El cardenal de Valladolid abandona la presidencia de la CEE presentando sus nuevos estatutos Blázquez se despide advirtiendo a su sucesor: “Las elecciones no son un reparto de poder”
"Las elecciones no son oportunidad de acumular prestigio, sino ocasión para mostrar disponibilidad al servicio".
"Somos conscientes de que entre todos, con generoso reconocimiento mutuo, llevamos adelante solidariamente las tareas encomendadas"
El cardenal de Valladolid abandona la presidencia de la CEE. Este lunes por la tarde, tras la votación de sondeo, tendremos pistas sobre su sucesor, que se conocerá el martes por la mañana
El cardenal de Valladolid abandona la presidencia de la CEE. Este lunes por la tarde, tras la votación de sondeo, tendremos pistas sobre su sucesor, que se conocerá el martes por la mañana
“Las elecciones no son un reparto de poder (…) no son oportunidad de acumular prestigio, sino ocasión para mostrar disponibilidad al servicio”. Ricardo Blázquez se fue como llegó, casi sin quererlo, en aquella 'revuelta' contra el omnímodo de poder de Rouco Varela en 2005, cuando aún era obispo de Bilbao. Sin hacer ruido, sin imponer, llamando a la colegialidad, y sin dar ninguna clave de quién será su sucesor.
Un ejemplo, tal vez, de lo que debería ser la Conferencia Episcopal, aunque es indispensable un liderazgo reconocido, tanto para dentro como en las relaciones con el poder político, social y económico de nuestro país. “¡Que seamos buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, poniéndola al servicio de los demás!”, fue el último legado del todavía presidente. “Somos conscientes de que, entre todos, con generoso reconocimiento mutuo, llevamos adelante solidariamente las tareas encomendadas”. ¿Será así en la CEE post-Blázquez?
Comunión con el Papa, escasez vocacional... y laicos
Arrancó su discurso el purpurado dando la bienvenida al Nuncio Auza, en su primera Plenaria como representante papal. “A través de Vd., querido señor nuncio, expresamos nuestra comunión con el papa y nuestra gratitud por su servicio a la Iglesia y a la humanidad”.
En un discurso que se centró, casi exclusivamente, en la explicación de los nuevos estatutos -y organigrama- de la Conferencia Episcopal, Blázquez sacó tiempo para admitir la falta de sacerdotes en la Iglesia española. “No queremos conformarnos con administrar la escasez; deseamos ser cauce de nuevas vocaciones a las que el Señor continúa invitando”, apuntó
Sobre el reciente Congreso de de Laicos, Blázquez destacó su “ambiente gozoso y alentador”, y lanzó una mirada esperanzada al futuro. “Hemos podido constatar con sorpresa la riqueza y vitalidad que, en medio de la fragilidad, existe en nuestra Iglesia. «Pueblo de Dios en salida» es pueblo enviado por el Señor. Todos, compartiendo la misma fe y disponibilidad apostólica, hemos experimentado el gozo de la fraternidad de laicos, consagrados, presbíteros y obispos”, en una “necesidad recíproca”. Una nueva llamada a la responsabilidad compartida. ¿Se visibilizará después de esta Plenaria? Veremos.
Los estatutos, "a tiempo" para las elecciones
Respecto a la 'parte del león' del discurso, la reforma de los estatutos, Blázquez destacó que “ha sido realmente una obra de 'conferencia', de sinodalidad, de comunión en el ministerio episcopal”, y mostró su alegría por que “la reforma, después del itinerario cubierto, haya llegado a tiempo” y se aplique en estas elecciones a la Presidencia y cargos de la CEE.
En la base de la reforma, un menor presidencialismo y una mayor responsabilidad para todas las diócesis. “Una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera”, dijo Blázquez, citando la Evangelii gaudium. Y es que, subrayó, “las conferencias episcopales deben ser revisadas para ser cauce más eficaz de evangelización. La renovación es para la misión, ya que la Iglesia ha sido convocada para ser enviada. El faro del Evangelio debe guiar nuestra nave al puerto”.
Al tiempo, el cardenal de Valladolid vinculó los nuevos estatutos con la inminente constitución de reforma de la Curia vaticana. “En medio de una sociedad y un mundo que en buena medida ha dado las espaldas a Dios, la misma constitución apostólica es una oportuna llamada a la Iglesia y a los evangelizadores sobre esta tarea fundamental e inaplazable”, insistió, haciendo suyas las palabras de Francisco en su discurso navideño a la Curia.
«No estamos ya en un régimen de cristianismo porque la fe –especialmente en Europa, pero incluso en gran parte de Occidente– ya no constituye un supuesto obvio de la vida en común; de hecho, frecuentemente es incluso negada, burlada, marginada, ridiculizada»
Entre los cambios, destacó la disminución de comisiones episcopales, que pasan de 14 a 10, “sin establecer compartimentos estancos, ya que unas tareas confinan con otras” y se basan en las tres realidades fundamentales de la Iglesia: “Palabra de Dios, sacramentos y caridad”.
Con esta renovación, añadió, “se pretende agilizar el funcionamiento para que no quedemos como atrapados en cuestiones secundarias; con los cambios introducidos esperamos que se gane en eficacia y en atención a lo principal”.
Y eso fue todo. En sus últimas palabras, el todavía presidente quiso agradecer a los obispos “la confianza que me han manifestado”. El aplauso atronador a su conclusión fue un reflejo de que, más allá de su gestión, los obispos quieren, y mucho, a don Ricardo. Y que se le echará de menos, aunque su presencia en el remozado Consejo de Cardenales asegura que tanto él como Omella, Cañizares y Osoro (¿alguno de ellos también desde la Presidencia?) piloten la necesaria renovación en el Episcopado de nuestro país.
Último discurso de Ricardo Blázquez como presidente de la Conferencia Episcpal by Religión Digital on Scribd