Joan Planellas: “Los buenos teólogos huelen a pueblo y a calle y con sus reflexión derraman bálsamo y vino en las heridas de los pobres” Cardenal Kasper: “El Papa decepciona tanto a los progresistas como a los conservadores. Los extremos se tocan”
Ayer como hoy, muchos dentro y fuera de la Iglesia ven al Papa Francisco como portador de alegría y como un maná del cielo; otros, en cambio, le proporcionan poca a ninguna alegría a este Papa”
“Los conservadores no quieren una Iglesia en salida, sino una casa y una Iglesia como refugio de seguridad”
“El papa no es un liberal, sino un radical, es decir alguien que vuelve a las raíces. Y, por eso, las expectativas liberales no forman parte de su agenda”
“El papa no es un liberal, sino un radical, es decir alguien que vuelve a las raíces. Y, por eso, las expectativas liberales no forman parte de su agenda”
| José Manuel Vidal enviado especial a Barcelona
Es cardenal y alemán, pero no parece ni lo uno ni lo otro. Walter Kasper sonríe como un mediterráneo y, a pesar de ser uno de los cardenales amigos del Papa y uno de los grandes teólogos vivos (asistente de Hans Küng durante cinco años), no presume de nada. Eso sí, hace teología de rodillas, como dijo de él el propio Francisco.
Y, en Barcelona, en el segundo día del Congreso sobre 'La aportación del Papa Francisco a la teología y a la pastoral', dio buena prueba de ello. Tanto que el moderador de la mesa, el profesor Fuster, despidió así su intervención: “Agradecemos el discurso valiente y cálido (poco alemán) del cardenal Kasper sobre la alegría”.
En efecto, su ponencia, titulada 'La alegría del Evangelio, clave propositiva de la fe', concluyó preguntándose, con valentía y parresía, sobre la existencia de la alegría en la Iglesia. Con este realista análisis de la situación: “En la Iglesia actual, no sólo hay alegría. El entusiasmo inicial tras la 'Evangelii Gaudium' ha desparecido. La Iglesia se encuentra nuevamente en el pozo de muchos esfuerzos diarios y, asimismo, de muchas tensiones internas”.
Y de hecho, continuó el cardenal,
“ayer como hoy, muchos dentro y fuera de la Iglesia ven al Papa Francisco como portador de alegría y como un maná del cielo; otros, en cambio, le proporcionan poca a ninguna alegría a este Papa”.
Los escándalos lo llenan todo
Según Kasper, estamos en una situación eclesial con “demasiados escándalos, sobre todo los terribles escándalos de los abusos que lo llenan todo. Es como si una niebla de desventura se hubiese depositado en diversas partes de la Iglesia, no dejando pasar la luz y cubriendo todo lo que en ella hay de bueno”.
En este contexto de niebla eclesial, las “objeciones llueven de distintas partes”. Y partes contrapuestas de los progresistas y los conservadores. A éstos últimos, según Kasper, “no les gusta la novedad perenne del Evangelio y confunden una Iglesia renovada con una Iglesia nueva, una Iglesia en salida con una Iglesia que se retira. No quieren una Iglesia en salida, sino una casa y una Iglesia como refugio de seguridad, en un mundo sumido en un movimiento cada vez más acelerado y que, a veces, parece desbocado”
Mientras los conservadores buscan la seguridad del 'siempre se hizo así', los progresistas (a los que el cardenal llama liberales, en varias ocasiones), quieren otra dinámica, pero en la dirección liberal: “la democratización de la Iglesia, ordenación femenina, abolición del celibato y así sucesivamente. Proyectan estas expectativa sobre el Papa Francisco”.
El Papa, un radical
Lo que sucede, a juicio del purpurado alemán, es que “el papa no es un liberal, sino un radical, es decir alguien que vuelve a las raíces. Y, por eso, las expectativas liberales no forman parte de su agenda. A él lo que le urge la alternativa a los pobres, la crítica al capitalismo salvaje, el apoyo a los emigrantes, una nueva relación con lo creado y una nueva cultura de la moderación y de la alegría”.
Y, por eso, “el Papa decepciona a los progresistas y no se adapta a la concepción liberal y progresista del siempre más, siempre más de prisa y siempre a la última moda”.
Conclusión: “Tanto los ultraconservadores como los progresistas más extremos quedan decepcionados. Los extremos se tocan”.
Decepcionados y escandalizados, tal y como ocurrió con Jesús y con todos los Papas que precedieron a Francisco. Aunque, en el caso de Bergoglio, “esta contradicción se percibe más claramente debido, entre otras cosas, al hecho de que el panorama mediático en la época digital ha cambiado rápidamente y las minorías hoy se pueden hacerse oír con mayor fuerza , gracias a los nuevos medios. Por eso, a nivel digital la Iglesia tiene mucho que aprender”
La Iglesia no es una agencia publicitaria
En cualquier caso y tras reconocer la brecha digital eclesial, Kasper asegura, citando a Martin Buber, que “la Iglesia no es una agencia publicitaria y el éxito no es uno de los nombres de Dios”. Por eso, la Iglesia comienza sus celebraciones con un mea culpa, algo que no hace “agencia ni congreso de partido alguno”.
A su juicio, pues, “siempre habrá escándalos en la Iglesia” y, ante ellos, no cabe ni indignarse, ni lamentarse vanamente, sino soportarlos “con sentido del humor”. Y de hecho, el cardenal alemán propuso que “uno de los próximos Sínodos de la Iglesia debería reintroducir la figura del bufón de la corte, que coloca delante de nosotros un espejo para que no tengamos más remedio que reírnos”.
Y Walter Kasper concluyó deseando a todos “la alegría de la verdad”. Antes, en el desarrollo de su conferencia había señalado que “la alegría es el signo distintivo del pontificado de Francisco”, que irrumpió con fuerza en el “ambiente mortecino” eclesial, tras la renuncia de Benedicto XVI y el escándalo del Vatileaks y de los abusos del clero.
Por eso, “la Evangelii Gaudium fue un documento liberador” y “trajo un nuevo aire a la Iglesia y un estupor extraordinario al mundo”. Porque “no podemos ser cristianos con cara de funeral” y “la característica de los anunciadores del Evangelio es la alegría”.
Si entiendes algo, lo puedes explicar
Y esto es lo que Francisco viene explicando a lo largo de estos años con “su carisma que sabe explicar de una manera sencilla contenidos teológicos complicados, para que los oyentes los entiendan y los hagan vida”. Y eso es un arte y un signo de profundidad en el conocimiento: “Mi maestro teológico, me dijo una vez: 'Si entiendes algo de verdad, entonces lo puedes explicar de una forma sencilla”
Esta misma clave de la alegría se repite en otros documentos papales, como la Amoris Laetitia, en la que el Papa llega a hablar de las alegrías del amor sexual, en la Laudato Sii, que es “una visión genial de que la naturaleza es el libro de Dios, con el que nos habla y con el que hace brillar su belleza y su bondad”, la 'Gaudete et exultate, en la que explica la alegría en el día a día del cristiano.
Planellas y la teología del pueblo
A continuación intervino al arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, con su ponencia titulada 'Hacer teología en diálogo con la vida', en la que, como dijo el profesor Fuster, “con un discurso claro y sintético y siempre consistente, nos ha presentado la teología como una teología del pueblo, una teología en salida como la Iglesia, una teología amplia y global y siempre en dialogo con la cultura y las ciencias”.
Tras hacer un repaso histórico del tema que proponía, monseñor Planellas, que antes de ser arzobispo fue (y sigue siendo) un reputado teólogo, insistió en que, como dice el Papa, “hay que evitar todo divorcio entre teología y pastoral, entre fe y vida”.
Por eso, a su juicio, hay que hacer teología desde el pueblo de Dios y desde el sensus fidei, porque “todos somos y tenemos que ser discípulos misioneros” y porque “nadie se salva solo”. De ahí que la “propuesta del Papa se enmarque en la Teología del Pueblo, que excluye la lucha de clases y apuesta por los pobres”.
Una teología en salida
Se trata, pues, según Joan Planellas, de “una teología en salida que va desde la montaña al monte de los Olivos, sin caer ni en el agnosticismo ni en el pelagianismo. Es decir, una “teología en diálogo con la cultura y con las ciencias” y que, como pide el Papa, “frecuente las fronteras, recupere la familiaridad de lo realmente humano, sepa escuchar a los pobres de la tierra y llegue a establecer amistad con ellos”.
Una Teología, pues, atenta a la vida de las personas, porque “los buenos teólogos huelen a pueblo y a calle y con sus reflexión derraman bálsamo y vino en las heridas de los pobres”. Como el Buen Samaritano.
Y el teólogo metido a arzobispo (del que la Iglesia catalana y española esperan mucho) concluyó su intervención con estas siete recomendaciones:
.La gradualidad, que lleva a reconocer lo positivo de las situaciones
.El discernimiento preciso de las situaciones
.La consideración de los atenuantes en esta situaciones.
.La capacidad de acompañar con el discernimiento
.La apelación a la propia conciencia
.La prudencia y sabiduría pedagógicas por parte de la persona y del que lo acompaña
.La misericordia como criterio fundamental de la acción pastoral