"El ecumenismo no puede limitarse a una semana al año", señala a RD el obispo de Solsona Francesc Conesa: "Esperamos la próxima puesta en marcha de la mesa de diálogo interconfesional de España"
"El ecumenismo no puede ser cosa sólo de un pequeño grupo ni limitarse a una semana al año, sino que ha de impregnar toda la vida de la Iglesia". Y en ese empeño está el obispo de Solsona y presidente de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso, quien en entrevista con Religión Digital anuncia la próxima puesta en marcha de la 'mesa de diálogo interconfesional de España', "un proyecto ilusionante, en el que estamos implicados muchas iglesias y confesiones"
Padre sinodal en el Sínodo en el que está embarcada en este momento la Iglesia universal, reconoce también Conesa que "el camino ecuménico ha de ser sinodal porque es invitación a caminar juntos. Y, por la misma razón, creo que el camino sinodal ha de ser ecuménico", y destaca el esfuerzo que en este camino viene realizando desde hace años la Iglesia en España "por reconocer como verdaderos hermanos a los demás bautizados, aunque no sean católicos"
"El ecumenismo no puede ser cosa sólo de un pequeño grupo ni limitarse a una semana al año, sino que ha de impregnar toda la vida de la Iglesia". Y en ese empeño está el obispo de Solsona y presidente de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso, quien en entrevista con ReligiónDigital anuncia la próxima puesta en marcha de la 'mesa de diálogo interconfesional de España', "un proyecto ilusionante, en el que estamos implicados muchas iglesias y confesiones".
Padre sinodal en el Sínodo en el que está embarcada en este momento la Iglesia universal, reconoce también Conesa que "el camino ecuménico ha de ser sinodal porque es invitación a caminar juntos. Y, por la misma razón, creo que el camino sinodal ha de ser ecuménico", y destaca el esfuerzo que en este camino viene realizando desde hace años la Iglesia en España "por reconocer como verdaderos hermanos a los demás bautizados, aunque no sean católicos". "Creo que debemos seguir en esta dirección, que marcó el Concilio Vaticano II. El reciente Sínodo ha acentuado la importancia del ecumenismo, al subrayar que el bautismo, que es el fundamento de la sinodalidad, es también el principio básico del ecumenismo", señala el obispo.
“Oremos con intensidad durante esta semana, para que nuestra Iglesia sea de verdad casa de acogida, hospital que sana, posada que recibe a todos, como aquella del buen samaritano”. Esta es la petición que hacen los obispos españoles en su mensaje con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero bajo el lema ‘Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo’. ¿Cómo está la ‘posada’ del ecumenismo en España? ¿Ha mejorado la acogida en sus estancias a quienes llaman a su puerta?
Al considerar la parábola del buen samaritano, que los cristianos de Burkina Faso han propuesto para esta semana de oración, pensamos que era sugerente pensar que la Iglesia ha de ser como la posada de la parábola, que acoge, que sana y que rehabilita a la humanidad caída. Es una idea que está ya presente en los padres de la Iglesia. Esta acogida ha de ser particularmente cálida y fraterna respecto de los cristianos que pertenecen a otras confesiones y denominaciones.
La Iglesia católica en España lleva años trabajando este tema, realizando un esfuerzo por reconocer como verdaderos hermanos a los demás bautizados, aunque no sean católicos. Creo que debemos seguir en esta dirección, que marcó el Concilio Vaticano II. El reciente Sínodo ha acentuado la importancia del ecumenismo, al subrayar que el bautismo, que es el fundamento de la sinodalidad, es también el principio básico del ecumenismo. Todos los bautizados han sido ungidos por el Espíritu y tienen el “sentido de la fe”, por lo que deben ser escuchados con atención.
En los últimos tiempos, las distintas confesiones (y también con otras religiones) se han manifestado de manera conjunta sobre algunas cuestiones de interés general, como la defensa de la vida. ¿Es ese el camino? ¿Debería de alguna manera institucionalizarse esa forma de actuar ‘en comunión’?
Dado que la voz de las religiones no suele ser escuchada por los poderes públicos, los creyentes de las diversas confesiones hemos sentido la necesidad de unir nuestra voz para manifestar en el espacio público nuestro parecer sobre temas fundamentales como la libertad de conciencia y el derecho a la vida. Hacerlo así nos ha ayudado a todos a sentirnos más cercanos unos de otros y ha dado testimonio de unidad ante la sociedad.
Pensamos que sería bueno que esta forma de actuar se mantuviera y, por eso, se está trabajando para poner en marcha la “mesa de diálogo interconfesional de España”. Es un proyecto ilusionante, en el que estamos implicados muchas iglesias y confesiones. Por la parte católica, el reglamento con las normas básicas de funcionamiento de la mesa ya ha sido aprobado por la Conferencia Episcopal y esperamos que pronto se pueda poner en marcha.
Señalan también en ese mensaje de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso que “hemos de pedir perdón por las veces en que parte de esta humanidad herida se haya podido sentir excluida de la misma Iglesia. Y también porque con nuestras actitudes hemos sembrado división y discordia, acentuando las divergencias y mirando al otro como a un contrincante y no como a un hermano”. ¿Cree que este mensaje está calando en el conjunto de los fieles o detecta que persisten recelos entre los que abrazan distintas confesiones?
Creo que las iglesias y confesiones cristianas debemos ser lugares de misericordia y de acogida fraterna, pero lo cierto es que muchas veces hemos sembrado la división, la cual -como dijo el Concilio- repugna abiertamente a la voluntad de Cristo. Me gustaría que todos los cristianos sintieran que la división es un pecado muy grave y compartieran la pasión por la unidad que Jesús tenía. Desde la subcomisión, como también desde los secretariados diocesanos de ecumenismo, intentamos que este anhelo de unidad vaya calando y alcance también a aquellos cristianos que consideran que este tema es una cuestión marginal. Vale la pena recordar lo que dijo el Concilio: la división entre los cristianos es una piedra de escándalo para el mundo y un obstáculo muy serio para la evangelización (UR 1).
Sin embargo, vemos cómo, por ejemplo, en la guerra de Ucrania, la posición de algunas iglesias no es del todo ejemplar y sigue sembrando esa “división y discordia”. ¿Cómo afecta eso al camino ecuménico? ¿Le ha hecho retroceder en estos casi tres años de conflicto bélico?
Ciertamente las posiciones de las Iglesias ante los conflictos armados pueden provocar desavenencias y división. De hecho, los pronunciamientos de la Iglesia ortodoxa rusa, han sido causa de cismas y divisiones en el seno mismo de la ortodoxia. Todo ello, evidentemente, dificulta el diálogo ecuménico.
Aparte de los actos con motivo de esta Semana de Oración por la Unidad, ¿cómo es el pulso del ecumenismo en España el resto del año o hay que conformarse con una semana al año?
El ecumenismo no puede ser cosa sólo de un pequeño grupo ni limitarse a una semana al año, sino que ha de impregnar toda la vida de la Iglesia. San Juan Pablo II recordó que la búsqueda de la unidad de los cristianos no es un hecho facultativo o de oportunidad, sino una exigencia que nace de la misma naturaleza de la comunidad cristiana (Ut unum sint, 49). Por eso, el deseo de restaurar la unidad perdida debería estar presente siempre en la vida de nuestras parroquias y diócesis. Para ello considero que es muy importante que todos los fieles conozcan bien la doctrina de la Iglesia sobre el ecumenismo. Desde la subcomisión estamos poniendo en marcha algunos programas de formación.
En segundo lugar, la oración es esencial porque con ella expresamos la convicción de que la unidad entre nosotros no es una conquista nuestra, sino un don del Espíritu. Finalmente, es importante ponerse a hacer camino junto al otro, confiando en él y evitando cualquier tipo de recelo y desconfianza. El camino ecuménico ha de ser sinodal porque es invitación a caminar juntos. Y, por la misma razón, creo que el camino sinodal ha de ser ecuménico.