El regalo del diaconado: "Cuando empiezan a vivir como una familia diaconal, la mujer se vuelve más forofa que el marido"

Alejandro de la Concha y Willy Vargas son dos de los cinco españoles que este domingo, 23 de febrero, a partir de las 9 de la mañana, en el impresionante marco de la basílica de San Pedro, serán ordenado diáconos, junto con otro medio centenar de candidatos llegados de todo el mundo para participar en el Jubileo de los Diáconos que se celebra este fin de semana

García-Roca (quien lleva el blog ‘Estola cruzada’ en Religión Digital) tiene un cierto espíritu de ‘ojeador’ para esto de las vocaciones diaconales. Él -con su familia- los acompañará a ambos a la ordenación en San Pedro. Él había observado a Willy, su labor con las personas que acogen las misioneras de la Madre Teresa de Calcuta en Madrid. Y un día, volviendo ambos de un viaje, a donde habían acompañado a las religiosas, se pasaron la vuelta hablando de su servicio

Paco tiene ya su propia ‘técnica’ para ayudar al discernimiento de los candidatos a los que ha “ojeado”. “Cuando voy a animar a algún hombre, si está la mujer, casi voy primero a la mujer, y le digo si se lo han pensado, porque, claro, esto no va a ser una cosa de uno solo, va de estar casado”

“En España ha costado mucho que empiece el rodaje de los diáconos, somos poquísimos, en Madrid somos 50, en una diócesis que tiene 2.500 sacerdotes”, incide García-Roca

Francisco García-Roca, Alejandro de la Concha y Willy Vargas JL/RD

“Mi ordenación de diácono, ante mi mujer, mis dos hijos, el novio de mi hija, mi hermano pequeño y una decena de miembros del grupo de la parroquia que nos conocemos desde hace 40 años, la visibilizo como una acción de gracias plena, como un levantar los ojos y decir, ‘gracias, Dios, que te has fijado en mí’. Pero también como un momento de emoción muy fuerte con todos los que me acompañan y un abrazo, con cada uno de ellos, en una expresión de gratitud”.

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Alejandro de la Concha, de 60 años, será uno de los cinco españoles que este domingo, 23 de febrero, a partir de las 9 de la mañana, en el impresionante marco de la basílica de San Pedro, será ordenado diácono, junto con otro medio centenar de candidatos llegados de todo el mundo para participar en el Jubileo de los Diáconos que se celebra este fin de semana.

No podrá Alejandro, como estaba programado, sentir junto a él en esa importante ceremonia las palabras del papa Francisco, quien seguramente seguirá la ceremonia -presidida por el proprefecto Rino Fisichella- desde la décima planta del Policlínico Agostino Gemelli.

Pero eso no le restará emoción a lo que será el broche a un paso en donde otro de esos abrazos que piensa dar será para Willy Vargas, el otro diácono procedente de la Archidiócesis de Madrid que también recibirá esa mañana, junto a él, la ordenación diaconal. Ambos resultaron agraciados en el sorteo para viajar al Vaticano entre los cinco candidatos.

Paco García Roca, Alejandro de la Concha y Willy Vargas en la casa de las Misioneras de la Caridad JL/RD

“El primer nombre que salió en el papel del sorteo fue el mío -apunta Alejandro, profesor de Religión- y me dije, ‘bueno, pues esto debe ser para que ya no dudé más’. Porque en algunas reuniones, cuando se decía que el diácono visibiliza a Cristo siervo, yo pensaba que eso me sobrepasada, que era mucho. Pero al salir mi nombre pensé que era que Dios me decía así que ya no lo dudara”.

Tampoco lo duda Willy, también casado y con tres hijos, el mayor, de once años. A él nunca se le había pasado por la cabeza lo del diaconado. Hasta que conoció a Francisco José García-Roca -Paco- en la casa de las Misioneras de la Caridad, en Madrid, en un voluntariado que estrechó sus destinos.

“Yo no sé qué puede haber visto Paco en mi persona, pero solo sé que el Señor le ha usado a él como instrumento para llamarme a esta vocación. Veo que el Señor, a través de él, me ha buscado y ya después no me ha soltado

“Yo no sé qué puede haber visto Paco en mi persona, pero solo sé que el Señor le ha usado a él como instrumento para llamarme a esta vocación. Veo que el Señor, a través de él, me ha buscado y ya después no me ha soltado. Y es verdad que en estos años Paco ha estado pendiente de mi formación”, recuerda Willy, de origen peruano.

García-Roca (quien lleva el blog ‘Estola cruzada’ en Religión Digital) tiene un cierto espíritu de ‘ojeador’ para esto de las vocaciones diaconales. Él -con su familia- los acompañará a ambos a la ordenación en San Pedro. Él había observado a Willy, su labor con las personas que acogen las misioneras de la Madre Teresa de Calcuta en una de las riberas del Manzanares. Y un día, volviendo ambos de un viaje, a donde habían acompañado a las religiosas, se pasaron la vuelta hablando de su servicio. Es decir, del diaconado.

Francisco José García-Roca, en la capilla de las Misioneras de la Madre Teresa JL/RD

“Es que el encontrar algo que te hace muy feliz, como es para mí el diaconado, no es una cosa que has de guardar solo para ti, tienes que compartirla con los demás, pues realmente quieres que se conozca, quieres que se promueva, porque quieres que sea un bien para los demás, porque, al final, esta vocación está inmersa en nuestra vida y en medio de la sociedad”, señala también en conversación con Religión Digital en la casa de las Misioneras de la Caridad, en el Paseo de la Ermita del Santo.

“Porque nosotros -prosigue García-Roca- no vivimos de la Iglesia, tenemos que ganarnos nuestro sustento, vivimos nuestro matrimonio con nuestras mujeres, con nuestros hijos, y descubrimos que esta vocación diaconal es un regalo que hace mucho bien a nuestro matrimonio, a nuestra familia, a nuestros hijos, que da felicidad… Y después también observamos que en nuestras comunidades hace también bien ver a esa Iglesia tan cercana. Entonces, lo que necesitamos es que se promueva, que haya más candidatos al diaconado”.

Primer paso: dirigirse a la mujer del candidato

Ordenado en 2006 en Madrid, Paco tiene ya su propia ‘técnica’ para ayudar al discernimiento de los candidatos a los que ha “ojeado”. “Cuando voy a animar a algún hombre, si está la mujer, casi voy primero a la mujer, y le digo si se lo han pensado, porque, claro, esto no va a ser una cosa de uno solo, va de estar casado”.

Este es un elemento clave y del que no siempre se habla: el papel de la mujer en la vocación del diácono. “La mujer, cuando no sabe de qué va esto del diaconado, siempre es reacia, porque parece que siente que le van a quitar al marido, que va a haber como una competencia, que va a dedicar menos tiempo al matrimonio, a los hijos…”, reconoce el diácono, también casado, con cuatro hijas y ahora también una nieta.

la realidad es que, una vez que se ordena diácono, que empiezan a vivir como una familia diaconal, la mujer se vuelve más forofa del diaconado que el marido. De verdad, eso te lo pueden decir todas las mujeres, porque se dan cuenta que es algo muy bueno para el matrimonio, para los hijos

“Pero la realidad es que, una vez que se ordena diácono, que empiezan a vivir como una familia diaconal, la mujer se vuelve más forofa del diaconado que el marido. De verdad, eso te lo pueden decir todas las mujeres, porque se dan cuenta que es algo muy bueno para el matrimonio, para los hijos. Y los maridos también lo suscriben esto”, dice Paco sin atisbo de duda. Que ratifican Alejandro y Willy.

“Yo lo que he visto con Marisa, mi mujer, siempre ha sido apoyo -relata Alejandro-. Cuando me planteé esta vocación, le dije, ‘¿cómo lo ves?’, y ella me dijo, ‘vamos a intentarlo’. Entonces, cuando me dice ‘vamos a intentarlo’, entiendo que se ve incluida en ello. Y es ella la que ha estado siempre apoyando, empujando, diciendo, ‘oye, que tienes formación’… Por eso, es fundamental que las mujeres apoyen esta vocación, porque también se va haciendo un camino de fe juntos”.

Desconocimiento

Pero si este desconocimiento se da entre la propia comunidad creyente, en el entorno, incluso en el más cercano, como en el del edificio o el barrio, es muy llamativo. Pero, una vez que se les explica, se asumen con naturalidad. “¿Pero tú no estabas casado?”. Alejandro se encontró con esa pregunta cuando expuso el paso que iba a dar, incluso entre algunos familiares. “Cuando ya supieron de qué iba esto, se alegaron mucho por mí. Pero es cierto que varios vinieron a preguntarme qué es un diácono”.

“En España ha costado mucho que empiece el rodaje de los diáconos, somos poquísimos, en Madrid somos 50, en una diócesis que tiene 2.500 sacerdotes”, incide García-Roca. "Ahora precisamente se está empezando a promover mucho, hay que reconocerlo, empieza a haber mucha noticia sobre el tema. Lo que llama la atención del diácono, más que nada, es el estar casado, a la gente no les cuadra que esté casado un ministro de la Iglesia, alguien que bautiza, que es parte del sacramento, que puede vestir las vestiduras clericales, pero lo que sí es cierto es que la gente enseguida se acostumbra”.

Willy Vargas y Alejandro de la Concha

En su parroquia es ya lo más normal del mundo, reconoce Paco, igual que el pueblecito donde pasa las vacaciones y ayuda con las celebraciones de la Palabra. “Ahí, la gente me me ve luego sin extrañarse paseando con mi mujer. Ven la figura del diácono como algo totalmente real”. En todo caso, reconoce que si bien aprecia una mayor promoción en la Iglesia española de este ministerio, espera “que no sea por el descenso del número de sacerdotes”. Le llama la atención que haya todavía en nuestro país “lagunas importantes” en diócesis en donde “no está reinstaurado”.

“Una de las cosas que piensan -y se equivocan- es que solamente se necesita a los diáconos cuando falten sacerdotes, pero no es así. Los padres conciliares quisieron que hubiese diáconos de una forma permanente, y de forma distinta, no solo un paso hacia el sacerdocio, no para paliar la escasez de sacerdotes, sino para volver a traer esos carismas que había en los primeros momentos de la Iglesia”, apunta el diácono.

Los diáconos no son un parche

Preguntado sobre si en algunos lugares se considera la figura del diácono como un “parche”, la respuesta en rotunda: “No, los que conocen de verdad el diácono saben que es un carisma distinto, propio, que impartimos algunos sacramentos, menos que los presbíteros o que los obispos, pero es la vocación al servicio”.

Los tres -Alejandro, Willy y Paco- confían en que esta ordenación en San Pedro este 23 de febrero, broche de este Jubileo de los Diáconos, sirva un tanto para promover esta figura. Lamenta Paco que, precisamente frente al ejemplo de Italia, donde el número de diáconos se acerca ya a los 5.000, con tan sólo dos pequeñas diócesis sin alguno, “aquí en España cuesta, y es una pena, porque podría hacer muchísimo bien que hubiera estos ministros que después, en su vida diaria, sigue haciendo un apostolado, el de simplemente ayudar, llevar a Jesús en su trabajo, en las comunidades de vecinos, en el parque con sus hijos, en las reuniones de padres, en el colegio…”.

Por eso, los tres consideran que, al igual que desde la Iglesia se hacen campañas para otro tipo de vocaciones, estaría bien una que se centre específicamente en este diaconado y que los mismos párrocos y vicarios promovieran entre los fieles esta vocación. Como le pasó a Alejandro, con el misionero javeriano de su parroquia que le puso en la senda. O como a Willy, quien se encontró con Paco.

Este domingo, los tres, en San Pedro, en su jubileo, volverán a dar gracias, al lado de sus familias, por su ministerio.

Etiquetas: diáconos, jubileo de los diaconos