Puntualizaciones de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania al honorable patriarca Filaret
Recientemente colgué en mi Blog de Religión Digital sendos artículos titulados Primera consagración episcopal en la Iglesia ortodoxa de Ucrania (RD:10.06.2019) y Problemas latentes en la celebración onomástica del Patriarca Ecuménico (RD: 23.06.2019). De ambos cumple partir ahora, sobremanera en lo que acerca del patriarca Filaret allí expongo, para comprender adecuadamente cuanto sigue.
Se da la curiosa circunstancia de que este anciano eclesiástico ortodoxo va a dar guerra por catorce, pero que mucha guerra, hasta el final de sus días. Es rocoso y peleón, y todo hace pensar que ahora, con los vientos a su favor para reinventarse una vez levantada por el Patriarcado Ecuménico la excomunión del patriarcado ruso que sobre él pesaba, va a terminar, desdichadamente, desbaratándolo todo. A base de entrevistas a los grandes medios y echando el kukol por delante, Filaret está largando una sarta de impertinencias y descalificaciones impropias de un prelado de su elevado rango.
En conferencia de prensa celebrada el 25 de junio de 2019 en su residencia y transmitida por la agencia de noticias ucraniana TCH, Filaret dijo, por ejemplo, que el «Sínodo» del Patriarcado de Kiev estaba reanudando sus actividades. A la observación de un periodista de que según los estatutos del Patriarcado de Kiev, el «Sínodo» debe estar compuesto por 12 obispos, Filaret respondió «que habrá 12 obispos y más». Sin embargo, no especificó cuándo tendrán lugar las «consagraciones episcopales» en cuestión. Además, le quedó tiempo para subrayar también que «el Patriarcado de Kiev» es una «Iglesia» independiente, de la nueva Iglesia ucraniana. El «patriarca» Filaret dijo igualmente que «nos estamos alejando de la llamada Iglesia Ortodoxa Ucraniana [la UCP, para entendernos, o sea la del Primado Epifanio Doumenko]», agregando, de pasada, sobre las decisiones de esta última, que «sus decisiones no nos conciernen». Pero aquí no para la cosa. Filaret, a lo que parece, se crece ante el micrófono, como el toro de Miguel Hernández se crece ante el castigo, y así no hay manera.
Digo lo cual, porque, en otra entrevista concedida por esos mismos días al canal de televisión ruso «Rossia 24», Filaret Denisenko, dando un paso más, se despachó en ruso aclarando por qué había firmado los tomos y por qué la UCP no es una Iglesia autocéfala. A su entender no lo es por varias razones: 1) Por la consagración del Santo Crisma. Así, según los tomos, el derecho a consagrar el santo crisma pertenece exclusivamente al Patriarca de Constantinopla, lo cual, según Filaret, puede originar ciertos problemas, ya que, «si no se nos da el santo crisma, significa que no lo hacemos». Ello supondría que no tenemos derecho a bautizar, a consagrar iglesias, etc.». Tras aclarar que el nombre de UCP dado a la nueva Iglesia no es de su gusto, dijo acto seguido que: 2) El Patriarca de Constantinopla tenía interés en que se llamase «Iglesia Ortodoxa Ucraniana» (o sea, UCP, de sus siglas en ucraniano), dato no exento de importancia, porque esta Iglesia tiene el derecho de ejercer su ministerio solo en territorio ucraniano, y todo lo que está fuera de Ucrania pertenece al Patriarcado de Constantinopla». 3) Los problemas difíciles que surjan deberán resolverse en Constantinopla, lo que significaría -dicho sea de paso- que no tenemos los poderes completos de una Iglesia autocéfala».
Filaret se descolgó luego diciendo que había firmado los tomos porque no sabía el contenido (¡sic!, o sea, que este hombre no sabe lo que firma…). Según él, el texto de los tomos fue aprobado en Constantinopla. A la pregunta del periodista sobre la elección del metropolita Epifanio (su antiguo secretario particular) como jefe de la nueva Iglesia, su respuesta fue: «Ellos [el Patriarcado de Constantinopla] me conocen desde hace 50 años, cuando representé a la Iglesia ortodoxa rusa en las discusiones de Chambésy. Conocían mi posición y mi firmeza. De ahí que no quisieran tratar conmigo cuando prepararon todo eso».
Filaret confirmó asimismo una vez más que había habido un acuerdo entre él, Petrò Poroshenko (presidente de Ucrania entonces) y el metropolita Epifanio Doumenko, que él lideraría la nueva Iglesia, mientras que el Primado lo representaría ante las otras Iglesias. «Si me hubieran impuesto la condición de ser removido, no lo habría aceptado», dijo categórico, agregando a continuación que el presidente Poroshenko y el metropolita Epifanio le habían engañado. Destacó de nuevo que «para el presidente, era importante recibir los tomos. Qué tomos, qué condiciones, qué contenido, no importaba».
¡Cuánto cuesta apearse del mando! Una cosa es que Constantinopla levantara la excomunión que pesaba sobre Filaret desde varias décadas atrás, y fulminada por el patriarcado de Moscú -no se olvide este matiz-, y otra muy distinta, querer jugar a ventajista y agarrarse a la circunstancia como a un clavo ardiendo con el propósito de que todo eclesiástico ucraniano pasara bajo sus horcas caudinas besándole los pies. Así que la UCP, en vista de que el Denisenko este se estaba pasando siete pueblos, y de que el toque de atención que semanas atrás le había dado el metropolita Emmanuel de Francia, del Patriarcado Ecuménico, no había surtido efecto alguno, se apresuró a darle una respuesta oficial, o sea, vamos, un tiento en quinto tono, desde las elevadas esferas de su Santo Sínodo.
El 24 de junio de 2019, en efecto, la histórica Casa del Metropolita en el territorio de Santa Sofía de Kiev acogió la reunión regular del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania (UCP). Participaron en ella todos los miembros del Santo Sínodo, menos el honorable patriarca Filaret (sin razón alguna válida que justificara su ausencia) y el Arzobispo de Donetsk y Mariupol Sergei (éste con una razón válida). En comunicado de prensa sobre los resultados de la cumbre, el Servicio de prensa de la metrópolis de Kiev informó minuciosamente de las deliberaciones sinodales de la UCP.
El citado Santo Sínodo examinó las reuniones de los tres obispos, un pequeño número de clérigos y laicos convocados (por Filaret), que habían tenido lugar el 20 de junio de 2019 en la catedral de Vladimir en Kiev. Y como resultado del debate, tomó, entre otras decisiones, algunas relativas a todo el cuadro formado por nuestro personaje y circunstancias colaterales, comprendido lo atingente a la adscripción de parroquias. Ciñéndome sólo a lo de Filaret, he aquí las decisiones del Santo Sínodo:
1.- «Convocada y celebrada individualmente por el honorable patriarca Filaret, el 20 de junio de 2019 en la Catedral de Vladimir en Kiev, la reunión de las personas invitadas no tenía autoridad para tomar decisiones, en particular con respecto a las decisiones del Consejo Local de la UOC del Patriarcado de Kiev (15/12/2018), que, de acuerdo con la Carta de la UOC-KP inmediatamente después de la firma por el Presidium del Consejo, encabezado por el Patriarca de Kiev y Toda Rusia-Ucrania, Filaret, entró en vigor».
2.- «Habida cuenta de lo anterior, pero también de los méritos especiales contraídos en el pasado ante la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, se observa que el honorable patriarca Filaret permanece en el obispado de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania (UCP), perdidos, sin embargo, sus derechos y deberes canónicos relacionados con la administración de la diócesis».
3.- «El honorable patriarca Filaret puede, a través de una carta dirigida al Primado, su beatitud Epifanio, Metropolita de Kiev y de toda Ucrania, recurrir al Santo Sínodo para una consideración conjunta de su futura posición en la Iglesia ortodoxa de Ucrania.
El Servicio de prensa de la metrópolis de Kiev, de la UCP, emitió el 4 de julio de 2019 un comunicado en el que informaba de que el 3 de julio, es decir el día anterior, el metropolita Epifanio se había reunido conel encargado de negocios de Estados Unidos en Ucrania, William Taylor. A la reunión también habían asistido el Arzobispo Yevstraty, Jefe Adjunto del Departamento de Relaciones Externas de la Iglesia y la Embajada de los Estados Unidos. Su beatitud Epifanio felicitó al Sr. Taylor por su regreso a Ucrania, así como por el Día de la Independencia, que se iba a celebrar al día siguiente por los Estados Unidos de América. Luego, durante una conversación amistosa, se pasó revista a los temas de la vida religiosa en Ucrania, al proceso de formación de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana Local (UCP) y a su reconocimiento relacionado con estos desafíos.
El 5 de julio de 2019, su beatitud Epifanio asistió a la recepción diplomática con motivo del 243º aniversario de la proclamación de la independencia de los Estados Unidos de América. Su Beatitud estuvo acompañada por el Arzobispo Yevstraty y el Arcipreste Vitaly Danchak. Su Beatitud felicitó en nombre de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania (UCP), a William Taylor, el Encargado de Negocios interino de los Estados Unidos de América, y al personal de la Embajada. También tuvo la oportunidad de conversar con muchos invitados durante su recepción.
Solía decirse años atrás que la paloma de la paz había contraído la gripe aviar. Así que había que andarse con cuidado de que no se posara en nuestra ventana, ni en cualquier otra que estuviera abierta. Había motivos para temer que fuera portadora del terrible virus bélico que desde siempre ha padecido nuestro destartalado planeta, en el que ya se ve por las pateras que no cabemos todos.
Ahora tendremos que decir, después de lo que precede, que la paloma de la paz entre los ortodoxos de Ucrania sigue aquejada de gripe aviar, la que, por cierto, nos hace desconfiar de todos los pollos, cuya suerte siempre corre peligro teniendo cerca un ave como el honorable patriarca Filaret, el de mirada de lince y ojo de halcón. Eso tan repetido de que si se quiere la paz hay que preparar la guerra no deja de ser una milonga. Si se quiere la paz habrá que preparar la paz, y dejarse de historias para la guerra, que siempre terminan mal.
En Ucrania llevan un tiempo con el ecumenismo al revés y no aciertan a enderezarlo. Las Iglesias ortodoxas, tan vinculadas de suyo al Estado, están metidas en política hasta las cejas, y así les van las cosas. Parece que las hubiera mirado un tuerto. Y para terminar de arreglarlo, ahora el país acaba de elegir presidente a un cómico, que también son ganas de marear la perdiz. Lo malo es que los halcones también son capaces de acabar con las perdices…