es como atajar el viento y agarrar el aceite con la mano" (Prov 27,15-16).
Los libros sapienciales también trata con abundancia la educación de los hijos. Se habla con frecuencia la alegría que traen los hijos a la familia: "Si un padre llega a morir, es como si no hubiera muerto, porque deja tras de sí a un hombre que se le parece. Cuando vivía, al verlo, se regocijaba; al morir no se siente apenado"
(Eclo 30,4-5).
Se alaba el camino de la corrección y del rigor en la educación de los hijos. "Corrige a tu hijo: te ahorrarás inquietudes y hará la felicidad de tu alma" (Prov 29,17); "El que ahorra el castigo a su hijo no lo quiere, el que le ama se dedica a enderezarlo" (Prov 13,24); "El palo y la reprensión procuran la sabiduría; y el niño dejado a sus caprichos
es vergüenza de su madre" (Prov 29,15); "Mientras haya
esperanza, castiga a tu hijo; no dejes que vaya a la muerte" (Prov 19,18).
También advierte que la corrección no debe ser guiada por el mal humor o el capricho: "Hay reprensiones inoportunas; hay un silencio propio del hombre sensato" (Eclo 20,1); "No reprendas antes de examinar;
reflexiona primero, y después reprende" (Eclo 11,7).
Se invita y se pone especial énfasis en honrar a los padres, dándole una especial relevancia religiosa: "Quien honra a su padre paga sus pecados; y el que da
gloria a su madre se prepara un tesoro. El que honra a su padre recibirá alegría de sus hijos y, cuando ruegue, será escuchado. El que glorifica a su padre tendrá larga vida. El que obedece al Señor da descanso a su madre y, como a su Señor, sirve a quienes le dieron la vida" (Eclo 3,3-7).
Una especial atención a los padres ancianos: "Hijo cuida a tu padre en su vejez, y mientras viva no le causes tristeza. Si se debilita su espíritu, perdónale, y no le desprecies, tú que estás en plena juventud. Pues la caridad para con el padre no será olvidada; te servirá como reparación de tus pecados" (Eclo 3,12-14); "Como quien injuria a Dios, es quien abandona a su padre y maldito del Señor quien ofende a su madre" (Eclo 3,16); "Hay una gentuza que maldice a su padre y no bendice a su madre, gentuza que se cree pura, pero su pecado no ha sido borrado" (Prov 30,11-12); "El ojo que desafía a su padre y desprecia la edad avanzada de su madre, los cuervos del torrente lo reventarán y las águilas lo devorarán" (Prov 30,17).
Especial maldición merecen los que despojan a sus padres de sus bienes: "El que despojó a su padre y a su madre diciendo: no es ello pecado, es socio del criminal" (Prov 28,24). "El que despoja al padre y echa de la casa a su madre es un hijo infame y degenerado" (Prov 19,26).
Sirva esta exposición como exponente de la atención que la literatura sapiencial de la Biblia hace a la familia, al amor conyugal, al papel de la mujer como compañera y ayuda, y la atención a los padres ancianos y a la educación de los hijos.
www.marinaveracruz.net
La literatura sapiencial de la Biblia muestra una faceta profundamente humana de la familia.
Se acentúa la grandeza del amor conyugal y el gran papel que toma la mujer como compañera y ayuda. Los libros sapienciales subrayan la importancia de la mujer fuerte, la mujer de la casa, la mujer de la primera juventud. También se da una especial importancia a la atención a los padres ancianos y a la educación de los hijos.
Los autores sapienciales describen lo que significan la mujer en la vida del hombre. El libro de los Proverbios tiene referencias evidentes: "Quien encuentra mujer, encuentra un bien, alcanza favor del Señor" (Prov 18,22); "Vale mucho más que las perlas" (Prov 31,10).
También resalta especialmente el papel que la esposa tiene dentro de la casa, admitiendo que de ella depende en gran parte la armonía del hogar: "Una mujer perfecta, ¿quién la encontrará? Es de más valor que cualquier joya. Su marido puede confiar en ella: ¡qué beneficio no le traerá! Le devuelve el bien, no el mal, todos los días de su vida. Entiende de lana y de lino y los trabaja con sus ágiles manos... Tiende su mano al desamparado y da al pobre. No teme a la nieve para los suyos, porque tienen todos doble vestido...Su marido recibe honores; se sienta en el Consejo con los Ancianos del pueblo...Aparece fuerte y digna, y mira confiada el porvenir. Habla con sabiduría y enseña la piedad. Está atenta a la marcha de su casa, y nunca ociosa.
Sus hijos se levantan y la llaman dichosa. Su marido la elogia diciéndole: 'Muchas mujeres han obrado maravillas, pero tú las superas a todas'. Engañosa es la gracia, vana la hermosura; la mujer que tiene la sabiduría, ésa será la alabada. Que pueda gozar el fruto de su trabajo y que por sus obras todos la celebren" (Prov 31, 10-31).
El libro del Eclesiástico resalta el papel primordial que se da a la esposa en una familia unida: "Feliz el marido de una buena mujer; el número de sus días se duplicaras. Una mujer valiente es la alegría de su marido; pasará en paz todos los días de su vida. Una mujer buena es don excelente, reservada para el que teme al Señor; rico o pobre, su corazón es dichoso y muestra siempre alegre el rostro...La gracia de la esposa hace la alegría de su marido, y su saber es reconfortante para él... Como el sol matinal sobre los cerros del Señor, así es el encanto de una mujer buena en una casa bien ordenada. Como la luz que brilla en el candelabro sagrado, así es la belleza de su rostro en un cuerpo bien formado..." (Eclo 26,1-4.13.16-17).
Se destaca el papel de la mujer sin lugar a dudas: "Por falta de cierres la propiedad es entregada al pillaje; sin mujer el hombre gime y va a la deriva" (Eclo 36,27).
Se invita a la fidelidad a la propia esposa: "Bebe agua de tu propia cisterna, la que mana dentro de tu pozo. ¿Deben derramarse fuera tus fuentes? ¿Correrán por las plazas tus arroyos? Sean para ti solo y no para los de afuera. ¡Bendita sea tu fuente, y sea tu alegría la mujer de tu juventud! ¡Sea para ti como hermosa cierva y graciosa gacela; que sus pechos sean tu recreo en todo tiempo; que siempre estés apasionado por ella! ¿Cómo te apasionarías, hijo, por una desvergonzada, y reposarías en el regazo de una ajena?..." (Prov 5,15-20).
El libro de los Proverbios también trata con frecuencia de los celos que atenta contra la armonía conyugal: "No tengas celos de tu propia esposa; le causarás malos deseos contra ti" (Eclo 9,1); "la mujer celosa de otra, es dolor del corazón; su lengua es un azote que a todos alcanza" (Eclo 26,6).
El libro de los Proverbios, por un lado, alaba a la mujer sensata, pero, por otro lado, atacan con dureza a la mujer deslenguada: "Gotera que no deja de caer en día lluvia y mujer caprichosa son iguales. Atajarla es como atajar el viento y agarrar el aceite con la mano" (Prov 27,15-16).
Los libros sapienciales también trata con abundancia la educación de los hijos. Se habla con frecuencia la alegría que traen los hijos a la familia: "Si un padre llega a morir, es como si no hubiera muerto, porque deja tras de sí a un hombre que se le parece. Cuando vivía, al verlo, se regocijaba; al morir no se siente apenado"
(Eclo 30,4-5).
Se alaba el camino de la corrección y del rigor en la educación de los hijos. "Corrige a tu hijo: te ahorrarás inquietudes y hará la felicidad de tu alma" (Prov 29,17); "El que ahorra el castigo a su hijo no lo quiere, el que le ama se dedica a enderezarlo" (Prov 13,24); "El palo y la reprensión procuran la sabiduría; y el niño dejado a sus caprichos
es vergüenza de su madre" (Prov 29,15); "Mientras haya
esperanza, castiga a tu hijo; no dejes que vaya a la muerte" (Prov 19,18).
También advierte que la corrección no debe ser guiada por el mal humor o el capricho: "Hay reprensiones inoportunas; hay un silencio propio del hombre sensato" (Eclo 20,1); "No reprendas antes de examinar;
reflexiona primero, y después reprende" (Eclo 11,7).
Se invita y se pone especial énfasis en honrar a los padres, dándole una especial relevancia religiosa: "Quien honra a su padre paga sus pecados; y el que da
gloria a su madre se prepara un tesoro. El que honra a su padre recibirá alegría de sus hijos y, cuando ruegue, será escuchado. El que glorifica a su padre tendrá larga vida. El que obedece al Señor da descanso a su madre y, como a su Señor, sirve a quienes le dieron la vida" (Eclo 3,3-7).
Una especial atención a los padres ancianos: "Hijo cuida a tu padre en su vejez, y mientras viva no le causes tristeza. Si se debilita su espíritu, perdónale, y no le desprecies, tú que estás en plena juventud. Pues la caridad para con el padre no será olvidada; te servirá como reparación de tus pecados" (Eclo 3,12-14); "Como quien injuria a Dios, es quien abandona a su padre y maldito del Señor quien ofende a su madre" (Eclo 3,16); "Hay una gentuza que maldice a su padre y no bendice a su madre, gentuza que se cree pura, pero su pecado no ha sido borrado" (Prov 30,11-12); "El ojo que desafía a su padre y desprecia la edad avanzada de su madre, los cuervos del torrente lo reventarán y las águilas lo devorarán" (Prov 30,17).
Especial maldición merecen los que despojan a sus padres de sus bienes: "El que despojó a su padre y a su madre diciendo: no es ello pecado, es socio del criminal" (Prov 28,24). "El que despoja al padre y echa de la casa a su madre es un hijo infame y degenerado" (Prov 19,26).
Sirva esta exposición como exponente de la atención que la literatura sapiencial de la Biblia hace a la familia, al amor conyugal, al papel de la mujer como compañera y ayuda, y la atención a los padres ancianos y a la educación de los hijos.
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