Lluís Maria Moncunill fue uno de los primeros presbíteros en Tarragona que decidió dar este paso en su vida De conclavista a cura secularizado: "Hoy es más fácil salir de la Iglesia que cuando lo hice yo"

Lluís María Moncunill es la única persona que en la actualidad puede justificar, desde Tarragona, su participación en uno de los cónclaves celebrados en el Vaticano
Conocer a su mujer fue para él un desencadenante que le permitió "tomar una decisión que, si se tomara ahora, no sería tan difícil"
"Continúo sintiéndome Iglesia, queriéndola y contrastándola, acciones necesarias para formar parte de ella", expresa
| Xavier Pete, Agencia Flama
En una de las paredes del despacho del cura secularizado y erudito humanista Lluís Maria Moncunill (Valls, 1933), cuelga un cuadro con una carta firmada por el orientalista y cardenal francés Eugène Tisserant (1884-1972). “El 20 de octubre de 1958, a las tres y media de la tarde, Tisserant [entonces decano del Colegio de Cardenales y, por lo tanto, presidente del cónclave en que se elegiría a Juan XXIII, y del de 1963, del cual acabaría siendo escogido Pablo VI] firmó este documento para justificar mi presencia en aquel episodio tan importante para la Iglesia católica“, manifiesta Moncunill, que asistía como secretario personal del entonces arzobispo de Tarragona y cardenal, Benjamín de Arriba y Castro (1886-1973).
Pero quien es la única persona que en la actualidad puede justificar, desde Tarragona, su participación en uno de los cónclaves celebrados en el Vaticano, es también uno de los primeros presbíteros de esta archidiócesis que decidieron dar un paso atrás —en su caso, en 1971, después de ser ordenado en 1957— y vivir, “con un cierto trauma, puesto que aquello era relativamente nuevo”, indica, el proceso de la secularización: “Desde entonces, continúo sintiéndome Iglesia, queriéndola y contrastándola, acciones necesarias para formar parte de ella”, añade.

"Cuando se opta por la secularización, hay que evitar caer en la soledad"
Después de 54 años casado con su mujer, María Martí, y de haber construido “una amistad fuerte y duradera” tanto con curas coetáneos que en un primer momento no vieron con buenos ojos su decisión como con “otros secularizados que también han solidificado unos matrimonios estables como el mío”, agrega Moncunill, en el pensamiento de este filólogo y experto en obras literarias como las del eclesiástico Carles Cardó (1884-1958) queda lejos su paso por la parroquia de Cervià de les Garrigues. Allá, “algunos feligreses todavía se dirigen a mí como padre Moncunill, si bien no me desagrada”, remarca.
"Tanto el arzobispo Josep Pont y Gol como el papa Pablo VI respetaron, a pesar de hacerlo con dolor, mi libertad"
“Tanto el arzobispo Josep Pont y Gol como el papa Pablo VI respetaron, a pesar de hacerlo con dolor, mi libertad”, apunta este tarraconense formado en la Pontificia Universidad Gregoriana y que observó, en una época en que el Concilio Vaticano II se estaba implantando diocesanamente, “un conflicto en mi interior entre mi estado emocional y aquella realidad social y eclesial”, detalla. Conocer a su mujer fue para él un desencadenante que le permitió “tomar una decisión que, si se tomara ahora, no sería tan difícil“.
"La soledad nubla. Por eso, es importante buscar referentes y otras resonancias, sin ahogarse ni asustarse"
“Los sacerdotes que se han secularizado estos últimos años han tenido más oportunidades que los sacerdotes de finales del siglo pasado, como yo”, reflexiona quien considera que, para la Iglesia católica, “hablar de este asunto es hacerlo de un anatema”. En este sentido, Moncunill afirma que evitar la soledad, “una vez se tiene la valentía y se arriesga a dar el paso de secularizarse, al margen de cuáles sean los motivos”, es el primer paso que conviene asumir: “La soledad nubla —manifiesta Lluís Maria Moncunill—; por eso, es importante buscar referentes y otras resonancias, sin ahogarse ni asustarse“.

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