Los padres de Nico Williams fueron acogidos por Cáritas Diocesana de Vizcaya Un cura, dos 'menas' y la cuarta Eurocopa: historias de acogida en la España que coquetea con el racismo

Lamine Yamal y Nico Williams tras la victoria de España en la Eurocopa
Lamine Yamal y Nico Williams tras la victoria de España en la Eurocopa EFE

La semana que Vox hizo saltar los acuerdos autonómicos que tenía con el PP por no querer aceptar el ridículo reparto de poco más de 300 menores migrantes no acompañados (menas) del contingente de más de 6.000 que acogen en las islas Canarias, llegadas a través de la ruta marítima más mortíferas del mundo, otro ‘mena’, este con todos sus papeles en regla, se convertía poco menos que un héroe nacional

La historia de Nico está marcada por la acogida que les brindó la Iglesia, la misma que estos días ha publicado un importante documento sobre la integración de los migrantes y la que sigue levantando la voz en favor de sus derechos y apoyando la ILP para la regularización de más de medio millón de inmigrantes que permanecen en ese limbo burocrático que te da el no tener papeles en regla

Recién llegados de Ghana, y antes de que Nico existieses, sus padres, Félix y María, fueron acogidos por Cáritas Diocesana de Vizcaya. Allí se encontraron con quien estaba a punto de ordenarse de diácono, Iñaki Mardones Aja, que pertenecía a un grupo de acogida diocesano

La semana que Vox hizo saltar los acuerdos autonómicos que tenía con el PP por no querer aceptar el ridículo reparto de poco más de 300 menores migrantes no acompañados (menas) del contingente de más de 6.000 que acogen en las islas Canarias, llegadas a través de la ruta marítima más mortíferas del mundo, otro ‘mena’, este con todos sus papeles en regla, se convertía poco menos que un héroe nacional.

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Lamine Yamal, con 16 años y un talento natural descomunal para el fútbol, se erigía en el referente de la selección española que jugaba la Eurocopa 2024, junto con otro prodigio deportivo, Nico Williams, este de 21 años, y que compartían no solo los colores de La Roja, sino una historia de superación, protagonizada por sus padres, que al igual que tantos migrantes que arriesgan sus vidas para llegar a Europa.

La historia de Nico, además, está marcada por la acogida que les brindó la Iglesia, la misma que estos días ha publicado un importante documento sobre la integración de los migrantes y la que sigue levantando la voz en favor de sus derechos y apoyando la ILP para la regularización de más de medio millón de inmigrantes que permanecen en ese limbo burocrático que te da el no tener papeles en regla.

Acogidos por Cáritas Diocesana de Vizcaya

Sí, porque recién llegados de Ghana, y antes de que Nico existieses, sus padres, Félix y María, fueron acogidos por Cáritas Diocesana de Vizcaya. Allí se encontraron con quien estaba a punto de ordenarse de diácono, Iñaki Mardones Aja, que pertenecía a un grupo de acogida diocesano.

Por aquel entonces, María estaba embarazada de siete meses, pero no de Nico, que aún no había aparecido en escena. A quien llevaba en su vientre era al mayor de los Williams, Iñaki, otro portento del fútbol, junto con su hermano, emblema del actual Athletic de Bilbao.

Iñaki Mardones con Iñaki Williams
Iñaki Mardones con Iñaki Williams Cope

Los padres pasaron los primeros días en el País Vasco en una pensión y luego se trasladaron a un piso de Cáritas. Cuando nació el bebé, en agradecimiento quisieron ponerle el nombre de Iñaki, hoy delegado de Pastoral de la Salud en la Diócesis de Santander, tras secularizarse y casarse con una camerunesa.

La España mestiza de hoy

Pero aunque la distancia los ha separado, no así el cariño que toda la familia Williams siente por quien llamaban ‘Iñaki grande’, para diferenciarlo del bebé. Tal y como ha señalado en Antena 3, "los dos hermanos saben de donde han venido" y "son gente que ha superado las dificultades y forman parte de la España mestiza y distinta que tenemos hoy".

Esa España que hoy se echa a la calle para recibir a los futbolistas que han conquistado la cuarta Eurocopa para España, el país con más títulos de esta competición en todo el continente europeo. Y donde dos muchachos (uno de ellos sería un mena, el otro, podría ser uno de tantos que también esperan ser trasladados a la península) de etnia y color similar al de tantos otros que aguardan también una oportunidad de acogida, han sido el emblema y el motor que hoy, al menos por unos instantes, parece haber unido a todos los españoles. O a casi todos.

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